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Ramón SOLA

El «clic» de Mendilibar

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Pep Guardiola ha contado que el momento más apasionante de su profesión de entrenador se produce cuando está solo, en los sótanos del Camp Nou, rodeado de vídeos, y de repente, «clic», se enciende esa bombilla que le indica cómo tiene que encarar el siguiente partido, dónde está el punto vulnerable de su rival. Una especie de «¡eureka!». Uno se imagina también así a José Luis Mendilibar, seguramente con menos medios pero con la misma pasión e idéntico afán de trabajo. Y vistas sus alineaciones, resulta muy evidente que «Mendi» también siente ese «clic» que le lleva casi siempre a introducir un nuevo instrumento o cambiar alguna nota, aunque la orquesta haya sonado muy afinada en su anterior comparecencia y la melodía esté ya bien aprendida. El de Zaldibar se está revelando como una clara víctima de eso que se ha dado en llamar «ataques de entrenador».

Ese «clic» que en el despacho parece tan brillante puede acabar siendo una trampa para el entrenador. Una idea buena en la pizarra no siempre se concreta en el campo, donde lo que manda es el factor humano. Y siempre deja la duda en la afición, porque los entrenadores son muy poco partidarios de revelar sus secretos a los suyos, no vaya a ser que les oigan los rivales. No se sabe, por ejemplo, qué pretendió hace dos semanas en Gijón colocando en los interiores a Damiá y Timor. Ni se sabrá qué pretendió ayer con ese inédito trivote de vocación exclusivamente defensiva.

El caso es que el «clic» que sonó en la cabeza de Mendilibar entre semana volvió a quedarse en un churro. Con más tapones que nunca, Osasuna fue un colador durante la primera media hora, no tuvo posesión de balón ni control alguno del juego, presionó arriba peor de lo que acostumbra, se cargó de tarjetas y ni uno de sus tres hombres-boya destacó pese a jugar más arropados que nunca (para colmo, el 1-0 de Medel llegó desde esa posición en la que teóricamente había overbooking rojillo).

Sin irse muy lejos en el tiempo hay sobrados ejemplos de que los planes B de Osasuna funcionan mejor que los A: el de ayer es uno más tras los de Gijón, Anoeta o los choques caseros ante Villarreal, Valencia, Atlético... Es raro encontrar un encuentro en que el técnico no haya mejorado al equipo con los cambios introducidos, algunos muy temprano (ayer fueron dos en el descanso). Mendilibar se está mostrando como mejor gestor de sus errores que de sus aciertos, aunque sea un raro consuelo.

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