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el paisaje vasco alberga una gran riqueza

Mariposas en el estomago de Euskal Herria

En los hayedos vascos quedan aisladas algunas especies de mariposas que son auténticas reliquias de la última glaciación. Forman parte de la rica diversidad de estos coloristas insectos en Euskal Herria.

Están entre nosotros, o, mejor dicho, antes que nosotros, desde hace 150 millones de años. Surgieron en Asia central y de allí se expandieron por el continente europeo siguiendo la ruta de las plantas fanerógamas o con flores que polinizar. La Sociedad de Ciencias Aranzadi, por ejemplo, dispone de la mejor colección de la zona norte peninsular con 100.000 ejemplares separados en 1.500 cajas entomológicas. Hablamos de las mariposas, no de ésas que revolotean sin cesar en el estómago de los amores primerizos, sino de las que lo hacen en el estómago de nuestros campos y parques. Iñaki Mezquita, director en la Ugaro Herri Eskola de Legorreta, es un entusiasta de estos insectos que revolotean a nuestro alrededor sin que les demos mucha más atención que la de disfrutar por un instante de sus ricos colores. Pero él decidió, hace 19 años, detener ese segundo de aleteo y fotografiar un buen número de ejemplares que han quedado plasmados en el libro ``Tras las mariposas'' (2006), editado por el Gobierno de Lakua, y que nos descubre la enorme riqueza que de estas especies esconde Euskal Herria. ¿Sabían que existen dos que se circunscriben de manera exclusiva a la zona vizcaina de Urduña? ¿O que hay otra presente exclusivamente en Oion? ¿O que sólo en la sierra alavesa de Salbada se ha citado la especie Erebia euryale, que constituye un vestigio del pasado al pertenecer a un género que, como en otros lugares de Europa, quedó diseminado por las montañas tras la última glaciación hace ya 10.000 años?

Fue en 1963, de la mano de la incipiente Sociedad de Ciencias Aranzadi, cuando se inicia el primer estudio de catalogación e inventario de las mariposas en suelo vasco, norte peninsular y Pirineos, dirigido por Carlos Gómez de Aizpurua, con la ayuda de numerosos colaboradores como el Padre Odriozola y A. Etxebeste, entre otros. Llegó a ser una de las más importantes de Europa.

Las mariposas, como otros tipos de insectos o los anfibios, son un magnífico biomarcador del estado de conservación de la naturaleza. Las lombrices terrestres fueron descritas por Aristóteles como «los intestinos de la tierra» por tener un papel fundamental en la aireación del suelo que cultivamos. ¿Pero qué papel juegan las mariposas en la naturaleza? Pues a parte de su innegable belleza, la más primordial es su irremplazable aportación a la polinización de las flores, sin obviar su condición de alimento a muchos insectívoros u omnívoros, desde las libélulas a las lagartijas o los sapos.

Nuestros mayores recuerdan cuando paseaban antaño entre nubes de mariposas al cruzar un prado; hoy, esa visión es más difícil debido al grado de urbanización actual del suelo. Aun así, baste un dato: de las 380 especies de mariposas diurnas (ropalóceros) existentes en Europa, sólo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa es posible apreciar cerca de dos centenares y eso que los últimos estudios, por ejemplo de los territorios vizcaino o guipuzcoano, datan de hace quince años.

Pero si este recopilatorio de Iñaki Mezquita -junto a las impagables ilustraciones de su buen amigo y gran dibujante Angel Domínguez- revela la riqueza de los parajes más occidentales de Euskal Herria, la variedad de especies queda lejos de la que presentan los territorios vascos apegados a los Pirineos. La presencia de esta cordillera hace que la diversidad se multiplique, amén de que en el caso de Nafarroa albergue una cantidad de biotopos, desde el Pirineo a las Bardenas, que la hacen un santuario para estos pequeños insectos alados. Como la Parnassius Apolo, la más abundante en el Parque de Urbasa, que vive en los claros con piedras, entre hayedos, y que se deja ver en verano, especialmente por la zona de Otxaportillo.

Enrique Baquero es entomólogo de la Universidad de Navarra, institución que posee un colección de mariposas en su Museo de Ciencias Naturales. Desconoce la existencia de estudios sobre la diversidad de estos insectos en suelo navarro, aunque reconoce que la variedad de biotopos « debería conllevar una mayor biodiversidad en especies, mariposas incluidas». En la base de datos que maneja figuraban 1.035 especies citadas en Nafarroa hasta el año 2000.

Corredores ecologicos para ellas

Sin embargo, siguen faltando estudios detallados de estos peculiares invertebrados. Parece evidente que el estado de estas poblaciones requiere de investigaciones más profundas. El Convenio de Berna de 1979 incluía, por ejemplo, la protección de cuatro tipos de mariposas presentes en los territorios de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. En la revisión de 1985 del ``Libro rojo de los lepidópteros ibéricos'' publicado por el ICONA, se citaba una especie en peligro de extinción en este entorno. «Es evidente que nos encontramos ante un panorama enormemente cambiante en el que en el transcurso de unos años pueden darse grandes cambios en la distribución, desaparición o introducción de una especie», explica Mezquita.

El mismo fue testigo de un revelador descubrimiento. Hacia 1991 aparece por primera vez en las islas Baleares la especie africana Caceyreus masrhallis. Durante la segunda quincena de abril del año pasado, el propio Mezquita pudo observar una hembra recién nacida en suelo vasco. «Era la prueba de que esta especie ha logrado pasar el invierno en nuestra tierra, habiendo tenido que soportar en el lugar donde la vi, en la localidad de Alegia, un par de nevadas y algunas heladas», dice ilusionado.

