NUEVA YORK
La derrota del Partido Republicano abrió la puerta a un cambio de dirección de la política exterior estadounidense por primera vez desde el 11-S de 2001, que incluye el manejo de la guerra en Irak, el respeto (o no) a las convenciones y derechos internacionales y la postura hacia México y América Latina, entre otros temas.No sólo fue anunciado el despido de Rumsfeld, sino que la nominación de John Bolton para permanecer como embajador en la ONU está casi cancelada. «Sus posibilidades son nulas», reconoció un funcionario al “The New York Times”.
Los demócratas ya han anunciado que promoverán el inicio de un repliegue de tropas estadounidenses en Irak dentro de los próximos cuatro a seis meses y evaluar abrir el diálogo con Siria e Irán para buscar soluciones a la crisis regional. La Casa Blanca ha reconocido que está a la defensiva al responder que «el presidente está abierto a nuevas ideas» sobre cómo rescatar su desastrosa aventura bélica.
De hecho, Bush se reunió con el llamado Grupo de Estudio de Irak encabezado por James Baker, ex secretario de Estado e íntimo asesor de George Bush padre, y el ex representante demócrata Lee Hamilton.
Muchos han comentado que tanto Gates como Baker son figuras claves del grupo íntimo de Bush padre, lo cual sugiere que los veteranos de una política exterior más «pragmática» y centrista están tomando el control de la crisis en Irak y la política exterior en general.
Al mismo tiempo, el general Peter Pace, jefe del estado mayor, también anunció que el alto mando militar realiza una amplia evaluación de la estrategia castrense en Irak. Eso de «mantener el rumbo» como consigna repetida infinitamente por Bush, su vicepresidente Dick Cheney y Rumsfeld durante meses antes de la elección de repente fue descartado, pero ahora todo parece avanzar sin ningún rumbo.
No obstante, pese a las expectativas creadas por la derrota republicana, aún está por ver el paso positivo que supone la victoria de los democratas.