Vivir del arte: ¿Una opción real o un sueño sólo al alcance de unos pocos?
¿Son los artistas una especie en extinción? ¿El arte se está transformando en un ámbito elitista? ¿Es posible vivir del arte? Alumnos y profesores de la Facultad de Bellas Artes de Leioa mantienen posturas contrapuestas. Los menos están convencidos de que los estudios y las obras abrirán todas las puertas. Los pragmáticos optan por compaginar un empleo «para llegar a fin de mes" con la práctica artística. La esperanza, en ambos casos, se mantiene intacta.
Marta MORALES | LEIOA
Estos días, en la Facultad de Bellas Artes del campus de Leioa se respiran muchos nervios y bastantes prisas. Es época de exámenes y cientos de alumnos recorren los pasillos cargados con cuadros, esculturas, composiciones varias o, ensimismados, dando un último repaso a los apuntes antes del temido y definitivo examen.
La experiencia es nueva para aquellos que acaban de empezar sus estudios universitarios. Otros, en cambio, están a punto de terminar la carrera. El objetivo, sin embargo, es idéntico: poder ganarse la vida con algo que les apasiona, el arte. ¿Cómo conseguirlo? Para Miriam Cio, estudiante de quinto curso, sólo existe una opción real: encontrar un trabajo y compaginarlo con la creación artística. «Es muy díficil vivir de vender tus obras. Mi intención es encontrar un empleo de publicista que me permita llegar a fin de mes y, al mismo tiempo, hacer mis propias exposiciones y vender mis cuadros», comenta esta gasteiztarra de 23 años.
Amaia García cursa primero de carrera, pero comparte la misma opinión. «Es muy difícil dedicarte de pleno al trabajo artístico porque tienes que ser demasiado buena en pintura o en escultura, por ejemplo. El camino es buscar una alternativa, a ser posible algo relacionado con el arte que te deje tiempo para seguir creando», afirma esta joven de Amurrio, que compagina sus estudios con un trabajo por horas. «Tengo claro que esto me gusta, aunque no tenga mucha salida. Mi intención era estudiar diseño gráfico, que te ofrece más vías para encontrar trabajo, pero siempre me ha gustado más la pintura, así que todavía no sé muy bien qué opción elegiré», explica.
La mayoría de los estudiantes opina como Amaia y reconoce que ha optado u optará por una rama de la carrera «que tenga más salida», en detrimento de sus gustos personales. «Tenemos que ser prácticos y realistas. No podemos terminar los estudios y seguir dependiendo de nuestros padres», defiende Maddalen Otxoa, de Leioa, que, pese a estar en primer curso, tiene claras sus prioridades: «Yo optaré por diseño gráfico, porque es lo que más salidas te ofrece, aunque intentaré que me quede un hueco libre para esculpir, que es lo que de verdad me gusta», explica.
Iván Antonio Menéndez, asturiano de 22 años, está a punto de licenciarse en diseño gráfico y coincide con la postura de Maddalen. De hecho, es uno de los pocos estudiantes que se muestra optimista respecto a su futuro laboral, aunque reconoce que éste depende en gran medida de la rama que se elija. «Vivir de vender tus obras es más difícil, porque el mercado está muy saturado, pero las nuevas tecnologías dan más oportunidades», asegura.
El arte como un todo
Los profesores, sin embargo, no comparten este debate, y prefieren centrarse en el arte como un todo. «A menudo, cuando hablamos de vivir del arte pensamos en la vida del artista, pero este ámbito es mucho más amplio y puede ofrecer muchas opciones de trabajo que van desde organizar exposiciones, ofrecer servicios culturales y trabajar en un museo a ser artista o colaborar en un estudio de diseño gráfico. Todo eso y mucho más es arte», explica el zumaiarra Ismael Manterola, que imparte Historia del Arte.
