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Fede de los Ríos

Un recuerdo y algunas consideraciones

Lo pienso... y no puedo aguantar el llanto ni las ganas de abrazar a Morroni y a Facal, dos desconocidos que no podré conocer, a los que amo. Que tuvieron el valor y la decencia de oponerse a su gobierno claudicante

Hace diez y nueve años, 1994, en la República Oriental del Uruguay se dio una represión sin precedentes desde la dictadura de Juan María Bordaberry. En una democracia formal y gobernando Luis Alberto Lacalle, en su capital Montevideo, «donde se endulza la mar», una operación conjunta de policías y militares causó cientos de heridos (muchos de ellos de bala) y dos muertos: Fernando Morroni y Roberto Facal. Murieron por oponerse a la extradición a España de tres vascos defendiendo el derecho de asilo en su país. Si existe un Olympo de los Justos allí estarán en el futuro, mientras tanto, «mientras no aflojemos», vivirán en nosotros.

Dar la vida por los derechos de otros, difícil concebir en estos tiempos nada tan estremecedor, nada que conmueva de igual manera. Diez y nueve años, lo pienso... y no puedo aguantar el llanto ni las ganas de abrazar a Morroni y a Facal, dos desconocidos que no podré conocer, a los que amo. Que tuvieron el valor y la decencia de oponerse a su gobierno claudicante ante las presiones de antiguos conquistadores. Dos solidarios con los que, después de casi veinte años, aún no se ha hecho justicia y a los que no podemos olvidar.

«La violencia es condenable venga de donde venga», proclaman a los cuatro vientos los que rezuman sangre por los cuatro costados. Mientras el coro de amnésicos idiotas tararea el estribillo de «ninguna idea vale una vida». No hay color, el eslogan es tan llevadero y liviano mientras que la idea es tan pesada y compleja. Además la idea hay que argumentarla, con lo complicado que eso resulta. Necesita mucho tiempo. Tuyo y del otro que atiende tu explicación. Algunos no están para perder el tiempo en indagar el por qué de la violencia en general y mucho menos las particularidades de las diferentes violencias.

Mientras los del Gesto por la Paz ya no van a gesticular más al entender que la Paz con mayúsculas es exclusivamente la ausencia de la actividad de ETA venga de donde venga, un atareado delegado de Gobierno español en territorio siux, con eterna cara de susto y con los ojos saliéndole de las órbitas, promete perseguir a todo el que no acredite pureza de sangre constitucional española. En el año y medio que lleva de virrey de las provincias traidoras, su delegación de Gobierno española ha presentado 467 recursos legales y actuaciones contra ayuntamientos vascos.

No quiere ni una gota de sangre impura, de acuerdo, pero acosar a la txupinera elegida por los organismos populares (los que hacen la fiesta), por tener preso un hermano, a todas luces, parece un exceso. Qué deseos pueden habitar en las interioridades de Carlos María de Urquijo Valdivielso en su alocada persecución de la txupinera. ¿Anhelará, Carlos María ocupar su lugar? Si así fuera ¿no se podría, por una vez, la existencia de dos txupineras y que Jone Artola y Carlos María de Urquijo, cual Pili Y Mili, acudieran de la mano a todo acto propio de Marijaia?

Algo habrá que hacer con un delegado cada vez más desatado y alopécico por el estrés de un cargo que parece desbordar al de Laudio.

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