Una vez más nos encontramos ante una cruda realidad en lo que hace al mundo represaliado político y familiar. Por ello seguiremos saliendo a las calles, saldremos a las carreteras y también a las playas; levantando la voz, llevando la palabra más allá de las fronteras, dando cuenta de im- posiciones, humillaciones, crueldad...Nos han devuelto cuerpos sin vida de aquellos que nos los llevaron llenos de alegría y esperanza. Es la cruel y previamente calculada ruta que comienza con las detenciones, con un transcurrir por el maltrato, encar- celamiento, alejamiento y soledad; vagar por el mundo sin identidad... y esos objetivos marcados mediando cálculos políticos en ocasiones obtienen frutos que nos golpean fuertemente el corazón. Cuerpos golpeados de decenas y decenas de familiares y allegados en esas carreteras vía prisión, la extorsión económica... Demasiados años de sufrimiento y a la vez de una actitud de incalculable valor solidario, de cariño y esperanza, concentrado todo en la llama de un quinqué que viene a ser el rayo de luz de esa gran masa de gente que lucha: viajando en busca de unos minutos de «intimidad» (un roce, una palabra, una sonrisa, un ánimo para el viaje de vuelta...); un mundo de impotencia y frustración que se rebela denunciando un continuo malvivir originado por criminales normas de excepción.
En todo este largo transcurrir contamos 22 presos políticos vascos y 16 familiares y allegados fallecidos a consecuencia que esa política de dispersión, así como aquellos otros que también nos han dejado sin alcanzar a ver a sus seres queridos en casa. Al deseo de los que siguen en su entereza, al de los que nos arrebataron sus vidas, al de los que se han ido sin conocer el soñado día (ez adiorik, Balentxi...), a su exigencia nos debemos y en modo alguno les vamos a fallar: les ofreceremos el ansiado mañana.
Decía que nos encontramos ante una constante y sangrante realidad del mundo represaliado y familiar. En el mes de marzo, con todo un cúmulo de sentimientos y de impotencia que rozaba la ira, Etxerat realizó su asamblea nacional y allá fueron homenajeados familiares de presos y exiliados políticos vascos, todos ellos fallecidos meses atrás a consecuencia de los violentos zarpazos de los Estados francés y español. En este mes de julio, Jose María Sagardui, nuestro querido Gatza, cumple 26 años de cautiverio, hoy secuestrado en las galerías de aislamiento de la prisión de Jaén. A ello podríamos añadir toda una macabra e interminable violencia estatal vulneradora de derechos:
Humillantes consultas médicas a las que se les ha dicho no en nombre de la dignidad; un viaje al juzgado para un examen psicológico ¡un año y medio después! de haber denunciado torturas, no sin antes dar vueltas por Madrid en un furgón durante tres horas; familiares soraluzetarras que sufren un accidente con el resultado de rotura de infinidad de huesos y que milagrosamente lo pueden contar, calificados como «verdugos» por parte del PSOE en el ayuntamiento; presos con enfermedades graves e incurables a los que se les niega su puesta en libertad, así como a los que han cumplido los dos tercios de la condena impuesta; presos que aún habiendo cumplido la condena no son puestos en la calle en aplicación de una resolución del Tribunal Supremo español; presos que aun habiendo cumplido la totalidad de la condena tampoco son excarcelados al habérseles abierto nuevos sumarios (incluso el mismo día en que deberían salir en libertad); la saña de esos azules uniformes carceleros a los que durante largos años se les ha alimentado de tal manera que ahora dicen que «pasan por su entrepierna las intenciones de Zapatero»; exiliados políticos vascos que son detenidos y encarcelados en el Estado francés y aquéllos que lo han dado todo, su vida, han sido una constante y... Estés donde estés, «Turroi» maitea, muxu handi bat!
Sí, ésta es la realidad del mundo represaliado político y familiar. No es que siga siendo la misma, sino que ha empeorado notablemente. Y me quedo corto a la hora de dar testimonio.
Escuchamos cobardes e inquietantes frases, tales como que «las muertes de... no son consecuencia de la política de dispersión», «primero la paz y luego, en su día, ya hablaremos de la política penitenciaria», «pedimos una política penitenciaria más flexible», «nos inquieta la demanda de aplicación de estatus político a los presos» (PNV); «si el proceso avanza podremos dar fin a la aplicación de normas de excepción», «si el proceso va bien podríamos terminar con la política de dispersión sin ni tan siquiera cambiar la ley, pero si se tuerce siempre podremos volver a aplicar nue- vamente la dispersión» (PSOE). Todo esto nos viene a demostrar la calidad humana de una utilización o instrumentalización política a la que son sometidos nuestros seres queridos. Escuchamos que la dispersión es un castigo añadido a los familiares y que, por tanto, se ha de dar fin a la misma. Sépase que la dispersión no es sólo cuestión de distancia, sino una situación vulneradora de derechos que conlleva crueldad y muerte intramuros, a la vez que en el mundo familiar y afectivo. No es un castigo añadido para con los familiares, es un castigo a toda regla, criminal y para todos.
