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Khedira y Ozil darán continuidad a la saga alemana del Real Madrid

El mismo año en el que una de las mayores leyendas de la historia blanca como Raúl ha tomado camino de la Bundesliga, el conjunto de Concha Espina ha firmado a dos de las realidades más firmes del fútbol germano. Sami Khedira y el recientemente contratado Ozil dan continuidad al camino abierto por Netzer, Breitner, Stielike y Metzelder.

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Beñat ZARRABEITIA

Corría el año 1973, el Barcelona había dado un golpe de efecto con la incorporación de Johan Cruyff, estrella indiscutible del Ajax tricampeón de Europa a principios de los setenta. Como si de una premonición se tratase, el Real Madrid fichaba al centrocampista alemán Gunter Netzer. Ambos formarían parte de sus respectivas selecciones en el Mundial que meses después se disputaría en la antigua República Federal de Alemania. Dos conjuntos que midieron sus fuerzas en una final en la que los teutones salieron victoriososo.

Netzer fue la primera referencia germana en el Madrid. Un medio alto, fuerte y no exento de talento. Procedía del Borussia Moenchengladbach, una de los equipos más potentes de la Bundesliga en los años setenta. Berti Vogts, Jensen -un danés al que posteriormente también firmó el Madrid, al igual que al zaguero Stielike-, Simonssen, Wimmer o Heynckes eran algunas de las referencias de una escuadra que hizo del contraataque un arte. Hoy, en Alemania, cuando se finaliza una jugada de este tipo, se le llama gladbach.

En su paso por la capital hispana, Netzer sumó dos Ligas y otras tantas Copas en apenas tres años. El número 47 de pie que calzaba, algo poco usual en los futbolistas, y sus melenas llamaron la atención en los últimos años de la dictadura franquista. Al finalizar su primera campaña, se proclamó campeón del mundo con su selección pero su rol en la mannschaft fue secundario debido a su enfrentamiento con las estrellas del Bayern: Beckenbauer, Maier y Gerd Müller. Con el tiempo, durante su última etapa como comentarista televisivo, ha vivido también agrias polémicas con Rudi Völler o Michael Ballack.

En la Copa del Mundo coincidió con Paul Breitner. Joven medio del Bayern y eje de la selección germana. Futbolista atrevido que empató la final ante Holanda desde los 11 metros. Breitner llamaba la atención y no sólo por su talento. Era un futbolista sensacional que contaba con una personalidad arrolladora. Maoísta declarado, sorprendió a todos al firmar por el gran icono deportivo del franquismo. Su pelo a lo afro y la admiración por el Che Guevara u Ho Chi Min no pasaron desapercibidos. Así, en una ocasión, expendió un cheque de medio millón de pesetas de la época a unos obreros madrileños del sector metalúrgico, dejando claro de qué lado estaba.

Dejó Madrid después de tres campañas y dos títulos de Liga y otros tantos de Copa para firmar por el modesto Eintracht Braunschweig. Duró una campaña antes de volver a recalar de nuevo en el Bayern. Por el camino, le dio tiempo a abandonar la selección alemana y renunciar al Mundial de 1978 en protesta por la persecución que la dictadura de Videla estaba sometiendo a la disidencia de izquierdas.

Lideró al Bayern post Beckenbauer. Llegó a ser el cabecilla de un motín que evitó la contratación de Max Merkel, duro técnico conocido como «míster látigo», para el conjunto bávaro. Las lesiones no le perdonaron y tuvo que dejar el fútbol en 1983.

Stielike en el recuerdo

La estirpe de germanos en la casa blanca continuó con Uli Stielike. Salido también del Borussia MG, este centrocampista defensivo disputó 215 partidos y anotó 41 goles como merengue entre 1977 y 1985. Duro y con un característico bigote, fue muy querido por la afición blanca. Tras su retirada en el Neuchatel comenzó una larga carrera como entrenador que le ha llevado a dirigir al Sion, Almería, varios combinados de las categorías inferiores de la Federación alemana y las selecciones absolutas de Suiza o Costa de Marfil.

El paso más gris, quizá, haya sido el de Christoph Metzelder, poderoso defensa central que se labró un gran prestigio internacional durante su etapa en el Dortmund y con su rendimiento en los Mundiales de 2002 y 2006. Sin embargo, en la casa blanca destacó por su lentitud y la gran cantidad de lesiones que sufrió. Este verano ha vuelto a Alemania y ejerce de cicerone de Raúl en el Schalke.

Con la llegada de José Mourinho a Chamartín, los merengues han reactivado la vía germana. El técnico luso pidió primero a Sami Khedira, fuerte medio organizador de origen tunecino. Recupera y distribuye con acierto amén de contar con un físico excepcional para actuar como mediocentro. Mesut Ozil representa el talento. Pequeño, habilidoso, técnicamente muy bueno y con una gran capacidad para moverse entre líneas. El último Mundial fue la consagración del futbolista de raíces turcas. Tras no llegar a un acuerdo con el Bremen para renovar, el Madrid pagó 15 millones por él. El tiempo dirá si estos dos genuinos representantes de la nueva etapa que vive el fútbol alemán son dignos sucesores de Netzer, Breitner y Stielike en Madrid.

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