Festival de Jazz de Gateiz
Una ciudad rendida a la fiebre del jazz
Con la tercera doble sesión de ayer, el Festival de Jazz de Gasteiz ha pasado ya su ecuador. El regreso de Chick Corea esta noche con un impresionante grupo y el estelar concierto que dará mañana Paco de Lucía muestran que aún hay mucho de lo que disfrutar; a pesar de que, desde el punto de vista de la crítica, estos conciertos y el cartel en general tienen poco margen para la sorpresa.
Itziar AMESTOY | GASTEIZ
El jazz se contagia esta semana en Gasteiz como la más peligrosa de las pandemias. En el centro de la ciudad, no hay rincón, ni bar, ni plaza, que no esté salpicado de feeling y deje de unirse a la fiebre jazzera que nos invade. Una infección, esta musical, que afecta tanto estando bajo el sol como bajo la luz de la luna.
La parte más conocida del festival -la que, haciendo un paralelismo con el Zinemaldia, sería la Sección Oficial-, tiene lugar todas las noches con los conciertos del polideportivo de Mendizorrotza. Entre sus paredes se han vivido ya momentos memorables y aún quedan por vivir unos conciertos que también se antojan difíciles de olvidar. El festival arrancó con la primera noche dedicada al gospel. En boca de un nutrido grupo, The Harlem Jubilee inauguró el escenario. Las dobles sesiones arrancaron con un homenaje a Django Reinhardt, al que dieron vida el guitarrista gitano Biréli Lagrène con la colaboración del gran violinista Didier Lockwood. Un concierto que tuvo mejor acogida que el que le seguía, el sexteto que dirigía el cubano Gonzalo Rubalcaba, formado por Michel Rodríguez (trompeta), Yosvany Terry (saxo), Matt Brewer (contrabajo), Marcus Gilmore (batería) y Pedro Martínez (percusión).
La tercera, una noche grande en la que la guitarra fue la protagonista. Detrás se encontraban dos grandes nombres. Por un lado, Larry Carlton, quien dejó satisfecho al público de Gasteiz al que «debía» una visita desde 1988, cuando no pudo asistir al festival debido al desgraciadamente conocido asalto que padeció en sus estudio. Tras él, un conocido de la capital alavesa que, a pesar de que las expectativas eran altas, logró estar a la altura. Un divertidísimo Buddy Guy mostró por qué ha cambiado la historia del blues electríco. Con un grupo de lujo -al teclado, Marty Sammon; a la batería, Tim Austin; a la guitarra, Ric Hall y al bajo, Orlando Wright-, puso en pie al público congregado en Mendizorrotza. Un polideportivo por el que se paseó con tanta soltura como con la que tocó su guitarra, a veces con la batuta, a veces con la boca, otras veces desde abajo. Con su voz, además, demostró que puede hacer lo que quiera.
Después de una noche dominada por el saxo, con uno de los virtuosos del instrumento, Joshua Redman, y por la voz con otra conocida en Gasteiz, Dianee Reeves, se acerca el fin de semana y con él la parte con más «carne» del festival. Primero llega una deuda que Randy Crwaford y Joe Sample tienen con Gasteiz después de que la edición anterior cancelaran su concierto. La leyenda de la música popular negra con raíces en el jazz, en el soul y en el R&B y uno de los grandes pianistas de fusión abrirá la noche. Después subirá el ya mítico Chick Corea con un espectacular grupo en el que participan el saxo Kenny Garrett, que en su anterior visita a Gasteiz lo hizon junto a Miles Davis, y el que según la revista «Down Beat» es el mejor contrabajista del 2009, Christian McBride.
Para el sábado queda la cita más esperada, al menos si tiene en cuenta que es el único concierto para el que se han agotado las entradas. Primero, el que para muchos es uno de los los artistas más diferentes y originales del jazz, Marcus Roberts y que mostrará su trabajo más reciente tras el parón que le han supuesto estos ocho años sin grabar. Y después de cuatro años sin actuar en directo volverá a subirse al escenario el gran maestro de la guitarra, Paco de Lucía. Junto a él, además del saxofonista Sherman Irby, el festival pondrá alguna sorpresa en forma de invitado.
La visión de la crítica
Pasado el ecuador del festival, hemos reunido a tres críticos curtidos de jazz, Pedro Calvo, de «Público»; Luis Ocea, de «ABC», y Pablo Sanz, de «El Mundo», para tantearles sobre lo que el festival ha dado, de lo que aún tiene por dar y de su planteamiento.
