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Jon Odriozola Periodista

Un libro de Santi Alba Rico

Santi Alba tiene una virtud griega clásica, de filósofo de alto coturno: siempre te enseña y descubre y desvela algo

La última recopilación de artículos de Santiago Alba Rico aparecidos en diversas páginas web y recogidos bajo el título -con ecos sánchezferlosianos- «Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos» (Editorial Hiru) es real- mente excelente. A Alba Rico, uno, y también muchos otros, le sigue la pista hace bastante tiempo como admirador de intelectuales de izquierda (y no apócrifos) que van en alpargatas y con cazcarrias en el bajo de los pantalones, otrosí: se mojan y se embarran.

Me exonerará Santi Alba -y el lector me perdonará- si cuento una pequeña anécdota. En los tiempos de la legendaria «Bola de cristal» que emitía TVE los sábados por la mañana en los años 80, y de la que Alba era guionista de los corrosivos «Electroduendes», le escribí para felicitarle (personalmente no nos conocemos). Me contestó que muchas gracias y tal y me mandó una fotocopia de un artículo de Xavier Domingo (un periodista ya fallecido que iba de «antifranquista» y se la pasó pellizcando culos femeninos en París -en el «exilio», tú- aparte de presumir de conocimientos culinarios (esta vez de los de comer) en «Cambio 16» donde avisaba a los españoles y, sobre todo, a sus vástagos, de que las matinales sabatinas -esa Bastilla televisiva- habían sido tomadas y asaltadas por un marxismo incendiario y, aún peor y más pérfido, ¡por el stalinismo! Alba Rico me decía, con sorna: «si alguna vez hay en este país una revolución y es de corte estalinista, cosa que yo no soy, enseñaré este artículo como salvoconducto a los comisarios políticos de la Checa para que no me defenestren como disidente». Del mercenario de la pluma X. Domingo ya no se acuerda nadie ni falta que hace. A Santi Alba juraría que le contesté algo así como que, siendo como era y soy un fan de él, no se preocupara por el «corte estalinista» (más grave que un «corte epistemológico» althusseriano) de la revolución en España: yo era estalinista y, como futuro ministro del Interior (o, mejor, Comisario que suena más siniestro y policíaco) no tenía nada que temer. No sé si añadí que mi vocación era ir de antipático por la vida, a contra-corriente, de decir que de Stalin no se han dicho más que tópicos y mentiras y la primera y más gorda compararle con Hitler. Que a Stalin hay que «desclasificarlo» de verdad. Supongo que me estoy haciendo mayor y chocheo.

Santi Alba tiene una virtud (areté) griega clásica, de filósofo de alto coturno: siempre te enseña y descubre y desvela algo. Asombra Alba porque el primero en asombrarse, origen de la filosofía como decía su venerado Platón, es él. Sin pose ni aspaviento, sin afectación ni pasmo calculado.

De ir contracorriente algo sabe también él. Lo digo porque leyendo, por ejemplo, su artículo «Imre Kertész, premio Nobel (de Literatura) al sionismo», de octubre de 2002, lo acusaran de «antisemitismo» (Kertész es un judío húngaro superviviente de Auswictz). Y no de lo que realmente es: un antisionista y para nada un antijudío. Un artículo, una pieza, antológico y demoledor. Y hay más y muy buenos.

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