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la fauna menos conocida del golfo de bizkaia

Cetáceos a la deriva en la costa vasca

Bonitos, atunes, sardinas y boquerones. Inquilinos habituales del Golfo de Bizkaia, pero no los únicos. Un buen número de especies de cetáceos, como las ballenas, pero también tiburones, focas y tortugas, residen en estas aguas. Cada año, entre 30 y 40 de ellos quedan varados, la mayoría muertos. Y algunos siguen sorprendiendo a los expertos.

Joseba VIVANCO

Una foca gris ha sido la última en dejarse ver por la costa vasca. Lo hizo hace unas semanas en el puerto de Bermeo. Se trataba de un ejemplar juvenil, macho, que seguramente debido a las tormentas y a un comportamiento errático terminó jugueteando en aguas bermeanas. Pero tan fácil como llegó, se marchó. Forma parte de la variopinta y sorprendente fauna marina que, de manera permanente o accidental, se deja ver por el Golfo de Bizkaia. Desde las estratégicas atalayas en Billano (Plentzia), en el Cabo Matxitxako, en el Cabo Ogoño, en San Antón (el ratón de Getaria), en Santa Katalina (Lekeitio), en Igeldo y en el monte Ulia de Donostia se pueden avistar hoy muchas especies, como lo hacían otros vascos hace muchas décadas.

Pero algunos ejemplares mueren y sus cuerpos arriban a la costa o llegan a ella en malas condiciones. Dar cuenta de esos varamientos es uno de los cometidos de la Sociedad para el Estudio y la Conservación de la Fauna Marina, Ambar, que ha cumplido diez años desempeñando esa callada labor. Una década en la que casi doscientos ejemplares han quedado varados o se han acercado a pocos metros de nuestros arenales o puertos. «Empezamos con un busca y la colaboración de SOS Deiak, todo nos los pagábamos nosotros, los socios, no sabíamos cómo tomar muestras ni qué especies podían aparecer. Era todo un mundo por descubrir», rememora Pablo Cermeño, el responsable de la Red de Varamientos de Ambar.

A partir del año 2000, aquella iniciativa comenzó a consolidarse, aunque ya para entonces habían contabilizado un total de 28 varamientos de distintas especies. «Con el tiempo hemos conseguido afianzarnos, tener una red más detallada y llegar a más sitios. Pero lo más importantes es que hemos conseguido que en el País Vasco se vuelva a hablar de ballenas y delfines», remarca. Y es que cuando uno piensa en ballenas, delfines o tortugas marinas, incluso tiburones, es fácil que nuestra imaginación nos transporte hacia mares lejanos, cuando a pocas millas de la costa, incluso varados en nuestras playas, podemos toparnos desde con pequeñas marsopas a la mítica ballena azul. Seguro que no sólo arrantzales, sino buceadores o hasta surfistas se habrán sorprendido con algunas escenas dibujadas en el agua por estos surcadores de oceános.

En los últimos años, el número de varamientos en las costas de Bizkaia, Gipuzkoa y Lapurdi se sitúa en los 35-40 animales, entre los que se encuentran cetáceos, focas, tortugas y peces, entre estos últimos, tiburones. Delfín común, delfín listado, delfín mular y calderón, son las especies más habituales según han constatado estos investigadores. Aunque siempre hay sorpresas, como la del cadáver de un rorcual común de 19,5 metros y 50 toneladas de peso que encalló cerca del cabo de Matxitxako en enero de 2005 y hoy sus huesos reposan enterrados en Bermeo, con la idea de que su esqueleto sea el abanderado de un futuro museo. El 27 de noviembre de 2004 quedó varado y murió en la playa de Biarritz un rorcual aliblanco, éste de 17 metros de longitud.

«La gran mayoría de varamientos se deben a animales que, debilitados por diversas causas, acaban siendo arrastrados a la costa. O bien mueren en alta mar y derivan por los vientos predominantes, o bien son arrastrados poco a poco hacia la costa y sin capacidad o fuerzas para dirigir su destino, acaban muriendo en la playa», explica Cermeño.

En las posteriores autopsias que se les practican se ha detectado que la mayoría de los ejemplares que mueren en la arena padecían enfermedades relacionadas con el sistema respiratorio, «aunque en la mayoría de casos es difícil dictaminar cuál era la causa que originó ese deterioro». Un animal puede empezar con problemas respiratorios, ello conduce a una alimentación deficitaria, lo que provoca un debilitamiento, una disminución de las defensas, aumento de parásitos... la muerte.

No hay muchas evidencias de ejemplares que se hayan visto involucrados en capturas accidentales, pero sí que parece tomar fuerza la afección que la contaminación marina tiene entre estos animales. El Grupo de Estudios de la Fauna Marina Atlántica (GEFMA), con sede en Capbreton, y que vigila desde hace más de veinte años la costa que va de Hendaia a Biscarrosse, ha constatado que en el 60% de los casos de varamientos, la causa de muerte era la contaminación del mar.

