Una ocasión de devolver el tren a Mungia, cuando el metro llegue a Loiu
Si se cumplen las previsiones, el metro llegará al aeropuerto de Loiu en 2016. Siete kilómetros más de vía llevarían el suburbano hasta Mungia, una idea para la que colectivos ambientalistas como Butroi Bizirik reúnen apoyos, en defensa del beneficio social, ambiental y económico que representaría para el eskualde.
NEREA GOTI
La llegada del metro al aeropuerto (prevista para 2016) acerca a Mungia la posibilidad de recuperar la conexión ferroviaria con Bilbo. De momento, no hay proyecto ni voluntad expresa de las instituciones para estudiar esta posibilidad, pero la iniciativa ciudadana ha puesto en marcha diversas dinámicas para hacer ver a la Administración que la comunicación Mungia-Bilbo por vía ferroviaria representa una opción de reducir emisiones de CO2 y por tanto una importante mejora medioambiental, una solución al intenso tráfico y a los colapsos en los accesos a Bilbo y una alternativa para más de 13 millones de desplazamientos al año.
«La llegada del tren al aeropuerto supone un momento oportuno para que se contemple la posible continuidad hasta Mungia. Esto es bueno para Mungia y para Bilbao», sostiene José Ramón Fano, portavoz de la asociación Butroi Bizirik. Es precisamente este colectivo de Mungia el que está impulsando la demanda con un importante apoyo popular, que se traduce en más de 5.000 firmas recogidas.
La idea de recuperar el tren a Mungia no es nueva. «Hay un anteproyecto de trazado encargado por el Ayuntamiento a la ingeniería Idom, a partir de la prolongación de la línea una vez llegue al aeropuerto, y que plantea dos trazados, uno que seguiría en parte la vía del antiguo tren, paralelo al bidegorri, y otro trazado por la zona este, que contempla la posibilidad de que un día prosiga hacia Bermeo», explicó Fano.
A juicio de Butroi Bizirik, la viabilidad de una nueva línea estaría avalada teniendo en cuenta que al año se producen más de 13 millones de desplazamientos -contando los movimientos en vehículos privados y en las diferentes líneas de autobús- según cálculos realizados por la propia Diputación vizcaina.
un menor coste, aún por estudiar
No se ha calculado la inversión que precisaría prolongar la línea de Loiu a Mungia, a falta de que se definan posibles trazados, pero según subraya Fano, el coste estará muy por debajo de la estimación que ya tenía el Gobierno de Lakua para una nueva línea entre Bilbo y Mungia, que calculaban en 90 millones de euros. «Nosotros estamos hablando de 7 kilómetros de vía que podrían transcurrir en parte bajo tierra o en superficie», precisan desde Butroi Bizirik sobre una opción que representaría un coste notablemente inferior.
Mientras la idea cobra adeptos en la calle, la otra batalla del colectivo medioambientalista para que se contemple la llegada del tren hasta Mungia se libra ante las instituciones. Explica Fano que en esta materia están implicados el Gobierno de Lakua, quien ostenta la competencia en lo que respecta a la red de ferrocarriles, a través de Eusko Trenbide Sarea, al frente de la gestión del metro, y el Consorcio de Transportes, en el que participan Lakua y la Diputación.
«Diputación echa balones fuera y dice que es competencia del Gobierno Vasco y Eusko Trenbide Sarea dice que no es sostenible, que no ve viabilidad al proyecto», apunta Fano, al tiempo que añade que «solo manejan datos de los autobuses, pensando en cambiar autobuses por tren». «No se puede contemplar solo los usuarios de lineas de autobús, porque el mayor volumen de viajeros potenciales está en los vehículos privados». Resalta, asimismo, que Mungia es el municipio cabecera de una comarca con 27.000 habitantes. Añade otra cuestión, a raíz de lo planteado por un estudiante, que comentó que haciendo un recorrido similar a un vecino de Algorta, el de Mungia gasta tres veces más en desplazamientos.
