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Egon Schiele, la evolución estilística al servicio del reflejo del alma

El museo Guggenheim alberga hasta el 6 de enero de 2013 la muestra «Egon Schiele», formada por un centenar de dibujos, gouaches, acuarelas y fotografías que conforman una perspectiva única de la evolución estilística de Schiele. En diez años de actividad, Egon Schiele fue del academicismo a la abstracción pasando por el modernismo vienés y el expresionismo buscando siempre la forma de reflejar la personalidad interior a través de la gestualidad del cuerpo.

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Alvaro HILARIO | BILBO

Desde hoy y hasta el 6 de enero de 2013 ya se puede disfrutar en el museo Guggenheim Bilbao de la muestra «Egon Schiele». La misma está compuesta por cerca de un centenar de trabajos -realizados en diferentes técnicas sobre papel- que conforman una perspectiva única de la evolución estilística de Schiele (1890-1918). El maestro austriaco realizó más de 2.500 obras sobre papel y 330 pinturas sobre madera o lienzo, siendo los primeros los que poseen una mayor libertad y expresividad.

La generosa producción artística de Schiele, desarrollada en una década, quedó frustrada por su temprana muerte lo cual no fue óbice para que su trabajo evolucionara desde el primer clasicismo a una tardía abstracción, después de haber habitado el mundo del modernismo vienés que Klimt encabezaba y de convertirse en el padre del expresionismo austriaco.

La tarea de Schiele, caracterizada por un dibujo de trazos rápidos y nuevas utilizaciones del color, perseguía reflejar los diferentes personajes que habitan el interior de las personas, el desgarro interno fruto de un tiempo convulso donde desaparecen las certezas y, en definitiva, el ideal burgués de seguridad.

La exposición es fruto de la colaboración con el Albertina Museum de Viena, siendo su director, Klaus Albrecht Schröder, el comisario de la misma. Un trabajo que, como señaló en la presentación, ha hecho «con gran pasión».

La relación de la fundación Guggenheim con Egon Schiele se remonta a 1965 cuando se realizó en Nueva York una muestra con trabajos de Klimt y el propio Schiele; la primera y segunda muestra, respectivamente, en Estados Unidos de estos grandes de la pintura mundial.

Viena, siglo XX

Nacido en el seno de una familia de funcionarios, Egon Schiele ingresó en la Academia de Viena a la temprana edad de 16 años para iniciar su formación artística.

Comienza el siglo XX y el ambiente intelectual de Viena está agitado por personalidades como Sigmund Freud, Gustav Klimt, Gustav Mahler o Ludwig Wittgenstein. Es una sociedad fracturada, dividida, convulsa que, en puertas de la Primera Guerra Mundial, asiste al derrumbe del otrora poderoso Imperio Austro-húngaro.

En la Academia Schiele recibió una solida formación clásica patente, por ejemplo, en su dominio a la hora de dibujar la anatomía humana. De esta época son, por ejemplo, dos de los autorretratos (temátiva poco habitual en aquellos tiempos) exhibidos en el Guggenheim: «Autorretrato» (1906) y «Autorretrato con banda en la cabeza» (1909); en estos ya se percibe un alejamiento de las enseñanzas academicistas y un progresivo acercamiento al estilo «Secesión» (modernismo vienés capitaneado por Klimt).

En 1909, Klimt invita a Schiele a exponer sus obras en la Kunstschau (exposición o demostración de arte) de 1909. Allí xdescubriría el trabajo, entre otros, de Van Gogh y Munch.

En opinión del director del Albertina Museum y comisario de la muestra, Klaus Albrecht Schröder, Schiele desarrolla, a partir de ese momento, «una nueva concepción del arte fuera ya de la belleza academicista», explora un nuevo uso del color (morados, verdes, granastes o naranjas sobre la piel humana) persiguiendo «expresar el desgarro interno» de las personas.

No solo el desgarro: Egon Schiele (muy en la línea de las ideas de Freud) pretende sacar a la luz todas las facetas de la persona, incluida la sexual. El color es primordial a la hora de hacer presente el sexo, la sensualidad de las personas: Schiele remarca labios, pezones y órganos sexuales con la utilización de colores calientes, como rojo o naranja.

Expresionismo

Podemos decir que Schiele entra de pleno en el expresionismo, a pesar de no integrarse formalmente en grupos expresionistas, como Der Blaue Reiter (liderado por Kandinsky).

