Jean-Marc Rouillan, Nathalie Ménigon y Georges Cipriani acaban de cumplir viente años de prisión por su militancia en la organización armada Action Directe (AD).

Mientras en Alemania los integrantes de la RAF están accediendo a la libertad vigilada y en Italia hubo medidas de gracia para los miembros de las Brigadas Rojas, en el Estado francés se exige una declaración de arrepentimiento para salir de prisión.

Rouillan, en una entrevista publicada ayer en el diario «Sud Ouest», revindica su carácter de preso político, destacando que han sido condenados por «nuestra participación en acciones revolucionarias» y recuerda que «los jueces no nos dejan en libertad con el pretexto de que no condenamos nuestro pasado. Por tanto, permanecemos en prisión por nuestras ideas políticas».

En este sentido, Rouillan, encarcelado en la prisión de Lannemezan, se define como «comunista revolucionario» y subraya que «ni el aislamiento penitenciario, ni las transformaciones de las dos últimas décadas ni las presiones para hacerme renunciar han conseguido convencerme de que el régimen burgués sea el mejor posible o el `menos malo'».

Tanto Rouillan como sus compañeros de militancia Ménigon, Cipriani y la ya fallecida Joëlle Aubron permanecieron en aislamiento total los primeros siete años en prisión, lo que les ha provocado graves problemas de salud. Así, Cipriani ha padecido problemas siquiátricos y Ménigon tiene una minusvalía tras sufrir dos ataques vasculares en el cerebro. A Joëlle Aubron la desasistencia le provocó un tumor cerebral y fue excarcelada en 2004. Dos años después murió.