Somalia
Ignacio Ramonet
Embarcado ya en una «guerra global contra el terrorismo» en Afganistán y en Irak, Estados Unidos acaba de inaugurar un tercer frente en Somalia. Sus recientes incursiones aéreas y el envío de buques de guerra prueban que, a los ojos de Washington, que ya puso en marcha a finales de 2001 una coalición antiterrorista en el golfo de Adén, el Cuerno de Africa es de ahora en adelante parte del teatro de operaciones contra de la red de Al Qaeda.
Financiada por los comerciantes de Mogadiscio, cansados de los abusos de los señores de la guerra, la Unión de los Tribunales Islámicos echó a estos últimos y tomó la capital en junio de 2006.
Tras haber demostrado una visión estrecha de la «lucha contra el terrorismo» y apostado por los señores de la guerra, Estados Unidos no acepta este nuevo orden. Más aún cuando los Tribunales son acusados de recibir ayuda de Irán. Por eso, el Pentágono está impulsando a la Etiopía cristiana, que se beneficia de un programa de asistencia militar estadounidense desde 2002, a lanzar una ofensiva, poniendo a su disposición medios de reconocimiento aéreos y de escucha vía satélite.
(...) Unos veinte mil soldados etíopes se encuentran actualmente desplegados en el país. Impulsado por Estados Unidos desde el mes de junio de 2006, el Grupo de contacto internacional sobre Somalia se reunió a principios de enero, en Nairobi (Kenia), e instó a financiar «de manera urgente» una fuerza de paz prevista por la ONU. Por ahora, además de Etiopía, sólo Uganda ha dado su conformidad firme para enviar tropas. Washington anunció que otorgará una ayuda de 16 millones de dólares al presidente somalí de transición, Abdullahi Yusuf, así como ayuda humanitaria y un segundo envío de 24 millones de dólares, de los cuales 14 millones irán a la fuerza de paz. La Administración de Bush acusa a los islamistas somalíes de proteger a dos terroristas (...) implicados en los atentados de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, que dejaron un saldo de 224 muertos.
Frente a esta intervención, el número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, llama a los combatientes islámicos a la resistencia: «Insto a todos los musulmanes a responder al llamamiento de la `yihad' en Somalia. (...) La verdadera guerra va a comenzar por medio de ataques contra las fuerzas etíopes de agresión. (...) Les recomiendo las emboscadas, las minas, las operaciones suicidas». Les aconseja también inspirarse en las guerrillas en Afganistán e Irak. Por su parte, Abdulharim Ali Modei, portavoz de los Tribunales Islámicos, afirmaba que su movimiento «no había sido vencido». Sus hombres se han reagrupado al sur del río Juba, fronterizo con Kenia, una región en la que tanto los etíopes como las fuerzas especiales estadounidenses (...) persiguen a los islamistas.
Así como la toma de Kabul, en 2002, no resolvió el problema talibán, o la de Bagdad, en 2003, no resolvió el problema iraquí, la de Mogadiscio por las fuerzas etíopes está lejos de haber resuelto el problema somalí. Este no ha hecho más que comenzar.