CRíTICA: «Gru2: Mi villano favorito»
Los Minions se ponen morados
Cada estudio de animación juega con los medios a su alcance para competir en un mercado donde cada vez son más en el reparto de la tarta, e Illumination se está llevando un buen trozo. No hay comparación posible con Pixar, ni en los resultados técnicos ni en los argumentales, pero la exitosa franquicia de Pierre Coffin y Chris Renaud encuentra su punto fuerte en un humor contagioso. Nada más meterte en la segunda entrega de las aventuras del villano Gru, se te hacen otra vez tan divertidas que te olvidas de la poca originalidad del logo animado, o de que la pequeña Agnes se parezca más de lo razonable a la Boo de «Monstruos S.A.». En cuanto aparecen los Minions la fiesta está servida, con los niñas y niñas del público riendo y saltando en sus butacas.
Los Minions son como los hijos traviesos a los que se les perdonan todas sus locuras, porque siempre acaban arrancándote una sonrisa. Esa capacidad para el desastre con gracia es la que Illumination trata de explotar hasta el límite, de tal forma que «Gru 2» puede ser visto como un avance del próximo largometraje dedicado exclusivamente a ellos. En los títulos finales de crédito ya se adelanta un supuesto casting para «The Minions», donde los simpáticos enanos amarillentos con peto azul, guantes negros y gafas industriales se disputan el reparto de papeles.
Son los responsables directos de la comicidad durante la película entera, protagonizando el gran número musical de la boda con que se cierra la función, disfrazados de Village People. También recae en su diseño la oposición entre el Bien y el Mal, máxime ahora que Gru está hecho todo un padrazo y se ha reconvertido en espía. En consecuencia, sufren una transformación, que recuerda a la de los Gremlins, y basta con que adquieran un color violáceo para representar el lado oscuro de los experimentos del Dr. Nefario, imprescindible para dar a la parodia bondiana su aire descacharrante. En cambio, la novedosa agente Lucy Wilde no funciona al mismo nivel, aunque tal vez el doblaje perjudique al personaje, lo mismo que al villano El Macho, muy pasado en su falso acento mexicano.