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«Los cazadores de hoy son un poco una especie de neandertales»

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Jesús Mosterín
Filósofo y defensor de los animales

Bilbaino de nacimiento (1941), es catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Barcelona y uno de los pensadores más relevantes del panorama filosófico estatal. Colaborador de Rodríguez de la Fuente, incansable defensor de los animales y reconocido antitaurino.

Joseba VIVANCO |

``Los derechos de los animales'', ``Animales y ciudadanos'' o ``¡Vivan los animales!'' son una mínima parte de su prolija obra literaria. Quizá por ello su punto de vista era uno de los más esperados ayer en la Jornada de debate sobre la caza deportiva, organizada en Gasteiz por Ekologistak Martxan-Araba. Es también un enconado antitaurino, cuyos recientes argumentos en el Parlament catalán levantaron polémica.

«Caza deportiva», lo llaman. Lo de la «caza» no va con su ideario, lo de «deportiva», ¿menos?

Hombre, puede tener un elemento deportivo, pero que no tiene que ver con la caza. Si el cazador para cazar hace una excursión al monte, tiene de deporte la excursión que hace; pero en este caso lo que se añade es apretar un gatillo, lo que no tiene nada de deportivo. Lo que tenemos que contraponer es la caza del hombre primitivo a la caza actual, donde el que va a cazar lo hace de una manera innecesaria o superflua, vamos, por deporte... Mire, sí que tiene algo de deportiva.

¿Tiene justificación, hoy, la práctica de la caza o, al menos, un sentido basado en esa tradición ancestral?

Cuando estudiamos estos fenómenos como la caza nos damos cuenta de que su sentido va cambiando a lo largo de la historia. Hace miles de años, cuango la Edad de Hielo, al no haber plantas lo que se comían eran los animales que se cazaban. Cuando esa glaciación acabó, hace unos 10.000 años, y cambió el modo de vida, la gente pasó de ser cazadora a agricultora. La caza ya no tenía sentido. Pero de aquellos cazadores reconvertidos, algunos no se adaptaron, llenos de testosterona, acabaron siendo lo que luego fueron los militares, los nobles, los bandidos... Ésos son los que en la Edad Media serían señores feudales, que cuando no había guerra se aburrían y fue entonces cuando se inventaron lo de ir de caza para hacer un poco lo que hacían en tiempo de guerra. Y hoy, desde luego, es algo anacrónico.

¿Quiere decir que los cazadores de hoy son herederos de aquellos cazadores primitivos no reconvertidos a la agricultura?

Claro, son un poco una especie de neandertales, residuos del pasado... Insisto, un anacronismo que va a desaparecer...

Según usted, entonces, lo de llamar «deportiva» a la caza sería algo así como calificar de «bravo» al toro...

Eso del «toro bravo» es una tontería, una expresión de taurinos analfabetos que no saben nada de biología. La vaca y el toro pertenecen a la especie bos taurus y podríamos llamarlos la vaca y el `vaco', porque son el mismo animal, pero hembra y macho. Y, desde luego, el toro no es bravo, son herbívoros y rumiantes, especialistas en la huida, no en el combate, aunque en la corrida se los obligue a defenderse a cornadas, que lo único que querría en una plaza de toros es escaparse. Dos no pelean si uno no quiere. Y si hubiera una sóla puerta abierta, echaría a correr por ella...

Usted ha estado de plena actualidad después de mediar en el debate público y político en Catalunya sobre la prohibición o no de las corridas de toros. Comparó éstas con la práctica de la ablación a las mujeres, lo que le valió muchas críticas...

Pero no caiga usted en el mismo error de los políticos, que son una gente terriblemente superficial y poco inteligente, que una de las cosas que hacen es no leer. Cuando comentan algo lo hacen sin haberlo leído. Yo no dije que las corridas de toros fueran como la ablación, lo que dije era que desde un punto de vista filosófico y ético, una cosa no se puede justificar sólo por la tradición. Mi argumento era que la tradición no es una justificación ética de nada, porque las mayores salvajadas que se cometen siempre son tradicionales allí donde se practican. Un ejemplo es el de ablación, donde es tradición en aquellos países africanos donde se practica. No es comparar, sino insistir en que la tradición no justifica nada. Y ni la caza ni los toros tienen justificación, ni siquiera tradicional. Y esto no es una forma de represión cultural. Si en España se prohibe ahora el maltrato de las mujeres, por muy tradicional que sea, eso no constituye represión alguna. Pues lo mismo ocurre con la deseable abolición de la tauromaquia.

Todo este debate sobre las corridas de toros, ¿ha servido, al menos, para que se discuta en serio sobre este tema?

La conclusión es que hace doscientos años ya hubo este debate en Inglaterra. Allí había, por ejemplo también, el equivalente a los Sanfermines, encierros de toros. Todo esto fue abolido. Es decir, que aquí vamos con dos siglos de retraso, aunque el final será el mismo. Fíjese, en Chile, O´Higgins, su libertador, que era un ilustrado y pensaba que el absolutismo español era una cosa muy atrasada, en su primer decreto prohibió la esclavitud y las corridas de toros.

Porque en todo este debate sobre toros, y también la caza, lo que usted sí defiende es el derecho de cualquier animal a no ser torturado...

Los derechos no existen en la naturaleza, los creamos nosotros. Lo que sí existen son animales, de ahí la palabra anima, alma, que tienen la capacidad de sufrir y porque pueden padecer, nosotros nos podemos compadecer de ellos. En Suecia, las leyes establecen que las vacas deber salir a pasear al menos una vez al día. Es decir, cada país organiza sus leyes de una manera o de otra. Pero cualquier persona que no tenga atrofiada la capacidad de compasión, si se pone en el lugar de otro al que torturan, se siente muy mal. Por eso digo que si uno no es ciego moralmente tiene que estar en contra de la tortura, siempre.

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