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Arantza Urkaregi | Compromisaria de la izquierda abertzale en BBk

Mentiras sobre la integración de las cajas

En nombre de los compromisarios y compromisarias de la izquierda abertzale en BBK, Arantza Urkaregi aborda el proyecto de integración de la caja vizcaina, Caja Vital y Kutxa, que será tratado en sus respectivas asambleas el 16 y el 23 de este mes. La autora considera que la propuesta que les ha llegado «está llena de mentiras».

El día 16 de este mes se reunirán las Asambleas de BBK y Vital, mientras que el 23 lo hará la de Kutxa. En el orden del día, la decisión sobre la integración de las tres cajas. Y una vez analizada la documentación entregada, tenemos una conclusión clara: la propuesta está llena de mentiras. No es la primera vez que hablamos de fusión de las cajas. Ha habido varios intentos que no fructificaron. En las propuestas anteriores se planteaba crear unas cajas de mayor tamaño, pero la novedad de la actual propuesta es que las cajas desaparecen como entidades financieras y entregan todo el negocio financiero a un banco: Bilbao Bizkaia Kutxa Bank, S.A.U. Utilizan el nombre de Kutxa Bank S.A. dicen que como «marca comercial», como si fuera algo nuevo, pero se trata del BBK Bank S.A., ya creado por BBK para gestionar los negocios financieros de Caja Sur.

La postura de quien dirige BBK, Mario Fernández, es conocida para las y los miembros de la izquierda abertzale en la Asamblea de BBK. La propuesta de fusión que llevaron a cabo con Caja Sur es la misma que ahora quieren repetir con BBK, Vital y Kutxa: separar el negocio financiero de las cajas y dejarlo en manos de un banco. Y esta propuesta es un ataque en la línea de flotación del carácter social de las cajas. Dicen que no se van a privatizar las cajas, que está garantizada su Obra Social o que, en momentos de crisis económica como la actual, la fusión fría es la única opción posible. Pero no hemos encontrado en toda la documentación ningún argumento que sostenga estas afirmaciones.

No se van a privatizar las cajas? Dicen que las tres cajas van a ser las únicas dueñas del banco, pero en el artículo 7 del Contrato de Integración el único compromiso es que las cajas van a tener el 51% del capital social, no el 100%. Y además, esto será así siempre que no decida lo contrario el 59% de los accionistas. Es decir, BBK (con el 57% de cuota de interés) podrá vender parte de sus acciones, incluso la totalidad de las mismas, si se pone de acuerdo con Kutxa o con Vital. En consecuencia, no hay ningún compromiso de que el 100% de las acciones quede en manos de BBK, Kutxa y Vital. Desde el inicio pueden acordar vender una parte a quien quieran y luego... hasta la totalidad.

En la Exposición de Motivos del Contrato de Integración se dice que «la crisis del sistema financiero requiere la adopción de nuevas estrategias de negocio cuyo desarrollo sería más difícil con la configuración -en cuanto a tamaño y capacidad de gestión- de las cajas como entidades independientes». ¿Cuáles son esas dificultades que dicen tienen las cajas? Aunque no lo mencionan, es claro que sitúan éstas en el carácter social de las cajas, en que no tienen acciones, no pueden salir a Bolsa,... y, en consecuencia, parece que tienen dificultades, según ellos, para ampliar capital. ¿Y cómo lo arreglan? Por medio del banco, para poder sacar acciones a Bolsa. Si no fuera así, ¿para qué pasar todo el negocio financiero a un banco? Harían una caja más fuerte y punto.

