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«Ocho apellidos vascos»: crónica de un rodaje

Según la agenda de rodaje -esa que nunca está cerrada, pero pretende ser aproximada- ayer tocaba escena de interior. Cruzado el umbral del asador Bedua de Zumaia, la prensa se arremolina alrededor del ensayo de la escena en la que participan los tres protagonistas de la película que dirige Emilio Martínez Lázaro, «Ocho apellidos vascos».
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Koldo LANDALUZE

Antes de sentarse a la mesa -y tras sonar la claqueta y el «acción» de rigor- Dani Rovira, Clara Lago y Karra Elejalde se encuentran a pie de barra compartiendo un breve diálogo en el que el primero dicta al tercero seis de sus primeros apellidos vascos. Clara Lago, por su parte, intenta arreglar el embrollo dialéctico en el que se encuentra el apurado personaje que encarna Rovira. Entre toma y toma, resulta obligatorio salir a la calle para huir momentáneamente del calor de los focos. En el exterior del asador, topo con alguien vestido de negro riguroso. Se trata de Telmo Esnal («Aupa Etxebeste!»), que participa en la escena haciendo un breve cameo ejerciendo de camarero. Mientras compartimos una breve conversación, Karra Elejalde se acerca, prolongado la interpretación de sí mismo que siempre le acompaña y nos saluda rebautizándonos como dos santos benedictinos. Le devuelvo el saludo agradeciéndole esta alabanza honrosa proveniente del mismísimo fray Guillermo de Basquerville.

En su réplica, Elejalde sentencia antes de soltar una carcajada: «Los franciscanos somos gente muy humilde y devota, queridos hermanos». Dicha esta alusión a la obra de teatro que se encuentra representando estos días, «El nombre de la rosa» (una ambiciosa producción de Ados teatroa sobre la novela del mismo título de Umberto Eco), la situación vuelve a su cauce cuando Karra Elejalde se reengancha a su personaje de Koldo y parte hacia el interior para repetir la escena.

«Ocho apellidos vascos» es una producción de Tele 5 y LaZona y su trama lleva la firma de Borja Cobeaga y Diego San José, autores de los largometrajes «Pagafantas» y «No controles». Ateniéndonos a lo que revela el guión, este sigue al pie del dictado esos enredos que tan buenos réditos otorgaron a Cobeaga y San José en sus dos proyectos anteriores. Según un rumor escuchado durante el rodaje, Borja Cobeaga fue la primera opción para dirigir este proyecto, pero el cineasta y guionista donostiarra declinó la oferta porque, en su siguiente proyecto, quería rodar algo nuevo y alejado de este tipo de comedias.

Finalizada la toma, por la tarde retomarían la escena de interior, el equipo se dispersa por los hermosos exteriores de Bedua. Sentados a una mesa, Dani Rovira, Karra Elejalde y Clara Lago se prestan a responder las preguntas relacionadas con este film cuyo rodaje ha transcurrido en Leitza, Lasarte, Zumaia, Getaria y que finalizará, dentro de tres semanas, en Sevilla.

Un monologista en Zumaia

Las primeras de las preguntas inciden en Rovira y su debut en el medio cinematográfico. Este conocido cómico, que ha alcanzado gran renombre gracias a sus monólogos en propuestas como la televisiva «El Club de la Comedia», ha asumido el rol protagonista de «Ocho apellidos vascos», Rafa, una especie de señorito andaluz que no ha salido jamás de Sevilla y cuya rutina cambia por completo cuando conoce, en la Feria de Abril, a la primera mujer que se resiste a sus encantos: Amaia, una vasca. Decidido a conquistarla, Rafa viaja hasta un pueblo imaginario de Euskal Herria y allí topará con el temible padre de la protagonista, Koldo, un arrantzale del PNV cuyo apego al RH hará sufrir al sevillano reconvertido en «abertzale» por exigencias del amor.

«La verdad es que estoy disfrutando muchísimo con esta experiencia -señala Dani Rovira-. Es un guión muy divertido, bien elaborado en el que mi personaje sufre todo tipo de penalidades». En relación al peso que podría suponer un debut como protagonista, Rovira afirma que «por suerte, Clara y Karra me ayudan muchísimo. Quizá he sufrido más con el acento vasco que tiene mi personaje».

Mientras sonríe, Clara Lago asiente y confirma lo dicho por su compañero. «En mi caso, creo que hasta se me está pegando. Mi personaje -continúa Lago- se encarga un poco de provocar todo este embrollo. Amaia es una joven muy viva y dinámica y hará todo lo posible para que Rafa no sufra cada vez que se encuentra con mi aita». Dicho esto, Karra Elejalde entra a escena y acapara por completo el interés de los presentes. Sus gestos, su tono, sus afirmaciones, se revelan como una improvisada y telúrica interpretación. «¡Pero cómo puedes decir `un poco'!» -exclama mientras señala a Clara o, en ese instante a Amaia, su hija- ¡Tú eres la causante de todo este caos!».

Reírnos de nosotros mismos

De inmediato, Elejalde baja el tono, dota de seriedad sus palabras y aplaude la labor de sus jóvenes compañeros de reparto. «Soy muy sincero cuando digo que Dani Rovira está llevando a cabo una gran interpretación. En absoluto parece que sea su primer papel, es un auténtico animal de la interpretación». A renglón seguido, se dirige con cariño a Amaia-Clara Lago. «Y de ella qué puedo decir, es un encanto, es magnífica es... todo». Antes de poner punto y final a su intervención, Karra Elejalde reivindica la seriedad de la comedia, lo difícil que resulta este género que, muchas veces, no es tratado con el respeto que se merece. «Me pagan lo mismo para hacer de asesino o de tontolaba y, por ese motivo, mi nivel de autoexigencia y preparación es el mismo. En esta película, interpreto a un arrantzale del PNV que se rige por los designios del RH. Es un personaje que ha tenido una cierta evolución tras mantener diversas conversaciones con Martínez-Lázaro. Le he cogido cariño y, a pesar de que pueda parecer temible, creo que resultará muy entrañable».

Para finalizar, Elejalde sentencia: «Me gusta que se hagan este tipo de comedias en las que los vascos, por ejemplo, nos podamos reír de muchas cosas que han acontecido. Si estuviera en mis manos, yo haría una comedia explosiva que incluyera, sin miedo alguno, todos los elementos que han gravitado alrededor de lo que se ha denominado el `conflicto vasco' y sin excepción alguna».

El tono de «Vaya semanita»

En su turno de respuestas, el cineasta Emilio Martínez-Lazaro («El otro lado de la cama») señala que es la primera vez que incide en los territorios de la sátira. El hecho de que el guión sea obra de Cobeaga y San José, autores también de los textos de «¡Vaya semanita!», parece que ha imprimido carácter a »Ocho apellidos vascos»; es decir, en palabras de Martínez Lázaro, un estilo «políticamente incorrecto». «Cuando me ofrecieron este encargo, lo primero que hice fue mirar todos los programas de `Vaya semanita' que había en internet. El libreto original de Borja Cobeaga y Diego San José era un compendio de muchos gags que aparecían en ese espacio. Yo, finalmente, he querido dar mayor importancia a la historia central que comparten los dos jóvenes protagonistas».

Aunque Martínez-Lázaro cree que la sátira actualmente se limita a «una moda juvenil impuesta por los americanos», no encuadra precisamente su último proyecto en esta línea de desfase gamberro. «Es muy difícil saber si la gente se va a reír en el cine», asegura el realizador, partidario de la comedias «suaves».

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