Helen Groome - Ge�grafa
Cuando la ley es absurda
El grupo se frustr�. Quer�a hacer una huerta para garantizar el futuro de las variedades locales del pueblo de lechuga, tomate y dem�s. Hab�a analizado la legislaci�n y, sorprendidos, los cinco chavales del grupo fueron a hablar con el responsable del tema en la Administraci�n. El grupo no ten�a semilla con que empezar y lo que les hab�a dicho tanto la legislaci�n como el funcionario de turno les hizo ver que, con la ley en la mano, no iban a ninguna parte. Mejor dicho, la huerta no se iba a poder sembrar, al menos con variedades locales. Varias abuelas del pueblo les hab�an prometido semilla a los chavales del grupo. Pero la ley les indicaba, y el funcionario les confirm�, que al ser semillas de variedades no registradas, no se podr�an regalar. El grupo indic� que pagar�an las semillas si �se era el problema. �No�, responde la ley y confirma el funcionario, el problema es que al ser variedades no registradas no se pueden �comercializar�, o sea, ni vender, donar, regalar, intercambiar, ni ninguna acci�n que transfiere semillas entre personas que siembran. Pero eso significa, protest� el grupo, que cuando no hay continuidad en un caser�o se perder�n las variedades que tiene. Bueno, replica la ley y confirma el funcionario, se puede enviar semilla a bancos de germoplasma y despu�s pod�is solicitar semilla al banco. Ya, dice el grupo, como no se financian bien esos bancos, se van degenerando las semillas, tampoco hay de todas las variedades locales y, adem�s, vete a saber qu� empresa puede sacar semillas e iniciar el proceso de privatizaci�n de parte o toda su informaci�n gen�tica. Otra opci�n es registrar las variedades locales, indica la ley e insiste el funcionario. Ya hemos debatido eso, replica el grupo. Las variedades locales no se ajustan f�cilmente a los criterios de registro (no son homog�neas para empezar, como demanda la ley) y luego implica una privatizaci�n que, precisamente, queremos evitar. Queremos que otras personas puedan usar semillas de las plantas que cultivamos. ��Pero chicos!�, protesta el funcionario, �ya sab�is que no pod�is vender (l�ase vender, donar, intercambiar...) sin las certificaciones correspondientes�. �D�jalo ya�, dice el grupo y se marcha. ��Pero chicos!�, dice una de las abuelas cuando va el grupo a decirla que no pueden aceptar semilla, ��Animo! Toda la vida he regalado e intercambiado semillas sin perjudicar a nadie y no pienso parar por una ley tan absurda�. -
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