Jakue Pascual Sociólogo
Recuerdos de plomo
El cine proyecta de manera tergiversada, edulcorada o documentada aquella convulsa época. Detrás, como siempre, España recrea los No-do
Si se comienza una década jugando con madelmanes y se concluye esquivando balas de goma, uno no puede evitar sumirse en recuerdos cuando el cine rememora la atmósfera, el look y la textura del celuloide de aquellos años setenta.
Tras la Revolución en la revolución y el alunizaje, el águila afila sus garras. Fotogramas de hippies muertos. Alemania estrena Fracción del Ejército Rojo.
Recientemente dos películas han versado sobre la RAF: «Baader» de Christopher Roth. Con una estética fashion impecable, sondea la etapa inicial de la organización antiimperialista girando con inventiva alrededor de la personalidad de uno de los líderes de la Baader Meinhof Wagen (así apodada por expropiar bugas chic como el BMW 2002). Y «El silencio tras el disparo» de Volker Schlöndorff, ambientada en la fase final del grupo armado y estructurada en torno a la paradoja del socialismo real en la que se debate una militante del grupo protegida por la Stasi. Filmes poco relacionados con el debate sobre los límites de la democracia propuesto en Alemania en «Otoño» o «Stammheim», con la instrumentalización del terrorismo que plantea «La tercera generación» o con docudramas como «El juego de la muerte».
Movimiento de cámara. La guerra de Vietnam se expande a Laos y en Montreal se acuerda extraditar a los secuestradores de aviones. Spielberg nos retrotrae hasta las Olimpiadas de Munich, en una trama plagada de encuentros entre el Mossad y Septiembre Negro con miembros de la RAF, ETA o los Tupamaros. 1972, Bloody Sunday y Watergate.
Pinchamos «Transformer» de Lou Reed. Un travelling persigue el despliegue de juegos de guerra. Operación Dragón y Operación Ogro; golpes de estado en Uruguay y Chile; crisis del petróleo y Guerra del Yom Kippur. Al síndrome del Kreditbanken se le bautiza como Estocolmo.
M. I. L. Llach entona «I si canto trist» en Salvador de Manuel Huerga. El film no gusta a los camaradas de Puig Antich, vilmente agarrotado por la dictadura, calificándolo de ficción consumista alejada del anticapitalismo que defendían. Plano en picado.
«Grandola vila morena». Saigón ha caído. Muere Patxi. En «El Lobo» de Courtais el infiltrado reescribe los hechos. Wanted! Su presencia era detectada en la Parte Vieja. Rumores... Los chivatos tienen mala prensa.
«Lavorare con Lentezza» en el laboratorio italiano de Guido Chiesa. La autonomía se difunde por el obrero social. Vista de pájaro desde los tejados de Bolonia. Radio Alicia, emisora maodadaísta, cede la palabra a «Dominio y sabotaje».
El cine proyecta de manera tergiversada, edulcorada o documentada aquella convulsa época. Los estados europeos hacen balance sin autocrítica. Los británicos continúan con el proceso; Bidart abandona la prisión con condiciones; Alemania debate excarcelar a Mohnhaupt y en Italia se libera a Curcio. Detrás, como siempre, España recrea los No-do. Los retos y peligros que atenazan a Europa no pueden ser eclipsados por la política del enemigo interno, como en otra era. Fundido en negro.