La irrupción de Bildu en el mapa político de Euskal Herria nos ha permitido visualizar una nación vasca con identidad propia, bien diferenciada de la española. ¡El pueblo vasco existe! El día que tanto españoles como constitucionalistas vascos acepten esta realidad, desaparecerán muchos «diálogos de besugos» en los medios. A la luz de esta evidencia se podrían analizar, con objetividad, muchas cosas. Por ejemplo, la persistencia de un Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) mucho más político que militar. La diferencia entre lucha armada y terrorismo. La oposición frontal española al derecho de autodeterminación vasco. Los cincuenta años de ETA. El mantenimiento de una Audiencia Nacional en la que, con el mayor descaro, se politiza la justicia. El atropello que supone privar al pueblo vasco de un par de líderes abertzales como Otegi e Ibarretxe, (Mandela y Gandhi, con boina). Resulta particularmente penoso ver a uno en la cárcel y el otro prematuramente jubilado de la política. En mi senilidad suelo soñar con un Otegi en Ajuria Enea, en sintonía con un Ibarretxe fuerte en Madrid. ¿Por qué no? Euskadi se merece esto y más. ¡De ilusión también se vive!

El próximo 20-N, nacionalistas, soberanistas e independentistas abertzales tenemos una gran oportunidad. Bildu y Aralar han empezado a moverse y es de esperar que EAJ/PNV se sume a los intentos de plantear una acción común de cara a las próximas elecciones generales al Parlamento madrileño. Vamos a ver si es verdad que la velocidad se demuestra andando.