Sea en la madera como material rey o en propuestas como el trébol de cuatro hojas de la firma Sicis, lo «natural» relega los excesos del minimalismo en nuestras casas. «Se nota una necesidad de lo rústico. No se puede explicar de forma racional, pero es la tendencia de nuestra época. Ni se nos habría pasado por la cabeza hace quince años», explica Evelina Bazzo, directora de comunicación de DeCastelli. Una buena noticia para esta empresa de Treviso (noreste de Italia), que propone mesas de hierro con orificios en los que colocar macetas de flores. Tanto es así que sus ventas subieron un 27% en 2009, mientras que el sector del mueble, uno de los puntos fuertes de la economía italiana, sufría pérdidas de 32 mil millones de euros (y un descenso del 18,2% de las ventas).

Los diseñadores juegan a romper la barrera entre el interior y el exterior, como Michael Koenig para Picto, con esculturas de metal en forma de árbol concebidas para ser colocadas en el salón y «pensar en la naturaleza sin tener plantas». La prioridad de los finlandeses de Punkalive es lo eco-friendly: «La única manera de avanzar, el futuro», insiste el diseñador Jukka Lomme. Controlan la cantidad de dióxido de carbono emitido durante la fabricación de sus muebles de madera y nada se desperdicia durante la producción, porque la empresa se calienta con astillas de madera. El francés Philippe Starck es de la misma tendencia. «El diseño resulta inútil, porque ya existen suficientes sillas donde colocar nuestras bonitos traseros (....). La ecología, ese sí es un camino a explorar».

El deseo de «retirarse» a un nido acogedor para protegerse de un mundo en crisis es otra de de las principales tendencias actuales, que se manifiesta en el uso de telas de malla grande o alfombras, explica el diseñador Marco Romanelli, quien analiza las tendencias para los organizadores del evento. Pero lo que más buscan los consumidores es lo práctico. La crisis obliga, porque hay que gastar menos. «Hay algunas cosas que, curiosamente, habían desaparecido. Una cómoda, como la que tenían todas nuestras abuelas, te das cuenta de que es muy práctica, pero, como no sea en un mercadillo, no la encuentras a la venta», dice Philippe Starck, que ha creado una para Kartell.

«Hasta hace dos años, muchos compraban muebles divertidos, pero actualmente la gente lo que quiere es lo práctico», puntualiza Marco Serralunga, dueño del grupo italiano que lleva su nombre.

«Los consumidores han aprendido una gran lección de la crisis: son mucho más cuidadosos con lo que gastan y el precio debe coincidir con el valor del objeto. Es un efecto muy positivo y los objetos, por tanto, son menos grandes, menos `imposibles'», concluye Marco Romanelli.