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21 de mayo el PSE celebraba en el BEC su «Alderdi Eguna», llamado Fiesta de la Rosa. La intervención principal estaba reservada para el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno español. Se esperaba algún anuncio o declaración de cierta trascendencia. Se especulaba con que podía anunciar la fecha en la que acudiría al Congreso a solicitar la autorización de los grupos parlamentarios para iniciar el diálogo con ETA. Es decir, la noticia que se esperaba era «Rodríguez Zapatero acudirá tal día al Congreso». Pero, para sorpresa de los propios dirigentes del PSOE, dio un paso más. Consideró que a esas alturas ya se podía dar por «verificado» el alto el fuego y anunció que a lo largo del mes de junio comunicaría «a las fuerzas políticas el inicio del proceso de diálogo para ver el fin de la violencia con la banda ETA». El paso por el Congreso se convertía en un mero trámite informativo de lo que en ese mismo instante ya estaba dando a conocer.Lo que se consideró un acelerón del presidente del Gobierno se debió según medios próximos al presidente del Ejecutivo a un intento de evitar un bloqueo del proceso. Antes del acto del BEC y a iniciativa del fiscal, el juez Fernando Grande-Marlaska había citado a declarar para el 31 de mayo a ocho mahaikides de Batasuna por una rueda de prensa, lo que había sido analizado en tér- minos muy graves por la formación abertzale.
El calendario que se fijaba en ese momento era que poco después del Debate del Estado de la Nación, que se celebraba el 30 y 31 de mayo, el ministro de Interior convocaría una reunión del Pacto Antiterrorista y después a la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso. Es decir, primero se informaría al PP y después al resto de partidos. Según fuentes cercanas a La Moncloa, el presidente del Gobierno ya tenía diseñada la segunda fase del proceso.
Pero los planes anunciados no se cumplieron. Desde la Audiencia Nacional se intentó apretar más las tuercas a Batasuna. Cuando todavía no había acabado la primera jornada del Debate del Estado de la Nación, en la que tanto Mariano Rajoy como José Luis Rodríguez Zapatero habían pasado de puntillas sobre la cuestión de Euskal Herria, Patxi López hacía unas medidas declaraciones en Radio Euskadi en las que afirmaba que era necesario pasar a una fase de negociaciones incluyentes, reconocía la labor de la izquierda abertzale, a la que consideraba un «interlocutor necesario», y anunciaba una próxima reunión con dirigentes de la formación independentista, precisamente después de que el presidente del Gobierno hiciera la declaración oficial que formalizó ayer, finalmente ante los periodistas y no en una sesión oficial.
7 de junio, primera fecha
El anuncio del Patxi López encendió la mecha del PP. La intervención de Zapatero al día siguiente, afirmando en el Congreso que «no haber llegado a la paz no impide que el diálogo político empiece», acabaron por hacerle estallar. Se especulaba con que el 7 de junio el presidente del Gobierno aprovecharía el pleno de resoluciones del Debate de Política General para hacer su anuncio. En los días precedentes, la Audiencia Nacional había dejado en libertad a los mahaikides llamados a declarar, después de que el fiscal defendiera que no habían cometido delito alguno. El pleno fue muy duro. Mariano Rajoy se explayó a gusto. El PPanunció su ruptura de relaciones con el Gobierno. El resto del arco parlamentario le plantó cara. Los partidos insistieron en que Zapatero ya tenía su beneplácito para hablar con ETA, sin necesidad de otros pronunciamientos. Pero el presidente del Ejecutivo anunció que apuraría junio para tratar de recomponer sus relaciones con el PP. A la vista de los acontecimientos posteriores, también es posible que Zapatero sólo tratara de ganar tiempo.
Tampoco el 21 de junio
Hasta el último momento, se mantuvo en los medios cercanos a La Moncloa la posibilidad de que el anuncio presidencial se formalizara en el pleno del miércoles de la semana pasada. La idea de la convocatoria previa del llamado Pacto Antiterrorista y de la Comisión de Secretos Oficiales ya ni se mencionaba. Tampoco se recogía la posibilidad, planteada tras la ruptura del PPcon el Gobierno, de que Zapatero mantuviera una reunión con Rajoy para tratar de reconducir sus relaciones. Ya sólo se contemplaba una llamada del presidente al líder de la oposición para adelantarle cuándo hablaría en el Congreso.Pero en los días previos al pleno de la semana pasada Grande-Marlaska prohibió una manifestación convocada por 36 agentes políticos y sociales en Iruñea, el juicio por la muerte de Miguel Angel Blanco fue elegido como motivo de agitación de la AVT y el PP contra los planes del Gobierno, y Madrid y París pusieron en marcha una operación policial que se saldó con la detención inicial de doce ciudadanas y ciudadanos vascos.
Y en el pleno del 21 de junio tampoco se produjo el anuncio. Lo que se hizo público en esa fecha fue un comunicado de ETA a la opinión pública española en el que instaba a las autoridades españolas a «adoptar y cumplir sus compromisos de ‘alto el fuego’», afirmaba que la represión es incompatible con un proceso de paz y señalaba que «el Gobierno español debe expresar su compromiso de respetar lo que el Pueblo Vasco acuerde y decida sobre su futuro».
De la evolución de los hechos se desprende que mientras el presidente del Gobierno español daba la impresión de controlar los tiempos del proceso, hay indicios para pensar que en sus actuaciones se da también un cierto grado de improvisación, lo que siembra una cierta duda sobre si las consecuencias de las decisiones que adopta en esos momentos de presión ambiental están suficientemente medidas en todos sus extremos.
En cualquier caso, también es de destacar que si Zapatero tiene la posibilidad de controlar los tiempos es porque algunos partidos entre ellos de forma explícita el PNV le han otorgado esa facultad desde el primer momento. A ello han contribuido no sólo las declaraciones en las que se aceptaba que capitaneara los movimientos, sino los trabajos teóricos sobre la necesidad de separar en el tiempo el proceso de paz del de normalización, lo que primaba la concepción de un proceso técnico entre Gobierno y ETA aislado de lo que pasara en Euskal Herria.
Finalmente ayer, tras marear la perdiz y previa escueta comunicación a todos los grupos, al fin se produjo el anuncio del presidente, que no sólo servirá para iniciar el diálogo entre el Gobierno español y ETA, sino que permitirá revestir de oficialidad las conversaciones PSE-Batasuna y acelerar la mesa de partidos. Además, desde diversas instancias se señala que este anuncio debe ser también banderazo de salida para otros movimientos gubernamentales que sirvan para engrasar el proceso en sus dos carriles. La declaración más anunciada ha llegado. Indica que el Gobierno español está dispuesto a intentar avanzar a pesar del PP. Es de esperar que tenga claro dónde va a meterse y que no haya demasiados espacios para la improvisación. -