insurgente
Olé, Ibarretxe
Carlos Tena 2007/2/25. Estado español.
(...) El Lehendakari vasco ha dado una lección de radicalidad y decisión sublime, cuando ha consentido que decenas de ciudadanos hayan pasado por los hospitales de aquel país, para ser curados de las heridas causadas por la reciedumbre y valor de ese cuerpo ejemplar de policía al servicio del pueblo que se dio en llamar Ertzaintza, y que tantas alegrías ha proporcionado a la extrema derecha españolista en los últimos tiempos(...)»
Ahí es nada masacrar a gente de cualquier sexo, edad y condición, por el aberrante hecho de manifestarse a favor de la paz. No se puede consentir. Ibarretxe lo sabe y ha querido ponerse a la altura de las circunstancias, es decir, imitando las maneras y buenos modales de Francisco Franco, José Maria Aznar, Pinochet o Videla, lanzando a sus mesnadas de la boina roja (como la de los falangistas de José Antonio Primo de Rivera) a la caza y captura de ciudadanos reunidos para pedir, alto y claro, que el proceso de paz no se detenga. Y eso es una ignominia, un sin sentido que ha de ser erradicado de las conciencias del todos los buenos vascos, es decir, de los que no se manifiestan excepto cuando lo mandan desde Madrid. (...)
Ibarretxe no era un mediocre, como decía Felipe González (otro de los más inteligentes especimenes de la España del siglo XX), sino un auténtico genio de la política que, por fin, ha demostrado su valor y sensibilidad ante un problema tan grave como el que plantean los independentistas reclamando diálogo.
Desde esta página pido para el brillante Lehendakari, humilde pero firmemente, la medalla, la del Mérito Militar, a ser posible, o la máxima condecoración de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, para satisfacer las peticiones en este sentido, miles de ellas, que sin duda hoy inundan las calles de Donostia, Bilbo y Gasteiz.
Ibarretxe ya puede, incluso, proponerse a Zapatero como ministro del Interior en un futuro gobierno español. Le sobran condiciones, voluntad, firmeza y talante para conversar... con las armas en la mano. Como un moderno demócrata.