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59 EDICIÓN DE ZINEMALDIA

Una exitosa edición en la que sólo han fallado la Sección Oficial y el Palmarés

La misma unanimidad con que se ha aplaudido la completa y atractiva programación de la 59 edición del Donostia Zinemaldia en su cojunto, se da a la hora de señalar que la Sección Oficial y su Palmarés han supuesto el único y mejorable lunar.

Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

La 59 edición del Donostia Zinemaldia se ha saldado con un importante éxito de los planes de crecimiento abordados por el nuevo director José Luis Rebordinos. Su proyecto consiste en hacer un gran festival a la manera de Cannes, Venecia o Berlín. Una idea ambiciosa que ha sido muy bien recibida por los medios internacionales desplazados a Donostia, así como por los aficionados al cine, que se han visto desbordados ante una oferta tan completa y atractiva.

Siento sana envidia de los compañeros y conocidos que han tenido la suerte de disfrutar como nunca, con la impresionante selección anual de Zabaltegi y con los muchos ciclos de interés.

El público donostiarra ha respondido igualmente con su masiva asistencia al aumento del número de secciones y de proyecciones, por lo que no hay duda de que las cifras que arrojará el balance final en cuanto al total de espectadores servirán para respaldar y potenciar el trabajo del actual equipo de dirección.

Pero dentro de este nuevo gigantesco Donostia Zinemaldia a cada cual nos toca cubrir una parcela del mismo y, por tradición, la crítica especializada tiene la obligación profesional de volcar su atención hacia la Sección Oficial, por la sencilla razón de ser la que presenta las películas a concurso. Se le supone importancia, debido a que de dicha competición depende la asignación de la categoria «A». Después de esta edición yo ya no lo tengo tan claro, pues observo que permanece estancada, lo que se hace más palpable frente al crecimiento y notable avance de otras secciones.

La impresión general entre otros colegas que siguen desde siempre la Sección Oficial es la de que realmente «no hay más cera que la que arde», y que Donostia no puede aspirar a tener el nivel de películas a concurso de que disponen Cannes, Venecia, Berlín, o incluso Toronto. Por lo tanto le dan la razón a Rebordinos, cuando inteligentemente opta por parecerse a esos grandes festivales en el resto de su voluminosa programación.

He llegado a la conclusión de que la crítica entiende las limitaciones de la Oficial, y ya no se rasga las vestiduras ante unas puntuaciones medias en las que los suspensos empiezan a ser moneda común. Mucho mejor todavía acepta la situación el Jurado Internacional de turno, cuyos miembros parece que vienen hasta predispuestos y con la lección bien aprendida. A Donostia le atribuyen un tipo de películas raras, que dificilmente tienen cabida en otros festivales, como tampoco encuentran una normal distribución. Y suelen premiar justamente eso, el material descartable, lo que no gusta ni a la crítica ni al público.

Sin embargo, soy de los que me resisto a comulgar con tal postura negativa y derrotista. No se puede tirar la toalla y dejar la Oficial por imposible, haciendo chistes sobre si el Jurado se ha querido solidarizar con el pueblo dogon o con la crisis helena. No tiene gracia, menos si pienso en la injusticia que se ha cometido con Enrique Urbizu, un cineasta que se tiene que tragar a la fuerza el dicho de que «nadie es profeta en su tierra».

Estoy totalmente de acuerdo en que es mucho más elegante comunicar el Palmarés en la Gala de Clausura, con un público politicamente correcto que, en su mayoría, ni siquiera ha visto las películas premiadas. Todo queda perfecto, con aplausos de cortesía incluidos. Se evitan así los desagradables abucheos de la prensa.

Sin embargo, todas las ceremonias de sonrisa obligada tienen sus gestos feos entre bambalinas. Es rigurosamente falso que la información del Palmarés esté blindada, tal como se ha podido leer en algún medio local. Quienes se desayunaran el mismo sábado por la mañana con «El País», pudieron comprobar que el diario de gran tirada ya adelantaba el contenido principal de tan supuestamente secreto Palmarés.

Pese a todos los pesares, insisto en que la falta de aspiraciones de la Seción Oficial no es sana, y que puede acabar contaminando al conjunto de Zinemaldia si no se dan los pasos para su necesaria recuperación. Una vez logrado el crecimiento y mejora del resto de la programación, conviene volver a concentrar esfuerzos en la selección de películas a concurso, así como en la llegada de los invitados que han de presentarlas con la notoriedad que merecen.

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