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Fede de los Ríos

«Credo quia absurdum»

España, país de creyentes, de seguidores de Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia y martillo de herejes ya sentenció «credo quia absurdum» (creo porque es absurdo). En su lucha contra los filósofos afirmó: «Creemos, y no deseamos nada más allá de la fe»

Ustedes, queridos lectores, quizás no se acuerden. Servidor, como es de mala condición o, lo que es lo mismo, un cabrón y un resentido, la recuerdo a cada momento. Me refiero a las últimas elecciones a las Cortes españolas. «Motivos para creer» tenía por título la campaña electoral de los llamados socialistas españoles y 13 eslóganes eran utilizados a modo de motivos. Querían hacernos creyentes. Repasemos alguno de ellos.

«Vivimos juntos, decidimos juntos». Referíanse, por lo que se ve, a los que habitan en los chalets de La Moraleja y en el barrio de Salamanca. Por la salvación de España para el resto han decidido bajada de sueldos, congelación de pensiones, tres avemarías y para los que sufren dependencia están preparando unos viajes a Lourdes, con Marsans, a pagar en cómodos plazos mensuales con interés variable.

«Por el pleno empleo». Aquí sí que vamos de puta madre. Algún llegó a pensar que la consigna referíase a lo cuantitativo, es decir, a la creación de más puestos de trabajo. Nada más erróneo. A lo que hacía referencia era que, gracias a la prolongación de la jornada laboral (65 horas semanales), el personal laboral, ergo los curritos, van a estar todo el puto día trabajando, en continuo pleno empleo. Que no está nada mal, porque mientras se trabaja no se peca. Y el mal de España, ya lo dicen los amigos de Bono, es el exceso de ocio que a unos los arrastra al vicio y a otros al terrorismo.

«No es lo mismo». Afirmaban así que era diferente votar PSOE o votar PP. Vascos y vascas lo comprobamos in situ, en los dos parlamentos autonómicos. El monstruo que nos ha tocado en suerte, queridos niños, es bicéfalo. Rajoy y Zapatero, López y Basagoiti, Sanz y Jiménez van en pareja, como la Guardia Civil, tienen, sí, pequeñas desencuentros, pero nada que la intimidad propiciada por sus padrinos, Capital y Estado, no pueda arreglar.

«La octava potencia económica, la primera en derechos sociales». Qué bien que estamos. Tranquiliza mucho sabernos los octavos y dentro de muy poco, con un poquito de suerte y Manolo el del bombo, en Sudáfrica, pasamos de octavos, llegamos a cuartos y, al final, la escuadra rojigualda campeona del mundo. Recuerden que el fútbol, PSOE dixit, es un bien de interés público; un derecho social de primer orden.

El resto de «razones para creer»: «Por todo lo que merece la pena», «Comprometidos con la Igualdad», «Porque lo estamos consiguiendo», «Somos más», «Soñar con los pies en la tierra», «Por todo lo logrado», «Porque no está todo hecho», «Ahora que avanzamos, por qué retroceder» y «Podemos llegar tan lejos como queramos». Desarrollen ustedes mismos los conceptos y ríanse a gusto.

España, país de creyentes, de seguidores de Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia y martillo de herejes ya sentenció «credo quia absurdum» (creo porque es absurdo). En su lucha contra los filósofos afirmó: «Creemos, y no deseamos nada más allá de la fe». Razón y Fe se mostraron siempre como antagonistas.

Sigan pegados al televisor, sigan creyendo y votando. Si después notan cierto dolor al sentarse, acháquenlo al picante de la comida.

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