En líneas generales, los tres críticos coinciden en señalar que es un cartel con poco margen para la sorpresa, al menos a quienes conocen tan a fondo el mundo del jazz. Para Pablo Calvoes un cartel previsible. «En los últimos años ha pillado una inercia, heredada de un recorrido, memoria, pasado o historia, y todo el mundo que viene sabe qué se va a encontrar. Miras el cartel año tras año y más o menos conoces a todos los artistas», critica. «Vive de una memoria y fama merecidamente ganada, pero en el que hay poco espacio para la sorpresa».
Luis Ocea encuentra un «grado de familiaridad» en el que, según valora, coincide con otros muchos festivales. «Hay una serie de artistas que aparecen invariablemente cada dos años. No es lo peor que puede pasar, está muy bien; pero son prácticamente para todos los festivales de jazz que hay. Se hacen con una fórmula que le puede ser muy agradable a la persona no iniciada. Lo que pasa es que el jazz lleva funcionando muchos años y algunos de nosotros hemos visto las cosas hasta ocho veces, cuando no catorce».
Calvo añade el tercer punto de vista, en lo que el califica como el problema de la «previsibilidad». Reconoce la dificultad que existe en encontrar ese complicado consenso entre la creatividad y algo con lo que el público se «pueda sentir identificado para que funcione». Según él, el jazz de hoy en día es más previsible que en otros momentos. «El problema no es tanto de los festivales como de los propios artistas, que se hagan más acomodaticios con la situación». Asimismo, sitúa esta condición en una dinámica generalizada en los festivales de jazz en el verano, que se han convertido, según apunta, «en un cartel de música aceptable y aceptada». Como análisis de la creación musical en general valora que la música que se está haciendo actualmente es bastante convencional. «El jazz tenía como seña de identidad, al menos en algunas de sus manifestaciones, el querer no ser deliberadamente convencional».
Así, volviendo al festival, señala que el público está disfrutando con el programa de este año y reconoce: «Nosotros somos una minoría y los festivales no se hacen para agradar a los críticos»
La programación del polideportivo quizás no busque agradar a los críticos, pero según explicaba el director del festival, Iñaki Añua, días antes de que este arrancara, para esto nació el Jazz del siglo XXI, el segundo eje de esta cita musical. Aun y todo, los críticos consultados por este periódico tampoco se muestran muy contentos con las últimas programaciones. Pablo Sanz considera que «año tras año se nos queda más pequeño y con más ganas».
Como ejemplo para ilustrar su opinión habla del concierto de ayer, el de la saxofonista holandesa Tineke Postma. «El espíritu era traer música del mañana: Postman toca música de hoy y de ayer». Ocea coincide con su compañero y apunta que es un espacio donde se ha primado la juventud de los artistas, aunque para Sanz el ciclo sí ha tenido una evolución. «Empezó siendo un escaparate para `las músicas que nos van a visitar mañana' y hoy se ha convertido en `los músicos jóvenes y emergentes'. Creo que el criterio ha variado. Siempre partiendo de que todo tiene una calidad innegable». Este crítico coincide en señalar que «en años anteriores me resultaba más sorprendente y de mayor calidad»
Otra forma de ver el jazz
A pesar del análisis generalizado sobre los festivales, los tres críticos también coinciden en señalar que la cita de Gasteiz les resulta muy agradable. Así lo viven también los otros grandes protagonistas, los vecinos de la ciudad. Para ellos, y de forma paralela a los conciertos de Mendizorroza y el Principal, se suceden las iniciativas que con el jazz también como eje permiten disfrutar de música de forma gratuita. La lista de bares que dan forma al programa Clubes de Medianoche no deja de crecer, con lo que una vez acabado el concierto de Mendizorrotza la ruta puede ser tan interesante musicalmente como «peligrosa». Asimismo, varios bares presentan su propia programación con conciertos diarios donde los grupos locales tienen la oportunidad de mostrar esa otra vida jazzística. La plaza de la Virgen Blanca o los conciertos del Zazpi son dos buenas propuestas además, cómo no, del jazz de día.
Tanto a los entusiastas del be bop como los del hip hop tienen hoy una cita ineludible en el Teatro Principal. Maurice Brown promete ofrecer uno de los conciertos más interesantes del ciclo del Jazz del Siglo XXI con su fusión entre los dos géneros. Según la opinión de Jason Koransky, ex editor de la revista «Down Beat», que el festival ha recogido en su presentación: «Brown es uno trompetistas jóvenes de jazz más apasionantes, ya sea en Nueva Orleans o Nueva York. Sus improvisaciones son frescas, sus acordes dinámicos y sus composiciones podrían convertirse en la nueva generación de standards hard bop con toques de nuevos `grooves'».