Un avión de la OTAN abrió fuego la noche del viernes contra un convoy de cinco o seis vehículos, entre ellos una ambulancia, que transitaba por la carretera que une las ciudades libias de Ajdabiya y Brega, después de que un rebelde disparara al aire con balas trazadoras, en señal de alegría, según explicó Issa Jamis, un responsable político contrario al régimen de Muammar al-Gadafi de Ajdabiya. En el ataque murieron diez rebeldes y los cuatro civiles ocupantes de la ambulancia.

La OTAN anunció que investiga el hecho y comprueba si en ese momento, las 22, hora local, había aviones de la Alianza en el lugar. No obstante, su portavoz Oana Lungescu declaró a la cadena estadounidense CNN que «está claro que si alguien abre fuego sobre uno de nuestros aparatos, (los pilotos) tienen todo el derecho a defenderse».

Los propios rebeldes admiten que los milicianos «cometieron un error» al disparar al aire, porque probablemente lo llevó al piloto a pensar que estaba siendo atacado, indicó Jamis. Aunque previamente, los rebeldes habían manifestado que fueron combatientes leales a Gadafi los que, tras infiltrarse entre sus filas, abrieron fuego antiaéreo para provocar la represalia de la aviación de la OTAN.

Mustafa Gheriani, portavoz del Consejo Nacional de Transición (CNT), órgano representativo de los rebeldes, dijo no tener constancia del suceso, pero agregó que «el daño colateral es posible». Gheriani sostuvo que «estamos dispuestos a aceptarlos, porque esto es una guerra».

Poco antes de ese ataque, según informó Al-Jazeera, bombardeos de la OTAN mataron en Ajdabiya a otros trece rebeldes e hirieron a siete al disparar contra los cuatro vehículos todoterreno en que viajaban.

Mientras tanto, sobre territorio libio, continuaban los combates entre partidarios y opositores a Gadafi.

Tras haber reculado hacia el este a principios de semana hostigados por las fuerzas gadafistas, los rebeldes parece que ganaron terreno el viernes con el apoyo de las bombas de sus aliados y ayer afirmaban que controlaban Brega y tener en sus manos las instalaciones petroleras. Por la tarde, sin embargo, los combates continuaban alrededor de la ciudad.

A cientos de kilómetros al oeste seguía activo el otro frente de batalla: el de Misrata. La ciudad seguía en manos de los rebeldes pero atacada de forma incesante con artillería y rifles de precisión por parte de las fuerzas de Gadafi. Allí ha muerto una treintena de personas en los últimos tres días.

Papel de apoyo

Cuando los rebeldes avanzan o al menos resisten el embate de los gadafistas con la ayuda de sus aliados extranjeros, responsables del Pentágono confirmaron a AFP que el Ejército estadounidense empezará a retirar sus aviones de combate y sus misiles del teatro de operaciones libio a partir de este fin de semana, ya que quiere limitarse a dar apoyo.

Por otro lado, persiste el debate sobre si se debe armar a los rebeldes. Ningún país de la coalición que ataca Libia ha llamado abiertamente a hacerlo, ya que podría convertirse en un terreno minado.

La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, y el Gobierno de Londres no lo descartan porque aseguran que la resolución 1.973 del Consejo General de la ONU no lo prohíbe y permite «tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles». Pero Libia está sujeta a un embargo de armas por parte de la ONU desde el 16 de febrero de 1970.

El experto en derecho internacional Philippe Sands, del University College de Londres, afirma que «sería muy curioso» que el Consejo de Seguridad reforzara el embargo de armas y al mismo tiempo permitiera su envío para proteger a los civiles. Por eso, dice que la mejor interpretación de la última resolución es que no se pueda proporcionar armas a ninguna de las partes.

El portavoz rebelde Gheriani admitió que esas reticencias de la llamada comunidad internacional a armar a su bando podría prolongar la guerra mucho tiempo, aunque no descartó que puedan llegar armas por otros canales.

«Estamos menos equipados (que las fuerzas de Gadafi), pero somos el pueblo», aseguró.