Como en Pearl Harbour, Japón sorprendió a Estados Unidos en la final del Mundial femenino disputado en Alemania al superarle en la tanda de penaltis e inscribir su nombre con letras de oro en el torneo. Las niponas, que fueron dejando en el camino a equipos en teoría favoritos -entre ellos a las alemanas, actuales campeonas y anfitrionas-, nunca cejaron en su empeño de dar la gran sorpresa y tuvieron que sobreponerse hasta en dos ocasiones a la momentánea ventaja que consiguieron las norteamericanas.

Siempre fieles a su estilo -buen trato de balón, con pelotas sacadas desde atrás y una disciplina táctica encomiable-, las asiáticas plantaron batalla a las en teoría superiores estadounidense, que acabaron hincando la rodilla cuando se veían levantando el trofeo.

Las de Norio Sasaki tuvieron que aguantar, contra viento y marea, las numerosas acometidas de las yankis, especialmente en los inicios de ambas partes, pero unas veces la fortuna -las americanas golpearon hasta en dos ocasiones en la madera- y otras la falta de puntería de las de Pia Sundhage evitaron que el marcador se moviera.

No fue hasta el minuto 69, con la entrada de Morgan tras el paso por vestuarios, cuando el electrónico vio subir el 1-0. Se necesitó un fallo en ataque de las niponas para que perdiesen el balón y facilitasen el envío largo y preciso de Rapinoe que no desaprovechó la joven delantera estadounidense.

Ese tanto parecía dejar decantado el envite, pero nada más lejos de la realidad. Las dos veces campeonas del mundo iban a cometer un error defensivo en cadena a falta de ocho minutos para el final y Miyama sólo tuvo que empujar el balón a las redes para materializar la igualada y forzar una prórroga que se antojaba trepidante.

Ahí es donde Estados Unidos puso toda la carne en el asador, cercando la meta de Kaihori que se defendía como gato panza arriba, pero no podía evitar que las norteamericanas volviesen a mandar con su segundo gol, obra de Wambach.

Todo parecía decidido, pero las jugadoras del país del sol naciente volvieron a resurgir como el ave fénix y un remate inverosímil de Sawa -la mejor jugadora del campeonato- a la salida de un corner propició de nuevo una igualada que sólo se rompería en la tanda de penaltis. Ahí, en la muerte súbita, las teóricamente inexpertas demostraron llegar mucho más enteras psicológicamente y se llevaron el gato al agua.