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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-06-30
Los últimos linces de Euskal Herria
En los próximos días podremos observar a una pequeña nutria de sólo dos meses, nacida en cautividad, en el parque de Basondo. Hasta ahora, permanecía lejos de su padre, por temor a que la hiciera daño. Es la última de las joyas de este Refugio Animal enclavado en pleno corazón de Kortezubi.

Los bisontes de Santimamiñe campan desde hace tiempo a las afueras de la cueva. Lo hacen en un enclave animal a escasos metros de este santuario rupestre. Es el refugio, que no zoológico, de Basondo, donde se pueden contemplar tan cerca como a un par de metros especies animales amenazadas y, lo que es más importante, la mayoría pertenecen al propio entorno natural en el que nos encontramos.

Estamos en el municipio de Kortezubi. Desde Gernika, y tras dejar atrás el siempre concurrido asador de pollos del propular alcalde de este municipio vizcaino, llegamos a nuestro destino. En 60.000 metros de prados y bosques se dan cita las principales especies de animales silvestres de la zona: jabalíes, corzos, zorros, gatos monteses, jinetas, nutrias, aves rapaces y migratorias, reptiles... junto con otras especies que ya se han extinguido en nuestro entorno, como el lobo, el lince o el bisonte europeo.

Los primeros que nos reciben estos días de principio de verano son los corzos, esos pequeños parientes del ciervo.La actual pareja del parque vigila y mima a un recién nacido de apenas unas semanas de vida. A su lado dormitan, despanzurrados, cuatro magníficos ejemplares de jabalí. Y muy cerca de ellos, una de las joyas de la corona de Basondo, el lince, no el ibérico del sur peninsular, sino el europeo, más grande que el primero. Tres de estos animales se encuentran ahora en el parque, esbeltos, y nada escurridizos a la mirada del visitante. Son, sin duda, los únicos ejemplares en suelo vasco de una especie que hace dos siglos habitó nuestros montes.

Una pareja, macho y hembra, de lobos, hacen la delicia de todos, mayores y pequeños. El guía del refugio es capaz de traerlo a apenas cinco metros de los curiosos y es que estamos ante unos animales que han sido criados en cautividad, en el propio parque, bebiendo de biberón, creciendo con los perros. Pero aun así, es todo un lujo observar tan de cerca a este escurridizo animal que otrora poblara los montes vizcainos y hoy apenas recibe sus esporádicas incursiones.

Tocar una serpiente albina

A partir de este arranque de visita, Basondo nos abre sus puertas a un largo etcétera de animales, como el erizo que se enfada cuando le pinchan; los zorros que recorren una y otra vez, y otra, su habitáculo; el pequeño rayón de jabalí que se mezcla con las piernas de los niños; los relajados bisontes de apenas 200 kilogramos de peso, una hembra de gamo apunto de parir, inquietas nutrias, hurones, buitres...

Un recorrido que nos conduce hasta el reptilario. Allí, uno tiene la oportunidad de acariciar un serpiente albina ­un regalo de bodas que acabó finalmente aquí­, una chinchilla o hasta un enorme sapo. Puede verse una completa colección de serpientes, pero también comprobar de cerca lo diminuta que es una cría de ratón blanco, de apenas unos milímetros, rosa y sin un solo pelo que cubra su frágil cuerpo.

Casi, ahí acaba la visita. Unas cabras enanas nos darán el adiós, justo antes de despedirnos del lobo o el lince. Las visitas a Basondo pueden ser individuales o en grupos. Abre todos los sábados, domingos y festivos, ininterrumpidamente de once de la mañana hasta el anochecer. Los precios de las visitas son de seis euros para adultos y cuatro para niñas y niños. En las visitas concertadas de grupos, el precio incluye el acompañamiento de guía, que convierte el paseo en una auténtica clase sobre naturaleza, muy divertida y amena. La visita puede hacerse por la mañana o tarde, El resto del día lo podemos pasar visitando el entorno, disfrutando del parque infantil existente junto al aparcamiento, de la sombra que proporcionan los árboles en la subida hacia la cueva de Santimamiñe, de sus barbacoas y fuentes, o del restaurante situado en la misma zona. -

KORTEZUBI



Bosque de Oma y Cuevas de Santimamiñe
A Basondo se puede acceder por la carretera Gernika-Lekeitio; desviarse a la derecha hacia las cuevas de Santimamiñe y aparcar junto al centro, en el parking de las cuevas. No existe transporte público hasta el centro mismo. En bus, se puede llegar hasta Arteaga, a cuatro kilómetros de Gernika. Junto a la plaza de Arteaga sale una pista asfaltada que hay que subir apro- ximadamente medio kilómetro hacia Santimamiñe. Junto al Refugio de Basondo, se encuentran las Cuevas prehistóricas de Santimamiñe, que poseen una importantísima sala de pinturas rupestres. Además, del mismo parking de las cuevas sale la pista por la que se accede al Bosque animado de Oma, la obra más conocida del artista Agustín Ibarrola. Lo dicho, tres visitas en una jornada, sin moverse del sitio.


 
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