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La sociedad anónima con un capital social más atomizado

Joseba ITURRIA

De la Junta del miércoles se podía destacar que la Real pueda presentar el presupuesto más alto de su historia con una previsión de beneficio de 1,15 millones a pesar de estar confeccionado desde la prudencia absoluta. También que ha cerrado el último ejercicio con un superávit muy superior al previsto o que este Consejo ha conseguido el 97% de votos favorables en una Junta gracias a su capacidad de aglutinar a la gran mayoría de las sensibilidades del club.

Pero se ha incidido especialmente en los datos de asistencia de accionistas y las acciones representadas para poner en discusión algo que no lo admite, la atomización del capital social. No es algo negativo que acudieran a la Junta 147 accionistas en una situación en la que la masa social está de acuerdo de manera casi unánime con su Consejo. Lo preocupante sería esa asistencia en una situación de crisis.

En base a esa asistencia se han relacionado esos 174 accionistas con las 44.058 acciones, un 33,5 del capital social, que participaron en la Junta para cuestionar la atomización del capital social sin destacar que correspondía a 1.740 accionistas, presentes o representados.

Este debate es un peligro para la Real. Ha sido muy negativa la ampliación del Consejo presidido por Miguel Fuentes, con participación de su suegro para comprar entre diferentes personas y sociedades un 6% del capital social. Uno piensa que esta compra no se hizo con el objetivo de controlar la Real, sino de evitar el fracaso de una ampliación que nunca debió producirse porque todo lo recaudado se gastó casi en el fichaje de Rivas y porque desestabiliza al club con la teoría falsa de que unas pocas familias controlan el 30% del capital que no ha sido adquirido por pequeños accionistas.

La realidad es que ese 30% está muy repartido entre más de un centenar de accionistas que no solo no están relacionados entre sí en cinco familias, sino que incluso están enfrentados o son neutrales. Al margen de las 8.700 que se podrían relacionar con una familia, tras la ampliación Badiola quedó con 500, Malvido con 1.017, Astore con algo más de 2.000, Cantillo tenía 1.731 que vendió a José Ramón Plaza, entre Kutxa y Ayuntamiento de Donostia suman 4.604 que nunca se decantan en una Junta, lo mismo que no se pronunciarían en unas elecciones las acciones de la Guipuzcoana, el DV y otras empresas.

Esta es la realidad. El capital social de la Real está muy repartido y no está controlado por cinco familias. Una mentira nunca será verdad por mucho que se repita. El problema es que se utilice este debate, sobre todo cuando llegue un momento de crisis, que llegará, para impedir que alguien diferente pueda presentarse.

Las elecciones del 2007 y lo sucedido en la Junta del 2008, cuando el Consejo de Aperribay sustituyó al de Badiola, demostraron que se utilizó para amedrentar para que no pudiera registrarse una alternativa. En 2007 nadie quiso presentarse y los que lo hicieron en 2008 salieron escoltados por la Ertzaintza. En 2013 tiene que haber elecciones al Consejo de la Real y, sean quiénes sean los candidatos, todos tienen las mismas opciones de convencer a los pequeños y a los grandes accionistas, y a nadie se le deberá amedrentar por la falacia de las cinco familias y la carpeta naranja que ataca la esencia de la sociedad anónima del mundo que tiene el capital social más atomizado.

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