AKABA Recopa de Europa
Los árbitros convierten en pesadilla el sueño europeo
Las donostiarras, que sufrieron el doble de exclusiones que su rival, no pudieron hacer valer en Rusia los cinco goles de renta logrados en Bidebieta
ASTRAKHANOCHKA
Akaba Bera Bera terminó su periplo europeo en la Recopa al caer por 29 a 21 ante el Astrakhanochka de Rusia en un partido en el que el conjunto guipuzcoano no pudo hacer valer los cinco goles de renta cosechados en el encuentro de ida disputado en Donostia (29-24).
La lamentable actuación arbitral, que no midió por el mismo rasero las acciones de uno y otro equipo y que barrió constantemente para casa, sesgó de cuajo el sueño europeo de las donostiarras en octavos de final.
El conjunto que entrena Tati Garmendia, muy disminuido en cuanto a efectivos al no poder desplazar a sus primeras líneas Obucina y Petrinja por problemas burocráticos, sufrió el doble de exclusiones que su rival y fue sancionado con pasos, faltas en ataque y otra serie de infracciones cada vez que trataba de meterse en la eliminatoria.
«El partido estaba comprado»
La durísima defensa local, de gran envergadura, parecía así un obstáculo insalvable. De hecho, Akaba sólo pudo anotar seis goles en la primera mitad, mientras que las rusas, amparadas en los lanzamientos exteriores de Parshina y en combinaciones con los seis metros, lograron poner la eliminatoria a su favor desde muy pronto. Cada intento de remontada se topaba con los árbitros, que dieron carta blanca a las locales en defensa. Estas aprovecharon esa circunstancia y sellaron su retaguardia. De poco valieron, por lo tanto, los ajustes realizados por las vascas para tratar de frenar al Astrakhanocha, como el 5-1 empleado para cerrar las líneas de pase o la mixta realizada en algunas fases del choque a la peligrosa Dykhman.
Ya con el partido finalizado, representantes del equipo técnico y de la directiva desplazados hasta Astrakhan no pudieron esconder su enfado y se dirigieron al delegado de la EHF, el chipriota Andrés Karklas, al que le trasladaron su opinión de que «el partido estaba comprado». Sólo recibieron su «silencio cómplice» como respuesta.