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Guerra de nervios entre el centroizquierda y la derecha italiana tras la condena a Silvio Berlusconi

GARA | ROMA

El partido del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PdL), ha puesto en marcha una guerra de nervios con el Partido Demócrata (PD), del jefe del Ejecutivo, Enrico Letta, después de la condena de Il Cavaliere por fraude fiscal, poniendo en peligro el Gobierno de coalición entre el centroizquierda y la derecha.

Los parlamentarios del PdL decidieron el viernes por la tarde dejar su dimisión en manos de sus jefes de grupo con el fin de ejercer más presión sobre el presidente de la República, Giorgio Napolitano, para obtener una gracia presidencial para Silvio Berlusconi, a quien la Policía dispuso retirar el pasaporte tras la confirmación de su condena de cuatro años de prisión.

Sin duda, Il Cavaliere, que el viernes amenazó con pedir elecciones si no se impulsa la reforma de la Justicia, no tiene interés en provocar ahora la caída del Gobierno, porque su condena a un año de prisión para fraude fiscal le prohíbe presentarse a elecciones legislativas en los próximos seis años.

El PdL ha convocado para las 18.00 de hoy una manifestación en su apoyo, pero la elección del lugar, la calle Plebiscito, frente a su residencia romana, parece indicar que no espera movilizar a miles de personas y que no quiere una ruptura definitiva.

Las palabras de Berlusconi ante sus parlamentarios iban dirigidas a los suyos, pero sus amenazas han provocado reacciones en el PD. «Si los ministros del PdL están convencidos de que su posición está bien fundada, tienen que renunciar. Basta de amenazas y chantajes», declaró Stefano Fassina, viceministro de economía y uno de los líderes del PD.

«Una reforma de la justicia como la que pretende el PdL, pueden olvidarla», afirmó Guglielmo Epifani, secretario del PD.

No obstante, son más las voces que llaman a la moderación en ambas formaciones.

«Guerra civil»

Aunque no es el caso de Sandro Bondi, coordinador del PdL, que advirtió de que «o la política es capaz de encontrar soluciones capaces de restablecer un equilibrio normal entre los poderes del Estado que posibilite que el líder del mayor partido italiano tenga capacidad política o Italia podría caer en una forma de guerra civil de consecuencias imprevisibles para todos».

Sus declaraciones fueron muy criticadas por la clase política, incluso por la Presidencia, que las tildó de «irresponsables». El propio viceministro de Economía, Stefano Fassina, del PD, dijo que están «al límite de lo subversivo».

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