La demanda de un «tren social» que devuelva la conexión ferroviaria entre Mungia y Bilbo tiene defensores en las filas de diferentes formaciones políticas a nivel local. La idea se puso sobre la mesa en Mungia en 1987, a instancias de Euzkadiko Ezkerra y un año más tarde, los ayuntamientos de la zona pidieron la vuelta del tren, una idea descartada por Lakua solo dos años más tarde y recuperada por Butroi Bizirik en 2009.
Bildu empuja en la misma dirección
Hasta la fecha sólo Bildu mantiene una dinámica propia para relanzar el debate y aunar apoyos en torno a un proyecto que forma parte de su programa electoral. La coalición soberanista defiende una línea de tren social en sintonía con el planteamiento que hace Butroi Bizirik, y ya está trabajando tanto en Juntas Generales de Bizkaia como en el eskualde, para poner en marcha iniciativas que hagan llegar a la Diputación vizcaina y al Ejecutivo de Gasteiz las mejoras de carácter social y ambiental que acarrearía una conexión por tren hasta Mungia.
Bildu estudia, por ejemplo, la presentación de mociones a los ayuntamientos, al tiempo que participa junto a Butroi Bizirik en iniciativas como el acto popular que se prepara para el próximo día 11 en Mungia, en el que coincidiendo con el 37º aniversario de la desaparición del antiguo tren, habrá una concentración, además de otros actos, para reunir la mayor adhesión popular posible y hacer constar el respaldo social con el que cuenta la demanda popular.
Nerea GOTI
Hubo tren entre Mungia y Bilbo, entre julio de 1894 y mayo de 1975. Fue explotado por la Compañía de Ferrocarril de Lutxana hasta 1947, fecha en la que pasó a manos de Ferrocarriles y Transportes Suburbanos de Bilbao SA, hasta la supresión de la línea en 1975, alegando motivos de ampliación del aeropuerto de Loiu así como su inviabilidad económica.
Tenía cuatro estaciones y ocho apeaderos. Quienes conocieron el viejo tren, recuerdan que la primera estación en Bilbo estaba en las Calzadas de Mallona. Aquel edificio es ahora el Museo Arqueológico. Los vagones de tren verde paraban después en Ciudad Jardin-Matiko, La Ola, ya en Sondika, y posteriormente en Gaztañaga, Aiartza, Artebakarra, Zabalondo y Atxuri, ya en Mungia. Como otros de su tiempo, las primeras locomotoras fueron de vapor, más tarde eléctricas, que tiraban de tres o cuatro vagones de madera. Hubo un tiempo en que mantuvo incluso dos categorías de viajeros, de primera y de segunda.
José Ramón Fano conoció y montó en aquel tren que tardaba unos 40 minutos en completar el recorrido entre Mungia y Bilbo, un tiempo que no está nada mal para un tren de la época. No recuerda la frecuencia, pero guarda en la memoria una travesura de juventud no exenta de cierto peligro. «En el túnel de Artebakarra, el tren tenía que pasar despacio porque con la vibración casi tocaba las paredes. Los chavales solían sacar un bolígrafo o un lápiz para calcular la distancia entre el vagón y el túnel», cuenta.
Estudiantes, baserritarras que llevaban sus productos a las plazas o trabajadores de grandes empresas de la época como Artetxe, Manufacturas Eléctricas u Olalde eran los principales usuarios de una vía que quedó en desuso alegando la aludida ampliación del aeropuerto, que no llegó, e inviabilidad económica, después. «Efectivamente no fue un tren que iba a tope, pero entonces había entre 6.000 y 7.000 habitantes en Mungia y ahora son más del doble», sostiene Fano, sin contar el auge industrial y la actividad estudiantil actual. «Nosotros pensamos que en un tema social no se puede mirar solo lo económico». N.G.
Butroi Bizirik maneja datos de la propia Diputación vizcaina, que cifran en más de 13 millones los desplazamientos que se producen al año entre Mungia y Bilbo.