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El rey belga Alberto II abdica en su hijo Felipe por motivos «de edad y salud»

El rey belga Alberto II anunció ayer su abdicación el próximo día 21 de julio en su hijo Felipe, después de veinte años de reinado. El monarca aludió a motivos «de edad y salud» aunque los escándalos que han salpicado a la familia real y podrían haber pesado en su decisión.

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El rey de los belgas Alberto II, de 79 años, abdicará poco antes de cumplir dos décadas en el trono, el 21 de julio, en su primogénito, el príncipe Felipe, de quien subrayó su compromiso y preparación para tomar el relevo, aunque muchos tienen dudas sobre la capacidad de su sucesor. Es el segundo monarca europeo que abdica este año, después de que el abril lo hiciera la reina holandesa Beatriz.

«Después de 20 años de reinado, estimo que es el momento de pasar la antorcha a la generación siguiente. (...) El futuro del país está en buenas manos», aseguró durante su alocución al país en francés, neerlandés y alemán, los idiomas oficiales en el Estado belga, en la que afirmó que «mi edad y mi salud no me permiten ejercer mi función como quisiera».

Sin embargo, en los últimos meses la familia real belga se ha visto salpicada por varios escándalos que han afectado a su apoyo popular y que podrían haber influido en la decisión del monarca, como la fundación creada por la reina Fabiola para ahorrar impuestos a sus sucesores o los polémicos viajes y actividades privadas del príncipe Lorenzo, su hijo pequeño.

Pero uno de los escándalos que le afectan directamente es la aparición de una supuesta hija fruto de una relación extramatrimonial con la baronesa Sybille de Salys-Longchamps, que salió a la luz en 1999 como consecuencia de una biografía no autorizada de la reina Paola, su esposa desde 1959. Delphine Boël, la supuesta hija de Alberto II, solicitó recientemente ante la Justicia belga someter a pruebas de ADN al los príncipes Felipe y Astrid con el fin de demostrar su parentesco. El monarca nunca ha admitido oficialmente su paternidad, pero la reconoció implícitamente durante un discurso de Navidad en el que abordó la «crisis» que sufrió su matrimonio a finales de la década de los 60.

La mayoría de los belgas se mostró conmocionada por el sorpresivo anuncio de la abdicación del monarca, cuyo papel mediador en la política belga valoran, «pero expresaron su apoyo a su sucesor.

Mucho más popular entre los valones que entre los flamencos, la abdicación de Alberto II se produce a menos de un año de las elecciones legislativas de mayo de 2014, que pueden suponer un nuevo avance de los nacionalistas flamencos y provocar una nueva crisis política. La intención de voto del N-VA de Bart De Wever, que hace tres años obtuvo un 28% de los sufragios, es el 30%-35%.

Artífice de la «unidad nacional»

El reinado de Alberto II, que asumió tras la repentina muerte de su hermano Balduino, fue el primero bajo la nueva Constitución de 1993, que proclamaba oficialmente el Estado federal y atribuía mayores competencias a las autoridades federales y comunales, y ha estado marcado por el federalismo.

Asumió como papel principal contribuir al entendimiento entre los diferentes niveles de administración y entre flamencos y valones, y se erigió artífice de la «unidad nacional» y freno de las aspiraciones flamencas durante distintas crisis de Gobierno por las tensiones entre ambas comunidades, criticando abiertamente el separatismo flamenco.

Durante la última y más larga de estas crisis políticas, que se prolongó 541 días entre 2010 y 2011, ejerció como anfitrión y mediador en las sucesivas reuniones entre partidos flamencos y valones, hasta que encargó formar Gobierno al líder socialista valón, Elio di Rupo, actual primer ministro, excluyendo a los independentistas flamencos del N-VA, que fue la formación más votada con el 28% de los votos.

Pero con su mediación en estas crisis políticas entre flamencos y valones se ganó la desconfianza de los primeros, que siempre le han considerado demasiado cercano a los francófonos y que apuestan por un sistema republicano. GARA

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La clase política belga, con la notable excepción de los nacionalistas flamencos que abogan por una «monarquía protocolaria», no ocultó que hubiera preferido que el rey belga Alberto II hubiera continuado en el trono unos años más.

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