Unir un presunto nuevo panorama político con el «ahora sí» respetar los derechos de los presos es tanto como afirmar que esa política de dispersión es aplicada en interés político y de partido, capaz de causar un largo y profundo sufrimiento, incluso la muerte. Esa crueldad en aumento hacia nuestros seres queridos ha llegado hasta tal punto que toda una mezcla de poderes ha creado nuevas normas y leyes, nuevos jueces, nuevos juzgados, nuevas sentencias. Macabra ruta de 24 crueles horas hacia una condena de por vida. Toda una ilegalidad represiva convertida en «legal». Hoy nos resulta más que peligroso pedir que se aplique la ley.
La garantía de unos derechos, tales como la aplicación del estatus político (aglutinador de todos aquéllos) no puede estar sujeta a situación política alguna, pues derechos derechos son en cualquier tiempo y lugar. El colectivo de nuestros familiares y allegados presos ha de estar en Euskal Herria y habrán de ponerse en marcha vías y mecanismos para que dicho colectivo pueda aportar sus reflexiones u opiniones, nos gusten o no, mantener relaciones con los demás agentes... como cualquier otro agente de este país. Y otro tanto decimos del derecho que tienen nuestros familiares exiliados a vivir libres en Euskal Herria. Y es que hoy lo nuclear no es el derecho o no a una colectividad, sino el deber de cada colectivo de este país a fortalecer todo proceso en aras a una solución real. ¿Cómo entender, si no, que no se deje tomar parte en el proceso a unos colectivos y posteriormente pedirles que se adhieran al conjunto de agentes impulsores de diálogos y debates encaminados a forzar la toma de los necesarios y adecuados acuerdos y su puesta en práctica por parte de los responsables políticos de este país?
Independientemente del contexto político, nuestros seres queridos han de estar en Euskal Herria para volver a sus hogares. Y reseñamos que no buscamos un parche a la actual situación. Exigimos una solución real, entendiendo que la misma no dará opción a la necesidad de crear una nueva asociación de familiares y allegados de represaliados políticos vascos, como es Etxerat a día de hoy. Nuestro objetivo sigue siendo la desaparición del sufrimiento causado por doquier por el conflicto que padece éste nuestro país. Deseamos la desaparición del sufrimiento de todos, la desaparición de esta asociación: la inexistencia de represaliados políticos vascos y asociación de familiares, y razones para ello. No queremos vivir situaciones como ésta ni que ninguna otra persona lo padezca en el futuro.
Pero somos realistas y sabemos que la crueldad de estos dos estados llega a tales extremos que incluso en este panorama político del cual nos hablan tendrán la tentación de seguir con sus macabras argucias, alargando y alargando el dar pasos definitivos (lo que en horas podrían hacer); capaces de seguir jugando violentamente con nuestro dolor y nuestra sangre.
También hay que decir que la capacidad violenta de Chirac y Zapatero, en gran medida, estará en lo que familiares y allegados de esos dos colectivos de presos y exiliados políticos vascos seamos capaces de presionar, de hacer frente a tanta crueldad y mezquina política cargada de egoísmo y ansias de poder. Lo andado no es poco. Lo conseguido tampoco. Nunca los hemos dejado solos y mucho menos lo haremos ahora que se está hablando de soluciones. Los estados y sus partidos políticos gestores, UMP y PSOE, nos tendrán de frente, no les dejaremos imponerse. Hemos de obligarles a moverse en la adecuada dirección y para ello esperemos que nuestra firme apuesta de hacer frente a tanta barbarie contra nuestros seres queridos y contra nosotras y nosotros sea correspondida por la sociedad en su conjunto, entendiendo que las consecuencias de la criminal política de dispersión no son un problema solamente de represaliados políticos y sus familias y que tomar compromisos efectivos contra la misma es también apostar por una solución al conflicto que padecemos en este pueblo.
Dar cuenta de la realidad; acumular fuerzas; ser capaces de crear ámbitos plurales en defensa de los derechos de nuestros familiares y allegados presos y exiliados políticos vascos; crear dinámicas y ser capaces de hacer desaparecer esas políticas violentas de UMP y PSOE que no hacen más que alimentar y alargar el sufrimiento en este país. Es lo que hemos de conseguir en el transcurso de la búsqueda de una solución real y así traerlos a casa a todas y a todos, vivos y para siempre. Su presencia nos mostrará que estamos a las puertas de ofrecer un mañana de plenos derechos a nuestras nuevas generaciones.
Itsasoz eta errepidez... hegan, oinez edota igerian, preso eta iheslari maiteok, ekarri egingo zaituztegu. Denok Euskal Herrira, behin betiko etxeratzeko: Amnistia! -