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La selección de Tuvalu busca su lugar en la FIFA

Una fundación impulsa -incluso con la venta de camisetas- la oficialidad de este archipiélago del Pacífico.

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Joseba VIVANCO I

Más de 3.200 millones de personas en todo el planeta, o lo que es lo mismo, el 46% de la población mundial, siguieron al menos durante un minuto la retransmisión de la Copa Mundial de Sudáfrica 2010, según recoge el reciente informe de la FIFA sobre audiencia televisiva.

Seguramente, la victoria final de los de Vicente del Bosque también fue seguida en lugares remotos, como el pequeño archipiélago de Tuvalu, un paraíso en la Tierra anclado en el Oceáno Pacífico, salpicado por un centenar de islotes -cuya superficie total apenas suma la de cualquier pequeña localidad vasca- y cuyo país vecino más cercano se encuentra a más de 1.500 kilómetros de distancia.

Tuvalu acaba de cobrar publicidad gracias a la imagen de ese pesado y lento sprinter de los 100 metros en el Mundial de Daegu, Sogelau Tuvalu, que en las series de clasificación realizó el segundo peor tiempo de la historia de los campeonatos (15.66). Pero en Tuvalu también le dan patadas al balón y sueñan con ser un miembro FIFA.

Estos días, en Asia o el Caribe numerosas selecciones se enfrentan ya en el camino hacia la cita de Brasil 2014. Las favoritas suelen ser las mismas, mientras que las comparsas vuelven a ser aquéllas que ocupan la cola en el ranking de la FIFA, como Samoa Estadounidense, Andorra, la cenicienta caribeña Monserrat y el combinado de San Marino -al que Holanda le hizo un 11-0 el pasado fin de semana-.

Hay algunas selecciones que han logrado escapar de esos puestos, como los piratas del archipiélago de las Seychelles, que acaban de escalar un buen número de puestos tras ganar el primer torneo internacional de su historia, los Juegos de las Islas del Océano Índico.

En su debut oficial perdió 18-0

Sin embargo, hay zonas del planeta -lo que nos suena mucho por estos lares- que están peleando duro por lograr colocarse siquiera en esa cola de la FIFA, y una de ellas es Tuvalu, que estos días ha estado disputando los Juegos del Pacífico, donde ha cosechado una victoria -ante Samoa Estadounidense, por 5-1-, un empate -ante Guam- y tres derrotas. Pero la disputa de este seleccionado va más allá de la de los campos de fútbol.

El 28 de mayo de 2007 -siete años después de ingresar en la ONU- Tuvalu se integró en la Oceania Football Confederation como `miembro asociado', aunque su primer partido oficial lo jugó en 1979, y perdió por un contundente 18-0 contra la Islas Fidji. Pero aquel desalentador debut no fue obstáculo para que este diminuto país quiera formar parte de «la gran familia del fútbol» que es la FIFA, como dijo su primer ministro.

En 2007 entró en la historia del fútbol por ser el primer país no perteneciente a FIFA en participar en un partido oficial de la eliminatoria para una Copa del Mundo, cuando se decidió que los Pacific Games oficiasen como primera ronda eliminatoria rumbo a Sudáfrica 2010 -Viliamu Sekifu marcó el primer gol de su país en unas eliminatorias mundialistas-, trámite que ha sido revocado de cara a Brasil 2014, lo que impedirá a los de Tuvalu poder repetir experiencia `mundialista'.

Pero mantienen su aspiración, pese a contar con un solo campo en malas condiciones y tener que jugar sus partidos como local fuera de casa. Las islas circulares de Tuvalu son, en su mayoría, demasiado estrechas para que entre un terreno de fútbol, y por eso aprovecharon una zona junto a la pista de aterrizaje. Pero tenía una base de coral que lo hacía demasiado duro. Hoy, gracias a la arcilla enviada desde las Fidji, ha crecido la hierba, aunque no la mejor.

Venta de la camiseta nacional

Nada arredra a los amantes del balompié, que disputan una competición juvenil y otra de adultos, con un millar de jugadores entre 12.000 habitantes. Su sueño es un terreno decente de hierba artificial, el que persigue junto a esa oficialidad FIFA la fundación Dutch Support Tuvalu, nacida en 2009 e impulsada por un holandés, Paul Driessen, que colabora con la federación local en ese reto -en 2008 el primer ministro llegó a reunirse con Joseph Blatter- .

Un primer paso ha sido el nombramiento este año de un seleccionador nacional, Foppe de Haan, quien fuera entrenador del Heerenveen holandés y lo clasificara para la Champions League en el año 2000.

El otro hito ha sido la campaña internacional de apoyo iniciada para alcanzar este logro, a través de la web www.friendsoftuvalu.tv (también en castellano), que incluye como novedad la venta de la camiseta oficial de la selección para recabar financiación y, quién sabe, financiar el primer partido de los tuvaluanos en campo propio.

«Comprándola ayudas al fútbol de Tuvalu», invitan en la web, donde se puede solicitar -sea como gesto solidario o de coleccionista- al precio de 59 euros, más 10 euros de gastos de envío a Europa. En su día, gracias a los beneficios obtenidos de la comercialización del dominio `.tv', Tuvalu logró costear su entrada en las Naciones Unidas. ¿Por qué no ahora en la FIFA?

El espíritu libre de la «Die Mannschaft»

A lo largo de su carrera ganó casi todos los títulos imaginables: una Copa del Mundo y una Eurocopa, una Copa de Europa, cinco Bundesligas, dos Ligas españolas... El gran Edson Arantes do Nascimento Pelé le incluyó en 2004 entre los 125 mejores futbolistas vivos. Hasta se rumorea que guarda alguna relación de parentesco con el papa Benedicto XVI. Nos referimos a uno de los más grandes jugadores alemanes, apodado cariñosamente Afro por su estilismo en el peinado. Hablamos de Paul Breitner, al que recordamos en su 60º cumpleaños este pasado lunes.

Fue un astro del deporte rey, admirado en todos los rincones del globo por su fenomenal combatividad, potente disparo y grandes dotes de líder, como cuando se atrevió con el penalti del empate ante la Naranja mecánica de Cruyff en la final del Mundial 74; o también cuando regresó para liderar a la selección de su país para alcanzar la final del Mundial 82.

Con 18 años, el Bayern Munich le ofreció un contrato profesional y abandonó sus estudios. A los 22 ya era campeón de Europa con su club y del mundo con la selección, y se convirtió en uno de los primeros ídolos futbolísticos de Alemania, sin que nunca se conformara con ser uno más, ni en el campo, ni fuera de él. A menudo fue presentado ante la opinión pública como un intelectual rebelde.

«A Breitner le endilgaron la imagen de ser un bicho raro en política desde que en sus años mozos se hizo una foto bajo un póster de Mao y proclamó sus simpatías por el Che Guevara», escribió en su día el diario alemán ``Spiegel''. Incluso podría haberse ganado la vida como actor, y es que de hecho actuó en ``Potato Fritz'', un western rodado en 1976. Jugó también en el Real Madrid de mediados de los 70, retornó a Alemania y se retiró en 1983. Actualmente trabaja como cazatalentos para su querido Bayern de Munich. J.V.

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