Representantes de la asociación Juana Mugarrietakoa, que defiende la celebración de un Alarde igualitario, opinaron ayer que la sentencia del Tribunal Supremo español que valida el desfile discriminatorio de Hondarribia prolonga la situación de años anteriores.

La integrante de esta agrupación Ixabel Alkain dijo que esperaban una sentencia «como ésta» del Supremo español, que «no cambia nada» desde el punto de vista «social y real». «El verdadero escándalo es que el alcalde, para evitar la ley, dejase en su momento que una sociedad particular que excluye a las mujeres se encargara de un patrimonio cultural como el Alarde», denunció.

Alkain rechazó las declaraciones efectuadas ayer mismo por la presidenta de Alarde Fundazioa, Nekane Iza, quien aseguró que todas sus actuaciones buscan «evitar la confrontación social». «Jamás nos han respetado», replicó Alkain, quien recordó que «tampoco respetan a aquella gente que quiere disfrutar viendo y aplaudiendo, porque les ponen plásticos negros delante. Sólo conque existamos ellos se sienten amenazados», declaró.

La representante de Juana Mugarrietakoa insistió en que esa «falta de respeto» no sólo existe «hacia las mujeres, sino también hacia los hombres» que las apoyan o desfilan con ellas. Alkain reiteró que es el Ayuntamiento de Hondarribia el que debería «deshacer los obstáculos para buscar soluciones» ya que «las instituciones públicas tienen la obligación de fomentar la igualdad».

Jauregi, satisfecho

En cambio, el alcalde de Hondarribia, Borja Jauregi, expresó ayer su «satisfacción» por la sentencia en la que el Alto Tribunal español considera que no hay discriminación por razón de sexo en el Alarde discriminatorio celebrado de forma privada.

El primer edil jeltzale opinó, en rueda de prensa, que la decisión del Supremo, que tampoco encuentra irregularidades en la actuación del Consistorio en este asunto, soluciona, «en el plano jurídico, las discrepancias y las tensiones que se han producido en estos once años» en la localidad.

Jauregi matizó que la resolución no se refería al Alarde público, que en su día sí fue considerado discriminatorio, sino al desfile «privado, organizado por ciudadanos en el ejercicio de su libertad». Rememoró también que el Consistorio decidió «democráticamente» hace unos años no organizar un Alarde público, decisión que fue recurrida por la compañía Jaizkibel y que ha encontrado respuesta en una sentencia del Supremo que considera que «el Ayuntamiento puede organizar el Alarde pero no tiene obligación de hacerlo». Otra tradición de la que se han olvidado los partidarios del Alarde discriminatorio.