«Sinceramente yo no esperaba una sentencia diferente de la emitida por la Corte Internacional de La Haya. No hay más que recordar la política de la comunidad internacional durante la guerra de Bosnia. Recordad el embargo de armas», señala Izet Ganic, presidente de la Organización de Familiares de Combatientes muertos del Ejército bosnio (Armija).

22/11/1991

Ese día, Alemania, que forzó el reconocimiento por parte de la UE de la independencia de Croacia, rechazaba la misma petición por parte del presidente de Bosnia, Alia Izetbegovic. La Armija bosnia sufrió un embargo total de armas por Occidente.

Negar la evidencia

«Es increíble que hayan tomado esta decisión. Todo el mundo sabe lo que pasó aquí. Se puede comprobar en cualquier imagen de la televisión durante la guerra», señala el veterano de guerra Mustafa Delihasanovic.

5/4/1992

Las milicias serbias de Bosnia se hacen con el control de las ciudades de Bijeljina y Zvornik, en el noreste de Bosnia. Sus atrocidades, incluidas ejecuciones y deportaciones masivas de la población bosnia, fueron filmadas por la prensa internacional.

Numerosos pueblos y aldeas bosnias cayeron bajo la bota serbia. La «limpieza étnica» fue una práctica que caracterizó a esta agresión desde sus inicios.

El objetivo oficial era asegurar los territorios y los corredores de las dos autoproclamadas repúblicas serbias: la de las Krahinas, hoy en manos de Croacia, y la actual República Srpska.

Ante las cámaras de tv

«¿Cómo es posible que se impute los crímenes sólo a las milicias serbias, cuando todos sabemos que todos los serbios en edad de combatir fueron llamados a filas y remunerados?», denuncian la mujeres supervivientes de Srebrenica.

5/5/1992

Bosnia fue siempre, en los planes de la Yugoslavia de Tito, el escenario para rechazar una agresión exterior. Albergaba el 70% de sus bases y prácticamente todo su arsenal.

El Gobierno independiente de Bosnia-Herzegovina exigió la salida de su territorio del Ejército yugoslavo. Al margen de algunas retiradas simbólicas, Belgrado decidió mantener casi todos sus contingentes, eso sí, cambiando las insignias de la Antigua Yugoslavia por las de la República Srpska.

Sitio de Sarajevo

«Nosotros estábamos en Sarajevo y es horrible que a este sitio criminal no se le califique como genocidio», asegura Delihasanovic, que perdió a su hija, de 15 años, en el cerco.

1/7/1992

1.335 días, 44 meses, casi cuatro años de sitio criminal contra la capital bosnia, Sarajevo. Los serbios ansiaban ocupar parte de la ciudad. Los ataques aéreos y de la artillería son prácticamente constantes. Analistas aseguran que si no quedó totalmente devastada -como el caso de la capital chechena, Grozni- se debió a la menor potencia de fuego del Ejército serbio.

Incapaces de romper el cerco, las milicias serbias mantuvieron la presión hasta el último momento en un intento de concentrar a la Armija en su defensa y retrasar su ofensiva conjunta con los croatas en los últimos meses de la guerra. Con todo, el cerco dejó un balance de entre 12.000 y 15.000 muertos.

Matanza de Srebrenica

Nazija Beganovic, natural de Srebrenica, señala indignada: «Todos dicen que la justicia puede encontrarse en La Haya. ¿Dónde está la justicia para mis seis hijos? Los serbios los asesinaron y no sé ni dónde yacen sus restos».

15/7/1995

Tras un intento de la Armija bosnia de romper el cerco a la capital, los serbios deciden castigar a los enclaves bosnios aislados en la zona oriental. Tras tomar Srebrenica, miles de milicianos y civiles bosnios que huyen por los bosques son cazados y exterminados. La masacre, único acto reconocido como genocidio por los tribunales internacionales, se salda con la muerte de 8.000 personas.

Participación de Belgrado

El presidente de la Comisión para la Búsqueda de los Desaparecidos, Amor Masovic, niega la tesis de la Corte de La Haya de que no hay pruebas de la participación de Belgrado en el genocidio de Srebrenica. «Sí que las hay. Los bosnios que huyeron a nado atravesando el Drina para buscar refugio en Serbia fueron detenidos, interrogados y entregados a las fuerzas del general serbio en Bosnia Ratko Mladic».

Complicidad internacional

La presidenta de las Asociaciones de los Pueblos Amenazados de Bosnia (DUN), Fadila Memisevic, sentencia que el fallo dictado por la Corte de La Haya, «influido por la política, no por los hechos, revela que Europa y el mundo entero fue cómplice de los crímenes en Bosnia-Herzegovina».

20/7/1995

Días después, tropas ucranianas «de interposición» abandonan el enclave de Zepa y dejan a sus habitantes a merced de los serbios. Se repite, a menor escala, la matanza de Srebrenica. En esta última, el papel de «facilitadores» de la masacre correspondió a las fuerzas holandesas.

Analistas independientes han presentado pruebas de que el drama de Srebrenica, conjuntamente preparado por Mladic y

por el jefe del Estado Mayor de Belgrado, Momcilo Perisic, era conocido de antemano y con todo lujo de detalles por varios servicios secretos occidentales.

Acuerdos de Dayton

Faruk Sabanovic, vecino de Sarajevo, señala que la prueba del nueve de que Serbia sí tuvo que ver con el genocidio en Bosnia son los Acuerdos de Dayton. Con su firma, el entonces presidente serbio Slobodan Milosevic demostró que «tenía el poder para detener las masacres».

21/9/1995

Los Acuerdos de Dayton fueron firmados por Milosevic, por el presidente croata, Franjo Tudjman, y por el bosnio Izetbegovic. Sancionaron la partición de Bosnia, acordada, según testigos, por Tudjman y Milosevic años antes en una servilleta de papel. Croacia, que al principio participó junto a los serbios en el plan de repartirse el pastel bosnio, se alió al Gobierno bosnio en 1994. La ofensiva conjunta comenzó a dar sus frutos y justo cuando los serbios estaban a punto de ser desalojados de Banja Luka, su capital de facto, llegó la orden occidental para detener las hostilidades y negociar.

26/2/2007

El Tribunal de La Haya exculpa a Serbia del genocidio de Bosnia. «Con esta sentencia, la comunidad internacional ha cometido un nuevo genocidio contra los bosnios», sentencian las Mujeres de Srbrenica.