Maite Soroa
Ahora recurren a Cicerón
Los hay que para justificar su frenesí contra el proceso, el sinvivir que les produce la posibilidad de que las cosas avancen, se tienen que remontar hasta los tiempos de Julio César, Marco Antonio y Cicerón. César Vidal, que a fin de cuentas es historiador, es uno de ellos.Hablaba ayer en “La razón” de los ominosos sucesos ocurridos en Roma allá por el año 44 a. de C., cuando Marco Antonio le dio para el pelo a César en defensa de la paz. Decía Vidal que «Marco Antonio no era el primero ni fue el último que se valió de la hermosa palabra para engañar al pueblo. El ansia de paz la utilizaron Hitler para merendarse Europa central y Stalin para quedarse con medio continente». Y enfrentaba al sabio Cicerón a los tres dictadores mentados. El sabio romano sentenció en sus célebres Filípicas que «entre la paz y la esclavitud existe una gran diferencia. La paz es una libertad tranquila, mientras que la esclavitud es la peor de las desgracias y debe ser rechazada a costa no sólo de la guerra sino incluso de la muerte». Y de ahí salta Vidal al presente y nos explica que «Me he acordado de todo esto este fin de semana al leer las declaraciones del batasuno Pernando Barrena afirmando que la legalidad vigente es el ‘gran problema’ para el mal llamado proceso de paz, que, ‘difícilmente se podrá llegar a un acuerdo de resolución en el marco de la legalidad actual’ y que lo que tiene que hacer ZP es liberarse ‘de la legalidad, la Constitución y todas esas zarandajas’». Y a Cesar Vidal casi le da un patatús al leerlo. Por eso adelantaba que «Barrena, como miembro avezado de
una organización terrorista, no tiene por qué mentir a los electores. Al final,
la clave de todo el proceso de paz es que choca frontalmente con la legalidad
democrática y con la Constitución. Mientras los etarras señalan que esas
zarandajas deben saltar por los aires, ZP finge respetarlas aunque esté pactando
su aniquilación». Y puesto a buscar ejemplos, no se le ocurre otra grosería
mayor que la que sigue:«Son como una mujer y su amante decididos a engañar al
marido sólo que mientras el maromo insiste en que se dejen de remilgos y se
vayan a la cama ya, la adúltera insiste en guardar algo las formas antes de
quitarse la ropa». Y el zafio sentencia a la postre:«lo más grave es que
escondido tras el mal llamado proceso de paz se agazapa un plan de esclavitud
que sometería a España». ¡Qué pesaditos se ponen! - msoroa@gara.net
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