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Mujeres en defensa de un parto respetuoso

Defender el parto respetuoso con el recién nacido, con la madre y con la pareja es el principal objetivo de Amabizia, una asociación que lleva dos años trabajando en Nafarroa para intentar que las recomendaciones de la OMS sean respetadas en los hospitales.

En Holanda el 40% de las madres dan a luz en su propia casa, y es el país con la tasa de mortalidad de recién nacidos más baja del mundo. En el Estado español se estima que ese porcentaje apenas ronda el 0,2%. Además, los derechos de las madres no siempre son tenidos en cuenta cuando llega el momento del parto. Si el hecho de dar a luz ya es duro en sí, el trato que reciban en el paritorio puede hacer mucho más dura esta situación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace frecuentes recomendaciones para que los deseos y necesidades de las mujeres sean tenidos en cuenta en esos momentos tan importantes y delicados, pero en muchos hospitales esas recomendaciones se suelen quedar en eso, en meras «recomendaciones».

«En general, creemos que en el Estado español se hace un parto muy medicalizado. En otros países europeos ya han comprobado que esto tiene unas consecuencias no demasiado positivas y están volviendo a fomentar el parto más respetuoso con el proceso de la mujer y también con el recién nacido, al que aquí tampoco se le suele tener mucho en cuenta». Así lo constata Ana Churruca, una de las mujeres que integran Amabizia. Esta asociación surgió hace un par de años en Iruñea, gracias a la iniciativa de un grupo de matronas y madres que echaban en falta una mayor formación e información en las cuestiones relacionadas con el parto y la crianza de los hijos. Amabizia agrupa en la actualidad a una veintena de mujeres, que además de organizar reuniones entre ellas para profundizar en su formación, imparten charlas abiertas a todas las personas interesadas en el parto respetuoso. Las preguntas más habituales en estas reuniones suelen girar en torno a si es recomendable o no la anestesia epidural, o qué derechos pueden demandar las mujeres cuando van a dar la luz. «La Administración pública no está muy interesada en darlos a conocer. La clase médica ejerce mucha presión y, en general, los médicos no quieren cambiar algunas prácticas, porque para ellos resulta más cómodo. Lo que nosotras pedimos es que se reconozcan los derechos de la mujer y del recién nacido en los hospitales, porque en la actualidad no están reconocidos», constata Churruca.

Aunque reconoce que en los centros hospitalarios existe «seguridad a nivel médico», lamenta que hay un «exceso de medicalización», y pide que se respeten las decisiones de las mujeres. «Queremos dejar claro que no estamos en contra de la tecnología y de que se aplique cuando se tenga que aplicar. Somos conscientes de que un buen porcentaje de partos son de riesgo y que en esos casos hay que recurrir a la tecnología, pero en el resto de los casos, en los que la mujer desee llevar su parto de forma natural, hay que respetar lo que decida la mujer. Es decir -puntualiza-, hay que respetar el proceso del parto y no intentar acelerarlo para dar enseguida paso a otra parturienta, como suele ser lo habitual».

«La postura echada es la peor»

Uno de los derechos que habitualmente no se tiene en cuenta en los hospitales es la posición que la mujer encuentra más cómoda en el momento del parto. «Aquí no se respeta en absoluto. Aquí lo habitual es que le pongan a la mujer en posición echada, que es la peor para dar a luz. Eso hace que los partos sean más lentos y más traumáticos», afirma Ana Churruca, que decidió dar a luz a su segundo hijo en su propio domicilio.

Uno de sus argumentos para sustentar esa afirmación es que, si la mujer permanece echada, «se comprime la vena cava y la sangre va a las piernas en lugar de al útero, que es a donde tiene que ir en ese momento, porque el bebé necesita más oxígeno del que se le proporciona».

También constata la existencia de estudios que advierten de que en posición echada la mujer «sufre más» que si adopta otra más cómoda. «Además -agrega- el parto se hace más largo que si la mujer escoge, por ejemplo, una postura vertical, porque en este caso la fuerza de la gravedad le ayuda a empujar al bebé hacia abajo».

La propia OMS advierte de que «las mujeres no deberían estar acostadas sobre la espalda (en la posición obstétrica hospitalaria usual) durante el trabajo del parto», sino que «se debería estimular a las mujeres a caminar durante el periodo de dilatación y a elegir la postura que deseen adoptar en el momento de dar a luz».

¿Y después del parto, qué? También aquí las diferencias entre unos países y otros, dentro del entorno europeo, son notorias. En Holanda, además de pagar el parto en la propia casa de las parturientas, la atención posterior es muy completa. Las madres tienen derecho a que les asista una persona en el periodo de crianza de los hijos y les ayuden a realizar las labores de la casa. «Sin embargo, en otros países, incluido el Estado español, hay mucha desatención una vez que ha pasado el parto, porque las madres se quedan muy solas y los padres no suelen tener permisos laborales lo suficientemente prolongados como para dar apoyo y ayuda a sus compañeras», lamenta Ana Churruca.

