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Urgen al cambio de este sistema económico por otro «sostenible»

Cada vez son más perceptibles las señales de alarma sobre el posible crack del sistema económico vigente basado en el «rey mercado». Algunos expertos lo dan ya por hecho y avanzan que estamos condenados al cambio por otro modelo que sea, evidentemente, sostenible. Es el caso de Yannick Roudaut, periodista especializado en el sector financiero que está convencido de que «aunque todavía no seamos conscientes de ello», esa transición está ya en marcha.

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Arantxa MANTEROLA |

Invitado en el marco de las jornadas internacionales LINKS en Baiona, donde estos días han debatido sobre la posible aportación de la eco-restauración de los cascos históricos a la economía local, Yannick Roudaut ofreció una conferencia cuyo eje pivotaba sobre «la Economía de otro modo».

El periodista especializado en temas financieros está convencido de que el cambio del sistema en vigor «se dará por razones eminentemente sociales, económicas y medioambientales».

Tomando como referencia dos eras que han sido trascendentales para la humanidad (el Neolítico por el nacimiento y consolidación de la agricultura y el Renacimiento que supuso el paso del feudalismo a una nueva forma de ver el mundo centrada en el ser humano), el especialista que ha publicado varios libros en torno a esta temática, considera que el actual momento puede compararse con el de esas grandes mutaciones.

Obviamente, no cae en el simplismo primario que pueden conllevar estas afirmaciones y destaca que el «momento» al que se refiere puede durar años y que, como todas las grandes transformaciones, «será complejo y no exento de sufrimiento y conflictos». De hecho, cree que en la actualidad ya hay dos modelos que, de cierta manera, «están a cohabitando». Uno que está en declive y otro que está surgiendo.

Monstruo voraz

En un exhaustivo repaso de los últimos treinta años, Roudaut afirma que, desde que en los años 80 se afianzó el ultraliberalismo con la práctica de la desregulación, las crisis han ido sucediéndose. «Unas crisis que nos han llevado al derrumbe del sistema financiero, convertido en un monstruo voraz que escapa de cualquier control, incluido el de los estados».

Si bien reconoce que las responsabilidades mayores no pueden atribuirse al ciudadano de a pie, el economista no lo exime de su parte de culpa en la actual situación, «en tanto en cuanto, cada uno en su medida, sea consciente o inconscientemente, participa en ese sistema cuyas consecuencias son cada vez más manifiestas».

Centrado en particular en la situación europea y, más globalmente, en la de los países occidentales, Roudaut anticipa «un periodo de inestabilidad política dado que los estados, con sus planes de austeridad que no hacen más que gravar más a los ciudadanos, destruyen empleo y realimentan el sistema financiero enviciado, y no van a aportar soluciones duraderas por lo que será dificilísimo evitar el empobrecimiento, especialmente de las clases medias».

A la vista de sus análisis, afirma que «no nos queda otra que cambiar todo esto». «Pero, ¿en qué sentido?», se pregunta proponiendo algunas directrices.

Entre ellas, evidentemente, la de no repetir los mismos errores, la de no dar por sentados innumerables tótems que evitan abordar otros caminos, la de ir creando alternativas que, de hecho, poco a poco, en numerosos ámbitos son ya palpables.

«Hay que volver a replantearse todo. En ese sentido, ya han comenzado a implantarse algunas microiniciativas que, si bien son en principio inconexas, van todas en el mismo sentido, es decir, en el de desarrollar un sistema sostenible. Se percibe una emergencia de la economía del buen sentido». Cita como ejemplos las redes de consumo responsable, de apoyo a la economía local, nuevos tipos de organización social, ciudades o ecobarrios que apuestan por un aprovechamiento máximo de los recursos, huertas urbanas, entidades financieras que practican la inversión socialmente responsable (ISR) y movimientos militantes activos como el de los indignados.

Roudaut engloba sus tesis en el concepto «alter» porque está convencido de que el sistema que padecemos ahora ha hecho quiebra, lo que da una oportunidad a una transformación desde la raíz que, por supuesto, no se hará en dos días. «Estamos condenados a cambiarlo. O seguimos como hasta ahora y en no mucho conoceremos la implosión de Europa, o construimos otra cosa. No hay medios caminos», apostilla.

YIN y YANG

Roudaut no cree que el apoyo a la economía local y cercana caiga en el proteccionismo. Considera que la globalización es algo que ya está ahí y que no hay que por qué elegir: «Los dos opciones son compatibles. Son como el yin y el yang».

mAterias primas

Según el periodista, Occidente está eludiendo el problema de la falta de materias primas (zinc, cobre, nickel, petróleo...) a pocos años vista. Mientras, los países emergentes (China, Brasil...) ya están ensayando otras vías.

Inversión humana, económica y medioambiental

Yannick Roudaut es consciente de que sus planteamientos pueden parecer algo románticos y que se enfrentan a un escepticismo muy extendido entre la denominada opinión pública, en tanto en cuanto ésta ha sido «moldeada» en base a un sistema centralizado y casi único que considera imposible de cambiar.

Sin embargo, incide en que, no hace tanto, algunos planteamientos como por ejemplo el del propio concepto ecologista «producían risa» y hoy en día se ha convertido un aspecto insoslayable para cualquier tendencia ideológica.

El periodista recuerda que las utopías de hoy pueden -y en este caso, deben- ser las realidades de mañana. «Cuando las cosas van muy mal es entonces cuando se plantean nuevas vías. Hay que abordar el retorno a la inversión humana, medioambiental y económica, tres criterios indisociables para que esto funcione. Es realizable» asegura. Se muestra confiado porque ve signos esperanzadores (caída de los «barones» de las finanzas, lección de Fukushima, caída de los sistemas feudales en el mundo árabe...).

Además, estima que nos lo debemos a nosotros mismos y a las jóvenes generaciones a quienes se les está planteando un futuro nada halagüeño. «De seguir así, tendrán menos poder adquisitivo, habrá más paro, deberán pagar las enormes deudas contraídas estos años por los estados y, encima, no es seguro que tengan contraprestaciones como la de la jubilación». A.M.

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