La contaminación industrial y los vertidos en los cauces de los ríos de las factorías papeleras son causas indirectas de la disminución de colonias de mariposas de los valles y llanuras vascas. Miles de mariposas nocturnas mueren cada año atraídas por las luces artificiales de pueblos y autopistas. Incluso con el desbroze de las cunetas, último refugio de muchas mariposas, se destruyen los pocos hábitats que han quedado encajonados entre los cultivos y las carreteras.

Los diferentes territorios que en suelo vasco se hallan sujetos a alguna medida de protección, como los LICs o los parques naturales, son una garantía. Pero no suficiente, a juicio de este experto. De ahí que haya propuesto complementar este mapa de espacios protegidos con lo que llama «un sistema radial de corredores ecológicos» que evite el aislamiento de las distintas especies.

Así, sugiere que deberían preservarse áreas como las de Urduña (situada en la red que une Salbada con Gorbeia) y Oion (en el área de influencia de las protegidas Lagunas de Laguardia). Además, propone corredores en la zona comprendida entre los ríos Baias, Ebro y Zadorra; otro que una el espacio Ernio-Gatzume con el macizo tolosarra de Uzturre, por medio del río Araxes; un corredor que una Ernio-Gatzume y Aiako Harria a través de Andoain y Urnieta; uno que enlace Aizkorri-Aratz y Urkiola por Aramaio, Aretxabaleta y Eskoriatza; otro más que una urkiola y Gorbeia; también un corredor entre Arno, Izarraitz, Pagoeta y Ernio; y uno más entre Aralar y Aizkorri-Aratz a través del alto de Oria y Ataun. Se trata, admite, de una propuesta que «ha sido incluida por el propio Gobierno vasco en el libro, cuando pensaba que me dirían que estaba un poco loco por proponer algo así para unos bichos como las mariposas». Sólo espera que ese mismo revoloteo en su estómago lo noten también ahora las administraciones.

Joseba VIVANCO

Museo en irun

Cerca de 7.000 mariposas es lo que puede contemplar el visitante que se acerque hasta el Museo de Mariposas del Mundo existente en la ciudad de Irun y del que seguramente mucha gente desconocerá su existencia. Desde el pasado año está en manos del Ayuntamiento, sin embargo, es el propietario de la colección, Manuel Agirresarobe, quien hace las veces de guía. Lleva más de cuarenta años recopilando mariposas aquí y allá. Parte de los ejemplares han sido recogidos en toda la Península ibérica por él mismo, y las del resto del mundo, desde Brasil a Papua Nueva Guinea, son fruto de intercambios. Las visitas deben hacerse con cita previa, de lunes a viernes, en horario de mañana y tarde, contactando en el teléfono 943 620993. J.V.

El Museo de las Mariposas del Mundo de Irun es fruto de la afición de Manuel Agirresarobe durante más de cuarenta años de coleccionismo.

Doscientos nombres en euskara para denominar a la mariposa

En la mayoría de las culturas antiguas se consideraba a las mariposas como mensajeras de los dioses. Siempre han estado ahí. Quizá el mejor ejemplo de ello es que en euskara, según ha constatado Iñaki Mezquita en su investigación, hay hasta dos centenares de denominaciones según las zonas del país para definir a la mariposa: desde las más empleadas de tximeleta o pinpilinpauxa, a otras como kalaputxi, en Mutriku; pitxoleta, en Legazpi; txipillatoi, en Ermua; mitxerrika en Amezketa; o tximelekote, en Elgoibar. Y, admite, no ha investigado por todos los rincones del país. Según Emeterio Sorazu, en su obra ``Antropología y Religión en el Pueblo Vasco'', es el animal que tiene más nombres en euskara. Sin embargo, no hay ni un sólo término para catalogar a un tipo o especie concreto, lo que da idea de que no se les ha prestado excesiva atención más allá de que estaban ahí.

Ese amplio abanico de denominaciones explica que la mariposa forme parte de la cultura vasca, lo mismo que lo ha hecho en antiguas civilizaciones como la griega o la egipcia. Las culturas precolombinas consideraban que las mariposas eran las almas de los guerreros muertos en batalla o sacrificio. Pero hay creencias más próximas a nosotros en el espacio y en el tiempo como creer que ciertas especies son preludio de lluvia, que su aparición en la casa es adelanto de alguna desdicha, o que en cambio es portadora de buenas noticias si revolotea alrededor de la luz y la especie es blanca; si es negra, algún pariente morirá. Incluso cuando una mariposa nos golpea en la cara, se solía decir «Yinkoak digula berri on". Como se ve, a pesar de ser identificadas hoy como símbolos de frescura, belleza o fragilidad, también han sido consideradas como «aves de mal agüero". Una de ellas es la Acherontia atropos, popularmente conocida como «esfinge calavera" por el dibujo que adopta cuando abre sus alas.

Lo que es indiscutible es que las mariposas forman parte de nuestro entorno, aunque no lo percibamos. «Mientras escribía el libro, me dediqué a buscar su silueta en objetos y productos que podía observar en mi casa. El resultado fue que las ví representadas hasta 46 veces, desde bisutería a productos de limpieza", pone en relieve Iñaki Mezquita. J.V.

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