Generalmente son mujeres las que acuden a las charlas-debate que imparten desde Amabizia, a pesar de que éstas van dirigidas también a los hombres. «En el sistema sanitario no se suele tener muy en cuenta a la pareja. En la mayor parte de los centros de Iruñea, al menos, los hombres no tienen a acceso a esa formación», critica Ana Churruca, al tiempo que destaca la importancia de que el compañero de la mujer que va a dar a luz «esté bien informado». La importancia de que hombres y mujeres cuenten con información es recogida expresamente por la OMS. En su declaración sobre los derechos de la mujer y del bebé, señala además que «el rasurado del pubis o la administración de un enema (lavativa) antes del parto no son necesarios», y que tampoco es necesaria la episiotomía o corte en el periné.

La mujer pone las condiciones

Otra de las recomendaciones de la OMS es que ningún parto debería provocarse ni inducirse de forma artificial por «comodidad o rutina», sino sólamente si lo requirieran las indicaciones médicas «precisas y justificadas». Teniendo en cuenta estas recomendaciones y otras normativas legales, Amabizia ha elaborado un modelo de instancia para que, todas aquellas futuras madres que lo deseen, lo remitan al correspondiente organismo a fin de que se tengan en cuenta sus derechos en el momento de dar a luz.

Esta instancia recoge un amplio listado de condiciones bajo las que la mujer desea que se desarrolle su parto, tanto en lo referente a su participación activa como el ambiente que desea tener. El modelo completo puede descargarse de la página web de Amabizia (www.partoconsciente.com).

Iñaki VIGOR

Es todo mucho mas familiar

Miren Lakabe es una matrona de Amabizia que ha ayudado a unas veinte mujeres a dar a luz en sus casas. «La ventaja es que todo es mucho más familiar, más relajado. El ambiente es mucho más tranquilo. No hay ningún tipo de presión, ni de tiempo ni de espacio. La pareja es la protagonista. Nosotras somos meras observadoras», comenta Lakabe, quien dice que se siente «mucho mejor» en casas particulares que en el hospital donde trabaja. «Muchas mujeres venían a pedirnos ayuda. Entonces nos dimos cuenta de que necesitábamos informar a la mujer de que ella y su pareja son los protagonistas. Se trata de hacerles ver que ellos, como responsables, tienen derecho a decidir dónde, cuándo, cómo y con quién desean parir», explica. Por tanto, su labor va encaminada a preparar a la pareja para el nacimiento, al margen de que se lleve a cabo en casa o en el hospital. «Nuestro objetivo es dar a conocer que se puede parir de otra manera a la habitual de los hospitales, donde lo hacen de una manera mecánica», resume. I. V.

«di a luz en el hospital y me sentí como un coche de la volkswagen"

«Yo me sentí en el hospital como un coche de la Volkswagen. Hicieron bien su trabajo y no hubo ninguna negligencia, pero es algo completamente deshumanizado». Así recuerda Sara Martínez el nacimiento de su hijo Urko en agosto de 2003, en Iruñea. En su entorno familiar, la mayoría de las mujeres estaban dando a luz en sus casas, pero ella no se animó con su primer hijo. Y se fue al hospital.

Aquella experiencia no fue «nada agradable», según rememora. «Llegué con la bolsa rota pero sin ninguna contracción. Yo no había dilatado ni un solo centímetro, pero un análisis detectó que tenía una infección en la vagina y que le podía pasar al feto. Para no correr riesgos, me provocaron enseguida el parto. Me pusieron un enema y luego un gotero con oxitocina. Entonces empecé con contracciones muy seguidas, pero el aparato no funcionaba. Yo les decía que sí tenía contracciones, pero mi palabra no valía para nada», recuerda con un deje de amargura.

A raíz de aquella experiencia decidió que, si tenía un segundo hijo, sería en su casa. Y así fue. La noche de Reyes, Sara se levantó de madrugada con contracciones y molestias. Para cuando llegó la comadrona, ya tenía a punto los protectores, material de sutura, un gorro para el bebé y la casa bien calentita. «Estuve acompañada por mi hijo, mi madre y mi compañero, y todo fue muy bien. Tenía contracciones cada cinco minutos, y entre una y otra me relajaba, descansaba, dormía, me daban masajes y zumos... Estás con la gente que tú quieres, a tu ritmo. En cuanto nace el crío, te lo pones en el pecho, el padre corta el cordón, la comadrona te hace un zumo con fruta y placenta. Es mucho más emocionante. No tiene nada que ver con el hospital», resume.

Todo el proceso del parto fue seguido por su hijo Urko, de tres años. «Teníamos dudas sobre si dejarle estar o no con nosotros, pero la verdad es que estuvo de lo más natural, supertranquilo. Se puso al lado de la matrona y vio nacer a su hermano con gran naturalidad. Al principio pensábamos que iba a estar asustado, ¡pero no! -remarca Sara Martínez-, lo vivió todo con una gran normalidad». I. V.

en Holanda

En Holanda, el 40% de las mujeres da a luz en su propia casa, y es el país que tiene la tasa de mortalidad de recién nacidos más baja del mundo.

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