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La aventura romántica

Corto maltés

Koldo LANDALUZE

Tuvieron que pasar siete años desde la muerte de Hugo Pratt para que la industria del cine llevara a cabo la tan ansiada primera adaptación cinematográfica de las andanzas del marino de Malta.

Afortunadamente, la espera ha merecido la pena, sobre todo tras la injustificable espera que ha supuesto el estreno de esta realización que se presentó en el Festival de Locarno del 2002.

Contra todo pronóstico y tal y como indican las nuevas tendencias dentro del género de animación, "Corto Maltese: La Cour Secrete des Arcanes" prescinde de la técnica computerizada y la animación virtual para optar por el artesanal método de respetar el trazo acuarelado que su autor utilizaba en sus bocetos y durante su última etapa creativa, lo cual es todo un acierto ya que, estéticamente, está técnica aporta un afortunado toque clásico que refuerza el carácter romántico que siempre ha envuelto al protagonista. Ambientada en 1918 y dentro de unas coordenadas históricas muy precisas, la trama arranca con una noticia: un ruso blanco -el almirante Kolchak- se ha hecho fuerte en Siberia y se autoproclama dictador de todas las Rusias.

El polvorín mundial está a punto de estallar y las grandes potencias, incluidas Japón y Estados Unidos, han entrado en conflicto, con su aversión bolchevique a cuestas. Por otro lado, las Triadas (sociedades secretas) chinas actúan contra el imperialismo extranjero.

Reforzando esta interesante trama, el filme incluye un impagable listado de personajes entre los cuales destacan el imprescindible Rasputín y un personaje real que siempre fascinó a Pratt: Romain Von Ungern-Stenberg, "El barón loco".

Las bellísimas composiciones que Pratt lograba en sus viñetas son respetadas al milímetro en este canto a la aventura romántica gobernada por un poderoso tren blindado que atraviesa Siberia y en el cual el tempo lo dictan los personajes y no la acción.

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