Txotxe Andueza
Miente, que algo queda
El botánico holandés Hugo Marie de Vries, padre de la teoría del mutacionismo, que fue criticado públicamente por haber copiado las tareas a Mendel, clasificó así a los mentirosos: «El niño es mentiroso en la medida en que sus fantasías se hacen presentes para confundirlas con realidades. El adoles- cente lo es cuando su encuentro con el mundo real le causa frustraciones. El joven miente porque no se ve capaz de afrontar las verdades que le contrarían. El adulto es mentiroso cuando no ha superado los obstáculos que le ha puesto la vida, y engaña para sentirse el triunfador que nunca ha sido. Y el anciano miente cuando no se perdona los errores que ha cometido a lo largo de su existencia». Si sus referencias bibliográficas son ciertas, a buen seguro él mismo se situaría en alguno de los grupos mencionados. Pero hay otros mentirosos que no entran en su clasificación: quienes mienten a sabiendas de que mintiendo así hacen daño al interés general, saquen o no provecho personal de su mentira. De esos mentirosos ha habido muchos y bien conocidos se atribuye, por ejemplo, a Pinochet, esta frase para explicar su afición a las gafas oscuras: «La mentira se descubre por los ojos, yo muchas veces mentía». Y no nos libramos de ellos en la actualidad. En el aquí y ahora de la política vasca se dicen muchas mentiras. Mentiras que buscan hacer el mayor daño posible y que pueden hacerlo si consiguen el propósito del mentiroso que las propaga. Mentir y repetir la mentira hasta que a fuerza de decirse y escucharse se eleve al rango de verdad es una vieja estrategia que, sin embargo, a algunos les sigue siendo tremendamente útil a sus fines. Algo que Azkuna debe saber bien, visto las cosas que viene diciendo desde el viernes. Otro ejemplo. Alguien se encargó de llevar a sus pancartas ante la Audiencia Nacional una canalla mentira sobre Iñaki de Juana: su huelga de hambre no fue sino una especie de dieta blanda. Como prueba de la eficacia de la estrategia goebbelsiana, hasta algún intelectual de la progresía española, de espíritu crítico y generalmente bien informado, repite negro sobre blanco la bazofia. Pide que, si es mentira, se lo desmientan. Que pregunte a los poderes del Estado que tomaron la decisión de la alimentación forzosa, sabedores de la coherencia y credibilidad de quien entonces, como ahora, está dispuesto a morir antes que seguir siendo rehén en sus manos. -
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