LAREDO
Una explosión de gas propano, causó cinco muertos en la madrugada de ayer en la urbanización Jai-Alai de Laredo. El siniestro se produjo sobre las 4.20. Tres de los fallecidos son un matrimonio y su hija: Jaime Bilbao Azketa, de 79 años; su esposa, María Trinidad López Landa, de 70 años, y la hija de ambos, Ana María Bilbao López, de 37 años. Los tres son vecinos de Bilbo. Las otras dos fallecidas son Emilia Ballesteros Orue, de 93 años y residente en Getxo, y su cuidadora, Elsa Taboada Vélez, natural de Bolivia, vecina de Erandio.Según apuntan los primeros indicios, la muerte de estas cinco personas fue causada por la inhalación de humo.
Respecto a las personas heridas, las más graves pertenecen a la misma familia, la que residía en la vivienda donde se produjo la explosión. Se trata de un matrimonio de Getxo, Alberto Caselles Ríos y Reyes Barreras López, y sus dos hijos, Raquel Casalles, de 8 años, y su hermano Roberto, de 4. Sufren quemaduras de diversa consideración en todo el cuerpo. De especial gravedad es el caso del pequeño Roberto, que presentaba casi un 50% de quemaduras en su cuerpo.
Sobrecoge a los vecinos
La catástrofe no dejó indiferente a nadie. Muchos vecinos fueron testigos de lo acontecido desde el momento de la explosión hasta que llegaron los bomberos. Una tragedia que afectó a todos, pero que cada uno sufrió a su manera. Así lo relataba una mujer que se encontraba delante de la vivienda después del incidente, al asegurar que «en una de las casas, cinco personas pudieron refugiarse en el cuarto de baño al no poder salir durante el incendio, y allí los encontraron con vida». Los vecinos de las casas cercanas coincidían al relatar que escucharon un estruendo. «Cuando oí la fuerte explosión, salí al balcón y vi el humo que se extendía, mientras la gente pedía socorro a gritos», comentó una mujer que vive detrás del bloque afectado.
Pero no todos se percataron de la gravedad del accidente en un primer momento. Gloria Galindo, natural de Ponferrada y vecina de la localidad cántabra, lo recordaba así: «Me desperté porque noté que el edificio se movía, como un temblor... Más tarde oí ambulancias, aunque tampoco al principio le di mucha importancia, porque vivo al lado de un hospital, así que no me resultó extraño. Fue más tarde cuando me enteré de todo, a través de mi madre que me llamó para preguntarme si nos encontrábamos bien».
Rosana Lekanda, residente del edificio Manila, situado detrás de Jai-Alai, lo explicaba en estos términos: «Sólo oímos los gritos y el movimiento de la gente. Al principio pensamos que podría haber sido una bomba, pero luego empezamos a ver el humo que salía por la parte superior del edificio».
El presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla, también se expresó sobre lo ocurrido, destacando la rapidez con que se desenvolvieron los efectivos del Cuerpo de Bomberos de la localidad para realizar las tareas de rescate, «evitando que la tragedia fuese muchísimo mayor».
No obstante, las críticas respecto a cómo se sucedieron los hechos tras el accidente no se hicieron esperar. La opinión generalizada de los vecinos que se agolparon al mediodía ante el edificio siniestrado era que los Bomberos llegaron tarde y no tenían los medios adecuados para hacer frente a las situación.
Uno de ellos fue rotundo: «Los bomberos lo han hecho mal, muy mal. Llegaron tarde y mal insistió. Después de la primera llamada, apareció un coche de bomberos, pero no les funcionaba la manguera». Y otro añadió:«Había un ingeniero, vecino del edificio, que les estaba indicando cómo tenían que hacerlo. Les aconsejó que utilizaran el agua de la piscina para apagar las llamas pero ellos, ni caso. Mientras tanto, la gente no dejaba de chillar a los bomberos, por algo será».
Otra mujer tampoco dudó en expresar su rechazo ante la labor de rescate: «Los bomberos sí llegaron, pero como si no lo hubieran hecho, porque después de que apareciera el primer camión (el único del que dispone Laredo de forma estable) pasaron casi tres cuartos de hora hasta que llegaron los otros tres desde Santander. Entonces empezaron a echar agua; hasta ese momento, ni una gota. Yo lo vi todo, pasó media hora y la casa seguía ardiendo, y las llamas ya subían hasta el tercero. Por mucho que digan ellos lo contrario, lo vimos nosotros».
«Laredo no está preparado»
Matilde Prieto reside en París pero pasa sus vacaciones en Laredo, en el edificio contiguo al que sufrió el accidente, y aseguraba que desde allí pudieron ver todo lo ocurrido. «En total vinieron cuatro camiones de bomberos, pero sólo uno de ellos apareció a los 8 ó 10 minutos. Si cuando comenzó el fuego hubiesen venido los otros tres, no hubiera pasado esto, podía haberse hecho algo y salvarlos. Nosotros no tenemos nada en contra de los bomberos, pero Laredo no está preparada para hacer frente a toda la gente que viene los meses de verano». Una opinión que también comparte Rosana Lekanda, quien aseguró que los bomberos tardaron casi 25 minutos en llegar, un tiempo que confiesa se le hizo «eterno».
No obstante, el tiempo de reacción no fue lo único que los vecinos de la zona cuestionaron ayer, ya que, en palabras de algunos de ellos, la escalera utilizada para rescatar a lo que se encontraban atrapados era de un tamaño insuficiente y no llegaba hasta el tercer piso. Una afirmación que discrepa de lo dicho por el presidente de Cantabria, quien afirmó que se había hecho uso de una escalera mecánica para poder salvar a las 31 personas que fueron rescatadas.
«La llamaba y llamaba, y no contestaba»
«La llamaba y llamaba, y no contestaba». Este es el testimonio de Bautista Vargas, marido de Elsa Taboada Vélez, una de las personas fallecidas en la explosión. Vargas llegó a Laredo muy aturdido en busca de noticias sobre su esposa. En las inmediaciones de la casa siniestrada, afirmaba que el hermano de la fallecida le había comunicado la fatal noticia. Muy nervioso, este vecino de Erandio originario de Bolivia, señaló que tanto él como su esposa llevaban tres años residiendo en la localidad vizcaina. -