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Holanda, paradigma de los riesgos a los que se enfrenta la recuperación europea

Holanda se ha convertido en estos momentos en la mejor muestra de los riesgos a los que se enfrenta la débil recuperación económica de la eurozona. Con unos elevadísimos niveles de endeudamiento y una burbuja inmobiliaria que acaba de estallar, este «disciplinado» país europeo, uno de los más prósperos y estables de Europa, está atravesando serias dificultades para salir de la recesión. Hay incluso quien se refiere a él como «el país que hará estallar el euro».

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Joseba SALBADOR |

Cuando se analiza la tan manida recuperación de la eurozona, algunos ven la botella medio llena y otros, medio vacía. La salida oficial de la recesión en el segundo trimestre supone para algunos analistas un anticipo del impulso que podría registrarse en 2014 y que podría tener efectos positivos incluso en la demanda internacional y los mercados financieros. Pero, para otros, todavía existen importantes riesgos, ya que las señales de crecimiento siguen siendo muy frágiles.

Así, la recuperación de las economías alemana y francesa, conocida la pasada semana, contrasta con la de otros países que continúan con datos negativos. Y esta vez no nos referimos solo a los estados periféricos, ya que entre ellos encontramos a Holanda, con un -0,2%, o Suecia (-0,1%), cuyas cifras se acercan a las de Italia (-0,2%) o el Estado español.

Detrás de estos datos se esconde una descomunal «montaña de deuda, tanto pública como privada», tal y como reconocía la pasada semana el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn.

Endeudamiento de los hogares

En el caso de Holanda, el elevado endeudamiento de los hogares y la caída de los precios de la vivienda -un 16% desde lo más alto de la burbuja, en 2008- están provocando un empeoramiento de las dinámicas de deuda pública y una persistente recesión. De hecho, la deuda de los consumidores en los Países Bajos ha alcanzado el 250% de la renta disponible y es una de las más altas del mundo. Mayor aún que la de Irlanda y 2,5 veces mayor que la de Grecia.

La agencia de calificación crediticia Fitch confirmaba esta misma semana la máxima nota de solvencia (AAA) para este país debido a sus «muy bajos riesgos» de financiación y a que existe un «amplio consenso público y político en favor de la disciplina fiscal». No obstante, la máxima nota incluía una perspectiva «negativa», que Fitch justifica por el empeoramiento de las dinámicas de deuda pública, que podría llegar al 80% del PIB en 2018, mientras que la evolución de la actividad económica será más débil de lo previsto, con una caída del PIB del 1,3% este año y un crecimiento nulo en 2014, lo que se traduce en un aumento del desempleo.

Exposición de la banca

Además, la exposición de la banca holandesa al sector inmobiliario ha creado un círculo vicioso que está amplificando la caída de precios de la vivienda y la pérdida de confianza. Pese a las iniciativas llevadas a cabo por el Gobierno para reformar el mercado inmobiliario, el Banco Nacional Holandes (DNB) estima que alrededor del 25% de las hipotecas se encuentra en situación patrimonial negativa debido al descenso de precios de la vivienda.

¿Y cómo se ha llegado a esta situación? Pues de la misma manera que hemos conocido por estos lares. En los últimos años, los distintos gobiernos han animado el endeudamiento masivo de los hogares a través de desgravaciones fiscales superiores al 50% sobre los intereses hipotecarios abonados. Además, los potenciales compradores fácilmente podían encontrarse con bancos que financiaban hasta el 125% del valor de la vivienda, según recogía recientemente en un artículo el Wall Street Journal. Con este dinero, además de abonar la compra, se podía amueblar o incluso reformar el nuevo hogar o, también, cubrir los costes de la transacción.

Esta situación provocó, además de un gran endeudamiento, un repunte notable de los precios de la vivienda, cada vez más inflados. Hasta que llegó la crisis financiera que, en mayor o menor medida que en otros países europeos, terminó por golpear también a Holanda. El país empezó a sentir los efectos de la recesión en la eurozona, el desempleo fue en aumento, el consumo cayó... En este contexto, muchos ciudadanos tienen serios problemas para devolver sus préstamos, lo que hace prever problemas también para la banca y puede obligar al Gobierno a tener que soportar una parte considerable de la carga financiera.

El año pasado, el nuevo Gobierno conservador-liberal introdujo varias reformas fiscales para reducir esos incentivos, pero ya era demasiado tarde. La crisis ha alcanzado al corazón de la eurozona, a un país defensor de la austeridad que había hecho «los deberes», lo que incrementa la incertidumbre y lleva a algunos analistas a aventurar que estamos ante «el país que hará estallar el euro».

INCENTIVOS FISCALES

En los últimos años, los distintos gobiernos han animado el endeudamiento masivo de los hogares a través de desgravaciones fiscales superiores al 50% sobre los intereses hipotecarios abonados.

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