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Obama sale del córner y entra al ruedo electoral

Llevan razón los republicanos cuando afirman que el discurso sobre la política de empleo que Barack Obama hizo en el Congreso fue el primer gran acto de la campaña electoral para la reelección de 2012. Con unos niveles de aprobación bajo mínimos, con un paro, según datos oficiales, de más de un 9% que en datos reales puede ya alcanzar el 16% y el espectro de una recesión económica que planea amenazante sobre un país en declive, Obama optó por el ataque. Con un nuevo tono, más enérgico y apropiado para las grandes ocasiones, se alejó del terreno preferido de los republicanos -el recorte del déficit y la reducción de la deuda- y propuso un ambicioso paquete de estímulo -aunque evitó utilizar la desacreditada palabra para hablar genéricamente de políticas de empleo-. Consiguió reformular así el debate sobre la política económica y, conectando con el sentir mayoritario, se mostró más preocupado por la crisis del empleo que por la deuda y el déficit federal. El éxito o el fracaso en esa apuesta determinará si consigue un nuevo mandato o pasa a la historia como el Jimmy Carter de esta generación.

¿Y qué ocurrirá ahora? La respuesta es evidente, nada. Obama ha propuesto y los republicanos darán largas. Pero un análisis más profundo señala que el Obama impotente, confinado en el córner ante un Congreso controlado por republicanos y constreñido ante un Senado enclaustrado, irá a la batalla para encontrar su salida. Su discurso no fue de despedida, una conclusión, sino un llamamiento a la acción. Un disparo que llama a la carga.

Sus seguidores se contentarán al ver a Obama denunciar el «circo político» que paraliza su país; anunciar que no habrá más recortes fiscales a los millonarios y a las corporaciones, que no se desregulará más la economía, que se endeudarán para gastar en nuevas infraestructuras, y que así pondrá a los norteamericanos de vuelta al trabajo. La retórica suena bien, la eficacia está por ver. Si la elección fuese entre el Barack Obama de ese plan y los republicanos boicoteándolo y enrocados en sus trece, Obama ganaría. Pero nada está escrito.

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