Conocemos aún muy poco

Una década de vigilancia como la que lleva la sociedad Ambar bien pudiera ser un tiempo suficiente para conocer lo que se mueve bajo las aguas del Golfo de Bizkaia. Sin embargo, no está tan claro, a juicio de Pablo Cermeño. «O bien conocemos muy poco de lo que pasa, o bien todo está sujeto a cambio. Sabemos de las especies más habituales en estas aguas, pero siempre te llegan sorpresas». Por ejemplo, en 2001, desde el Pride of Bilbao, dos expertos ingleses hicieron el primer avistamiento de un zifio de True, un ejemplar de unos cinco metros de largo; hace unos años se pudo comprobar también cómo un grupo de calderones tropicales entraba en el Golfo hasta nuestras costas; o la apariciones de focas, dos de ellas el pasado año y ambas de distribución ártica: una de cascos y otra groenlándica.

El pasado 2006 fue, sin duda, un año «raro» en palabras de Cermeño. Bajó el número de delfines mulares, lo que es extraño; vararon dos marsopas, una en Sopela, con un feto desarrollado en su interior, y otra en la Concha donostiarra; también dos cachalotes pigmeos, animales muy extraños y esquivos; incluso un zifio en Getaria y que está a expensas de ser catalogado. Pero la pieza más novedosa fue el hallazgo de un pez cardenal atlántico, del que no se tenía constancia en estas latitudes y que, por ejemplo, en Asturias ya lo vienen recogiendo desde hace tres años.

«Lo que te llegas a plantear es si todo esto es más habitual de lo que parece y, digamos, siempre han pasado estas cosas, pero es ahora cuando son detectadas. Es decir, si son fenómenos aislados o anecdóticos, o bien si se deben al tan hablado cambio climático...», no se atreve a responder este experto de Ambar.

Enara Marcos, bióloga de Euskal Izurde eta Balezaleen Elkartea/Asociación Vasca de Amigos de los Delfines y Ballenas (EIBE), con sede en Hondarribia y también dedicada desde hace años a esta labor oceanográfica, expone el caso de una especie que anteriormente no había sido descrita en estas latitudes, como es el calderón tropical, habitual de aguas, por ejemplo, de las Islas Canarias, y que fue observada por primera vez en el litoral vasco, y en la cornisa cantábrica, en verano del 2003 durante las campañas de muestreo que esta asociación realizó a lo largo de esa época estival. Se trataba de un grupo de unos 12 individuos en la costa vizcaina. Posteriormente se han vuelto a observar, aunque, como opina esta experta, «este hecho no tenga valor científico como para determinar que esta especie ha variado sus hábitos, o que habite en estas latitudes. Porque no existe información anterior, ni es suficiente la actual para confirmar su presencia. Es demasiado arriesgado concluir sobre la existencia de cambios en los patrones biológicos de estas especies debido al cambio climático. Tiempo al tiempo».

Los varamientos de tiburones peregrino son un ejemplo más. El año pasado aparecieron dos, en Ondarroa y el superpuerto de Bilbo. El primero llegó y se marchó; el segundo apareció muerto debido a un accidente de pesca. «Es un animal que, probablemente, sea más habitual en nuestras aguas de lo que pensamos», apuntilla Pablo Cermeño. Ejemplar de gran tamaño, aunque «tan peligroso como una vaca», en 2005, uno de 3,75 metros fue hallado en la playa de Bakio. Un año antes, en julio 2004, en la de Aizkorri, a cinco metros de la arena, un especimen que medía unos seis metros sorprendió a varios bañistas. Después de unas horas de «pasearse» frente a la arena, desapareció. Cetáceos que, en la mayor parte de los que han quedado varados en nuestras proximidades, han sido contabilizados por la sociedad Ambar, pero también por otros grupos, como el francés GEFMA (www.gefma.fr), que se encarga de recabar información sobre varamientos en puntos de la costa vasca como Hendaia, Sokoa, Biarritz, Bidart, Getaria y Donibane-Lohizune. Desde 1996 tiene anotados casi un centenar, buena parte de ellos delfines listados. Incluso consta una ballena picuda de Cuvier. Uno de los últimos casos llamativos fue el de un cachalote pigmeo en Hendaia: varó vivo, fue sacado, pero murió.

