LA SELECCIÓN VASCA BUSCA LA OFICIALIDAD
La fiesta fue completa en San Mamés
El regreso de la selección al césped se saldó con victoria merecida. Como colofón a una jornada marcada por la reivindicación de la oficialidad, el equipo de José Ángel Iribar y Mikel Etxarri se reencontró con el triunfo tres años después de haberse impuesto, precisamente, a Venezuela. Lo hizo con la dosis de emoción justa para que supiese mejor. La Vinotinto se adelantó en el primer tiempo, pero Euskal Herria remontó con goles de Gurpegi, Labaka y Muniain.
Amaia U. LASAGABASTER | BILBO
Tres años después, Euskal Herria saltó al césped para reencontrarse con el triunfo. Lo consiguió ante Venezuela, precisamente el mismo rival frente al que había firmado su última victoria, hace tres años y medio. Fue el colofón a una jornada marcada por la reivindicación por la oficialidad.
Colofón perfecto porque San Mamés presentó un ambiente tan espectacular como se esperaba -aunque por momentos pareció que iba a acabar muriendo de éxito- y el triunfo vasco tuvo la dosis perfecta de emoción. E incluso de juego.
La Vinotinto pareció saltar más puesta al campo, aunque la impresión apenas duró diez minutos. Pero bastaron para que Arismendi pusiera a prueba a Iraizoz, que envió su remate a córner, y para demostrar que no era la perita en dulce que muchos habían imaginado. Quizá porque se ha pasado el año entero de viaje, probándose ante selecciones de todo el planeta, y pese a que sus integrantes más ilustres no estuvieron en Bilbo, el equipo de César Farías saltó conjuntado, serio y con ganas de hacerlo bien.
Pero si en algún bando había ganas, era en el local. Euskal Herria, con tres debutantes en sus filas -en la segunda parte entraron los cinco que aguardaban en el banquillo-, no tardó en reconocerse y empezar a empujar. Con Oier y Sirieix desdoblándose por bandas, Aranburu y Gurpegi robando en el centro del campo y Prieto, Zurutuza y Gabilondo combinando por arriba, el partido empezó a transcurrir como quien más y quien menos deseaba.
O casi. Porque el dominio y las ocasiones -con mención especial para la falta en la que Gabilondo estuvo a punto de repetir el golazo que marcó ante el Levante- fueron vascas, pero el gol lo firmó el rival. A un cuarto de hora del final, Evelio Hernández botó una falta y Vizcarrondo se adelantó a la zaga para apuntillar el 0-1. Por primera vez en toda la noche, San Mamés enmudeció. También por última y sólo durante un puñado de segundos porque la grada se recuperó de inmediato para empujar de nuevo a los suyos.
El cuchillo entre los dientes
Hubo que esperar, aún así, a la reanudación. La arenga de los seleccionadores en el descanso, el carrusel de cambios -sólo Oier, el único que disputó el partido completo, y Gurpegi, sustituído después por Xabi Alonso, aguantaron sobre el césped-, o una combinación de ambos le sentaron de maravilla al equipo, que saltó al campo con el cuchillo entre los dientes. En diez minutos firmó tres ocasiones claras, otros tantos córners... y el gol del empate. Lo anotó Gurpegi, con ayudita de Vizcarrondo, que desvió su volea para acabar de despistar a Dani Hernández.
El gol dio alas a los vascos, a cuya cada vez más evidente superioridad también contribuyó el cansancio de su rival. César Farías acabó por sustituir a casi todo su equipo en la segunda parte, pero eso no evitó que el transcurso de los minutos se notara en el cuadro venezolano. Que ni así se rindió, aunque acabara cambiando seriedad por juego duro.
No bastó para frenar a Euskal Herria, que a veinte minutos del final encarrilaba definitivamente el choque. Lo hacía en un saque de esquina botado por Susaeta, peinado por Javi Martínez y rematado en el segundo palo por Labaka. La grada no se conformó y el «beste bat» tomó fuerza dentro del repertorio clásico en este tipo de citas. La selección tampoco lo hizo y el debutante más joven de la noche, Iker Muniain, anotó el definitivo 3-1.