CRíTICA jazz
Sobre el arte, en las XXX Jornadas de Teatro de Eibar
Carlos GIL
Picasso, durante la ocupación nazi de París, fue detenido y llevado a un sótano donde una funcionaria le interrogó con el fin de que autentificara unos cuadros con su firma. Este hecho parece que fue cierto, aunque estemos ante una reconstrucción imaginativa del autor que logra en noventa minutos acercarnos a la figura de Picasso, a sus conceptos de la pintura, a explicarnos su relación con la política y a entender que el régimen nazi no fue sólo una atrocidad sanguinaria, sino un totalitarismo que se ocupaba también del arte, sus formas y, por extensión, de los artistas.
Es, pues, una obra situada a partir de un hecho histórico, en el que, además de todas esas connotaciones, se plantea un duelo entre el pintor y la funcionaria cultural, una enamorada del arte picassiano, que incluso deja entrever una cierta atracción por el hombre, o, al menos, por su fama de mujeriego. Es la parte del juego dramático básico, con engaños, patrañas, amagos para cada cual conseguir sus objetivos. Porque ella está encargada de hacer una gran hoguera con los cuadros de los pintores más famosos de las vanguardias, un akelarre para terminar con unas forma pictóricas rompedoras e instaurar las que proponía la locura grandilocuente del III Reich, con un Hitler con ínfulas de pintor.
La funcionaria se conforma con un Picasso, y le devuelve los otros dos, pero debe autentificar su originalidad. El pintor asegura que los tres son imitaciones, pero acaba haciéndole un dibujo. Hay una gran habilidad estructural. Los diálogos son muy precisos, cargados de contenido. Ayudan a perfilar dos personajes muy sólidos, y, en este caso, José Sacristán, autodirigiéndose, propone un Picasso distante, cínico en ocasiones, muy rápido de reflejos, muy comprometido con el arte, que se escapa a los acosos de significación partidista. Ana Labordeta plantea un personaje más lineal, con sus contradicciones y dudas. Una escenografía realista, grandilocuente, una iluminación que ayuda a marcar el paso del tiempo y unos pocos efectos sonoros y musicales nos deparan un buen trabajo teatral, que ayuda a entender a un genio, una época y a comprender algo más sobre el arte.
Obra: «Un Picasso».
Autor: Jeffrey Hatcher.
Versión: Nacho Artime.
Intérpretes: Ana Labordeta, José Sacristán.
Escenografía y vestuario: Javier Aoiz.
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo.
Dirección: José Sacristán.
Producción: Metrópolis Teatro.
Lugar y fecha: Complejo Educativo, Eibar. 28.02.07.
Obra: «Adiós hermano cruel».
Intérpretes: Julio Bocca y el Ballet Argentino.
Lugar: Baluarte de Iruñea.
Fechas: 3 y 4 de marzo.
Hora: 20.00, en ambos casos.
Precio de las entradas: Entre 20 y 32 euros.