Un santuario en el Golfo de Bizkaia

Pero sea como fuere, y al margen de los pasajes anecdóticos, desde Ambar se insiste en que «lo importante es dotarse de una base histórica que permita en el futuro comprobar qué es lo que va bien o lo que va mal». En esa línea están trabajos como el ``Estudio de las poblaciones de cetáceos del litoral guipuzcoano y aguas adyacente: un lugar de interés para su protección'', que en 2005 presentó la Asociación Vasca de Amigos de los Delfines y Ballenas, por encargo del Gobierno de Lakua. Esta entidad realizó durante un año una campaña de avistamientos en alta mar, donde confirmó que el 82% de los encuentros se correspondía con delfines mulares, comunes y calderones comunes. Anotaron hasta siete especies de cetáceos.

Esta asociación comenzó su andadura años atrás con una línea de investigación de cetáceos en mar, que dio como resultado una inesperada y alta diversidad cetológica, conocida anteriormente por los varamientos, pero de la que poco o nada se sabía sobre su distribución y diversidad en nuestra costa. Sus estudios han mostrado una presencia de cetáceos contínua a lo largo del año y dentro de las primeras veinte millas de costa. En todo el Golfo de Bizkaia se han descrito 23 especies de las poco más de ochenta que hay repartidas por todos los mares y océanos del planeta.

Pero más allá de conocer la realidad de esta tan cercana fauna marina, el estudio del litoral guipuzcoano sirvió para que EIBE (www.ehibek.org) propusiera a las administraciones competentes la consideración de definir «un plan de actuación inmediata» para la constitución de un área especial de conservación en esta zona para el delfín mular. En los últimos diez años se han contabilizado hasta 38 varamientos en la costa vasca de estos cetáceos.

La bióloga Enara Marcos subraya que el Golfo de Bizkaia es «un gran lugar» para estudiar esta fauna marina por la gran diversidad de especies existente, algo que le lleva a pensar que hace 60 años esta zona «debió de ser un paraíso» para estos animales. Apunta, en este sentido, que muchos pescadores recuerdan aún que los delfines mulares llegaban a entrar hasta la bahía de Txingudi (el año pasado uno se adentró en el Abra bilbaino) y que, incluso, se avistaron ballenas yubartas. Por este motivo, esta experta destaca la importancia de proseguir con los estudios iniciados para conocer las densidades de las poblaciones actuales y adoptar las medidas necesarias para preservarlas en el futuro.

Los peligros potenciales son muchos: «Sobrepesca de especies básicas en sus dietas, como la anchoa, la merluza...; la interacción con actividades pesqueras, como enganches en redes y accidentes con distintos aparejos de pesca; la contaminación tanto química como acústica; y, en general, la degradación del medio marino», detalla.

En enero de 2002, el PP ya llevó al Parlamento de Gasteiz la propuesta de un santuario de cetáceos en esta zona. El tripartito formado por PNV, EA e IU acordó entonces emplazar al Gobierno de Lakua para que solicitara a su homólogo español la constitución de una reserva cetácea en el Golfo de Bizkaia. El ejemplo más reciente estaba en el del mar de Liguria, creado por Italia, el Estado francés y Mónaco en el Mediterráneo. Pero la propuesta aún sigue esperando un compromiso económico de alguna administración para analizar en profundidad esa posibilidad.

Tortugas recuperadas y devueltas

Pero no sólo los cetáceos arriban de vez en cuando a nuestras costas para sorpresa de bañistas y paseantes. Tras el desastre del Prestige, por ejemplo, llegaron un inusual número de tortugas bobas. En 1990, se llegaron a recoger hasta 32 individuos, y en 2001 nada menos que 48 ejemplares. De ellos se suelen hacer cargo los Aquariums de Donostia y Biarritz.

El centro donostiarra colabora con un programa del Gobierno francés para la conservación de tortugas marinas recuperadas en la costa atlántica. De las siete especies de tortugas marinas que existen en todo el mundo, hay citas de avistamientos y varamientos de cinco especies en las costas del Golfo de Bizkaia.

Cada año se recogen una media de diez animales, los cuales, cuando llega el mes de junio, son trasladados a La Rochelle, donde se procede a su suelta. Esta zona costera reúne unas condiciones oceanográficas ideales para estas tortugas, con lo que al soltarlas allí se evita que queden desorientadas dentro del propio Golfo de Bizkaia. Los ejemplares son marcados, para así contribuir mejor al conocimiento de esta especie, la llamada tortuga boba.

Normalmente son animales que aparecen enfermos o perdidos, a veces con heridas causadas por redes de pesca o por embarcaciones deportivas. Como las dos aparecidas en junio de 2005 en las redes de unos arrantzales en Lekeitio; una de ellas, de 57 kilos de peso, fue devuelta al mar al día siguiente. En los aquariums, estos ejemplares son recibidos y pasan de inmediato a una cuarentena, se procede a su cura y cuando están listos, vuelven al mar.