De hecho, Iñaki Imaz, profesor desde hace 14 años, sitúa la carrera de Bellas Artes a un nivel ligeramente superior al del resto de estudios de letras «por la gran posibilidad de aplicaciones prácticas» que posee. «Lógicamente, vivir de la producción de obra personal es muy difícil, pero se puede. Obviamente, en cada promoción sólo lo consiguen unos pocos, pero vivir de la aplicación de lo aprendido en Bellas Artes es muy factible en muy diversos ámbitos», añade.
Hoy en día nadie pone en duda que vivimos en la sociedad de la imagen y ese hecho, para el docente Natxo Rodríguez, sólo aporta ventajas a los jóvenes licenciados. «De la Facultad de Bellas Artes salen diseñadores, restauradores, escultores, ilustradores, directores de cine, investigadores y, por su puesto, artistas. Esto no significa que los primeros no lo sean; todo lo contrario. La palabra artista se está desintegrando para integrarse en otros sitios y los artistas son cada vez más necesarios, porque la creatividad se ha desplazado a otros ámbitos», asegura este profesor, que lleva 17 años enseñando materias como Discurso y Técnica.
«El arte siempre ha existido y siempre existirá. Puede cambiar y adoptar diferentes formas porque, al igual que otros conceptos culturales, es cambiante por naturaleza. Por eso, el arte se puede aprender y utilizar para entender el mundo y hacerlo propio. Eso es lo que se enseña en la Facultad de Bellas Artes», añade Ismael Manterola.
La estudiante de quinto curso Ainhoa Cabero coincide con el punto de vista de los profesores, aunque incluye ciertos matices. «El arte no es sólo pintar o hacer esculturas. Dar clases también es vivir del arte, aunque en ese caso habría que diferenciar entre enseñar de modo rutinario o intentando transmitir ideas», remarca esta joven de Aretxa- baleta, de 25 años de edad, que se muestra satisfecha con haber podido cursar esta carrera.
«Mi ilusión siempre ha sido poder estudiar Bellas Artes, pero desde el principio fui muy consciente de que va a ser muy complicado encontrar trabajo, no porque sea Bellas Artes, sino porque es difícil lograrlo hoy en cualquier sector», apunta.
La bilbaina Lara Alonso, por su parte, se muestra bastante crítica con quienes «se quejan de una falta de salida laboral que, en la mayoría de las ocasiones, depende de dónde coloquen el límite de sus propias expectativas. Lo que no puede ser -subraya esta estudiante de quinto curso- es pretender ganar un montón de dinero con tus creaciones nada más acabar los estudios».
Iván Antonio comparte esta crítica. «La gente quiere ganar mucho haciendo muy poco, sin esforzarse. Pero si quieres comenzar pintando tres cuadros y vendiéndolos por 30.000 euros cada uno, como en ARCO, es que no te enteras de nada», afirma este joven asturiano, que incide en la importancia de los contactos a la hora de hacerse un lugar en el mundo de la creación artística. «Los contactos son fundamentales para llegar a hacer algo. En el arte, como en cualquier otro ámbito de la sociedad. No será la primera vez -asegura- que alguien llega a ser un gran artista porque un amigo crítico le echó una mano con una valoración favorable de su obra».
Los «enchufes» son necesarios
La aretxabaletarra Ainhoa también defiende la necesidad de contar con buenos «enchufes» para salir adelante, aunque advierte que eso sólo no es suficiente. «La suerte tiene mucho que ver y además es necesario moverse para darse a conocer. Aun así, muchas veces es cuestión de gustos. Yo, por ejemplo, soy pintora, pero no me gusta el arte conceptual. Prefiero plasmar elementos que el espectador pueda entender. Sólo por eso me encuentro en desventaja en la pista de salida, porque, ahora mismo, lo que está de moda es lo abstracto», explica.
El profesor Iñaki Imaz finaliza con una sugerencia: «El cultivo del arte es un valor en sí mismo, y si nos centramos sólo en su utilidad, la cultura, y con ella la sociedad, enfermará y morirá. Hay que comer, es obvio, pero también hay que cultivar el espíritu».