¿Está garantizada la Obra Social de las cajas? La cantidad a dedicar a la Obra Social lo decidirán, como hasta ahora, las Asambleas de las cajas pero con los «dividendos» que cobren por sus acciones en el banco. Una vez que el negocio financiero queda en manos del banco, las cajas serán las encargadas de gestionar la Obra Social. Pero, ¿con cuánto dinero contarán para ello? En primer lugar, el banco determinará cuántos dividendos abonará a sus accionistas. De momento el único compromiso es que en los tres primeros años se repartirá a las cajas al menos el 30% del resultado anual del banco, para que éstas lo dediquen a su Obra Social. Pero la caja deberá destinar, como mínimo, el 50% de la cantidad recibida a reservas, por lo que el importe real que llegará a la Obra Social solo podrá ser, como máximo, el 15% de los beneficios que obtenga el banco. Y después de 3 años, no hay ningún compromiso del banco en relación a la Obra Social.

El hecho de que sea el banco quien decida los beneficios a repartir no es una cuestión sin importancia. Hasta ahora hemos criticado la falta de democracia en el funcionamiento de BBK (y de las cajas en general), dado que el consejo de administración no refleja la pluralidad existente en las Asambleas. Su elección se realiza por el sistema mayoritario, de tal forma que casi la totalidad de sus puestos son ocupados por el PNV, que tiene la mayoría relativa en la Asamblea. En adelante, las cosas van a ir a peor: según los nuevos estatutos de las cajas, entre las competencias de su consejo de administración se encuentra el nombrar la representación en la Junta General del banco. En consecuencia, la representación obtenida a través de las y los impositores, en el banco se va a reducir a cero.

¿La única opción posible era la integración mediante la segregación de la actividad financiera a un banco? Evidentemente, no.

En el Contrato de Integración se dice que «tras valorar diversas alternativas, las cajas han llegado al convencimiento de que su integración en un grupo contractual de entidades de crédito, unida a la modalidad de ejercicio indirecto de la actividad financiera, constituye una opción particularmente adaptada a las características de su proyecto». ¿Cuáles son las alternativas que han valorado? Ni las mencionan, pero lo que sí reconocen es que es una opción, no la única, y, en su opinión particularmente adaptada. ¿A qué se adapta? Desde luego a las características de las cajas, no. Seguramente a los intereses expansionistas de las entidades financieras privadas, sí. No se adapta a las necesidades de las pequeñas y medianas empresas de Euskal Herria, y mucho menos a las necesidades de los pequeños ahorradores y de la mayoría de la ciudadanía vasca. Seguramente es una opción adecuada para los intereses de Mario Fernández y, según parece, también del PNV, por competir con las instituciones financieras a nivel del Estado español. Pero hay que tener en cuenta que puede ser una opción con muchos riesgos. En lugar de poner las cajas vascas al servicio de Euskal Herria y de la ciudadanía vasca, dirigen su mirada al Estado español y, si tenemos en cuenta la mala situación financiera de éste, no cabe duda de que esta postura más que beneficios, nos ocasionará perjuicios. Un ejemplo lo tenemos en lo ocurrido con Caja Navarra: entra en Banca Cívica, sale a Bolsa, y no consigue sino pérdidas y deslocalización. ¿Es es el futuro que Mario Fernández y el PNV quieren para las cajas vascas?

Los últimos test de estrés publicados el pasado julio dejaron claro que las cajas vascas no tienen riesgos, los han superado con soltura. Sus ratio de solvencia están por encima de la media europea y por delante de las del BBVA y Banco Santander. Si nuestras cajas están en una buena situación, ¿por qué no pueden seguir como cajas?

Los partidos políticos que impulsan este tipo de integración, PNV, PSE y PP, y los consejeros y consejeras que van a votar en las Asambleas, tienen una gran responsabilidad: abrir la puerta a la privatización y a la pérdida de la Obra Social de las cajas, si aprueban el proyecto tal y como se ha presentado. Pueden ayudar a destruir lo que podría ser el germen del sistema financiero público que necesita nuestro pueblo. Las consecuencias negativas de este proceso las sufriremos el conjunto de ciudadanas y ciudadanos vascos, aunque no hayamos tenido ninguna posibilidad de participar, de opinar, de decidir en el mismo. No podemos olvidar que un proceso de tanta importancia como éste, lo van a llevar a cabo sin el más mínimo debate social.

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