El del salvamento de estas tortugas no es el único programa que se lleva a cabo para conocer y velar mejor por la fauna marina más próxima. El ferry Pride of Bilbao, por ejemplo, es un magnífico «buque científico» desde el que miembros de la sociedad Ambar llevan a cabo sus avistamientos una vez al mes. Este grupo, además, tiene previsto esta temporada participar en campañas de investigación con el grupo británico ORCA para estudiar la presencia de zifios en el Cantábrico. Igualmente, tiene en marcha otro proyecto, financiado por primera vez por el departamento de Medio Ambiente de Lakua, para involucrar a los dueños de embarcaciones deportivas en el avistamiento de especies y bautizado como ``Balearen bila/En busca de la ballena''.

También el grupo EIBE mantiene sus actividades este año de divulgación no sólo a través de los medios de comunicación, sino con charlas en centros educativos o euskaltegis, en centros especializados en educación ambiental como aquariums y el Parque Ecológico de Plaiaundi, incluso en cofradías de pescadores.

La bióloga Enara Marcos reconoce, no obstante, que «el conocimiento sobre la existencia de estas especies en nuestras aguas es muy escaso por parte de la población. Es más, diría que existe cierto escepticismo al respecto. Y lo digo por experiencia, porque llevamos cuatro años realizando una labor divulgativa y sigue habiendo muchísima gente que ignora la riqueza que aún esconde nuestra costa, incluso piensa que es cosa de mares lejanos. Gran error, porque nuestro litoral se caracteriza precisamente por la riqueza cetológica que alberga, tanto en especies comunes como extrañas y aún muy desconocidas para la ciencia».

fechas destacadas: de «pakito" a la ballena de bermeo

Marzo 2005

Uno de los símbolos más queridos de la bahía de La Concha, «Pakito», el delfín mular que llegó en 1998, apareció muerto el día 30 en Pasaia, donde vivía desde 2004.

JULIO 2005

El 9 de julio de ese año, desde el Pride of Bilbao, dos expertos británicos fotografiaron por primera un zifio de True a 30 millas al norte de la capital bilbaina.

diciembre 2004

Un ejemplar de rorcual común de 19,5 metros aparece varado en una zona rocosa de Bermeo. Fue trasladado días más tarde a puerto y enterrado su esqueleto.

febrero 2000

Unos trescientos delfines son hallados muertos en playas del Golfo de Bizkaia, como en Hendaia, a consecuencia de las redes pelágicas de los pescadores.

setiembre 2006

En Arribolas, Bermeo, apareció un cardenal atlantico, un pez que habita a 300 ó 600 metros de profundidad y no es fácil de encontrar en el Golfo de Bizkaia.

JULIO 2003

Son avistados un grupo de unos doce calderones tropicales (habituales en Canarias) frente a la costa vizcaina. Una especie no descrita antes en estas latitudes.

200

varamientos

en las costas de Gipuzkoa y Bizkaia lleva contabilizados la asociación Ambar en sus diez años de vigilancia de llegada de cetáceos y otras especies

golfo de bizkaia: cetaceos mas habituales

delfín mular

Junto con el delfín común, es la especie que más se acerca a la costa vasca. En verano es fácil verlo alimentándose en grupo cerca de los estuarios.

calderón común

Relativamente frecuente en el Golfo de Bizkaia. Cerca de la costa vasca se han observado desde ejemplares solos a grupos de hasta medio centenar de individuos.

cachalote

Es una especie que se puede observar en invierno, al acercarse en busca de plancton. De 18 metros y 50 toneladas de peso, se observan aislados.

rorcual común

Es relativamente fácil de observar en aguas de más de 2.000 metros de profundidad en verano. Puede medir hasta 23 metros y a veces se han visto cerca de la costa.

rorc. aliblanco

De este otro tipo de rorcual se tienen pocos avistamientos, siempre en invierno; sí hubo en 2004 dos varamientos en las zonas de Muskiz y Zumaia.

marsopa común

De las seis especies de marsopas, sólo ésta puede ser avistada aquí. Los únicos datos que se tienen de su esporádica presencia provienen de la Red de Varamientos.

120

varamientos

lleva contabilizados en diez años el grupo GEFMA en la costa de Lapurdi, la mayoría de ellos en las zonas de Hendaia, Bidart y Donibane-Lohizune

autopsias ¿qué aportan?

Los ejemplares muertos recogidos en la costa son analizados, ya que aportan datos como el estado de las poblaciones, problemas que tienen y sus posibles interacciones con la pesca. La piel puede aportar también datos sobre genética, que faciliten identificar mejor las poblaciones del Golfo de Bizkaia. Por ejemplo, los delfines mulares son los mismos que los de las costas francesas o las gallegas. Otros elementos como los dientes de estos individuos sirven para conocer, lo mismo que los colmillos a los árboles o los otolitos a los peces, su edad. El contenido del estómago también desvelará las presas de las que se nutre y por tanto el hábitat en el que se mueve. En definitiva, datos que serían imposibles de recabar. J.V.

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