Entre 1909 y 1910, Egon Schiele realiza una serie de retratos (Anton Faistauer, El Violonchelista) donde se revela ya su inconfundible estilo dominado por la obsesión de reflejar el cuerpo y su lenguaje gestual, la mímica.

Los modelos que utiliza son muchachas, jóvenes y niños y el desnudo es el medio que emplea para ahondar en la personalidad humana, para descubrir quiénes somos: Schiele busca la «desnudez física y sicológica» de los modelos, opina Schröeder.

«Pretendía reflejar la personalidad interior a través de la reproducción del cuerpo. A través de la mímica, de la gestualidas quiere reflejar el alma, el movimiento interior existencial», señaló el comisario de la exposición.

Dentro de esta experimentación, de esta búsqueda artística, tienen relevancia las figuras humanas representadas en mitad de la nada, la «presencia de lo ausente»: un violonchelista sin el instrumento, un abrazo donde solo aparece una persona. Según explicó el señor Schröeder, esas figuras quieren decir que «ya no hay nada a lo que agarrarse; la sociedad se hunde y la gente carece de todo aquello que le daba seguridad».

Aunque su trabajo pictórico formal evoluciona hacia la abstracción (tiende a estilizar las figuras humanas, a esquematizarlas en base a construcciones geométricas) no ceja en esa permanente búsqueda de la personalidad, de las facetas y personajes que el ser humano contiene. De hecho, él mismo se autorretrata interpretando esos diferentes papeles. Es la búsqueda en tiempos de crisis, en tiempos de muerte del ideal burgués (recordemos que nos movemos ya en plena Primera Guerra Mundial).

Egon Schiele es un grande de la pintura universal, un revolucionario, un experimentador. Tres salas, un centenar de obras, una maravilla para no perdérsela.

Aunque son los dibujos sobre papel realizados en diferentes técnicas (lápiz, tiza, colores opacos, acuarelas, gouaches), la muestra también contiene fotografías, soporte que causó una fuerte impresión en Schiele y con el que también quiso experimentar en el estudio de la gestualidad como reveladora de mundos internos, desconocidos.

Didáctica

La muestra se complementa con un espacio didáctico que ofrece a los visitantes los datos más relevantes de la biografía del artista contextualizados en la transformación social y política de Austria, un estado camino de la modernidad y generador de avances en las ciencias y el arte. El espacio didáctico también presenta las relaciones que tuvo con otros artistas.

INTERIOR

La tarea de Egon Schiele, caracterizada por un dibujo de trazos rápidos y nuevas utilizaciones del color, perseguía reflejar los diferentes personajes que habitan el interior de las personas, su desgarro interno.

EXPRESIONISTA

Podemos decir que entre 1909 y 1910 Schiele entra de pleno en el expresionismo, a pesar de no integrarse formalmente en grupos expresionistas, como Der Blaue Reiter (liderado por Kandinsky).

Una vida corta, intensa y no exenta de problemas a caballo de dos siglos

Egon Schiele, cabeza del expresionismo austriaco, nació el 12 de junio de 1890 en Tulln an der Donau (Austria), donde su padre, Adolph, era el jefe de estación. Su madre, Marie, provenía de Krumau (Bohemia; República Checa).

A los 16 años ingresó en la Academia de Bellas Artes de Viena donde a pesar de hacerse con una solida formación técnica fue rompiendo con el naturalismo con un radical tratamiento del color y nuevos y desconcertantes motivos como el desnudo erótico explícito o los retratos de niños, acercándose al Modernismo vienés. Schiele desarrolló una forma muy personal y característica en la utilización decorativa de las superficies planas o las líneas ornamentales.

A partir de 1907, Egon Schiele se grangea la amistad de Gustav Klimt, quien le ayudará a promocionar su trabajo obligándole a mostrar su obra en diferentes exposiciones. En 1909 descubrió el trabajo de Van Gogh y Munch, algo que le impresionó profundamente.

En 1911 se trasladó con su amante de 17 años Valerie («Wally») Neuzil a la localidad natal de su madre. Su modo de vida, su trabajo y la utilización como modelos de muchachas y niños no eran aprobados por sus vecinos y fueron expulsados. Se trasladaron a Neulengbach ( a 35 kilómetros de Viena) donde fue acusado de seducir a una menor y por ello encarcelado durante tres semanas. Dos años después conoció a Edith Harms, con quien contrajo matrimonio el 17 de junio de 1915. A pesar de ser reclutado, siguió exponiendo en toda Europa. En otoño de 1918, Edith y él murieron de gripe. A.H.

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