Ayer estaban frenéticos en la prensa del aguilucho a cuenta de la manifa de hoy en Iruñea. Para garantizar su éxito (les aseguro que los titulares ya están escritos) dispararon toda la pólvora que les quedaba en la Santabárbara. Eduardo Zaplana, en «La Razón», advertía de que «si hoy los socialistas se callan, y no son capaces de salir en defensa de ese legado cuando es reiteradamente atacado desde el entorno etarra, traicionando su propia trayectoria histórica, dan razones fundadas para temer que se pueda alterar en el futuro».

Luis María Ansón, en «El Mundo», ponía las cosas en su sitio: «En Pamplona se va a dar mañana la réplica popular a la política monclovita de pactar con Eta la entrega de Navarra. El presidente del PP hace muy bien en estar allí».

El editorialista de Pedro J. Ramírez también tenía opinión propia y fijaba el candil sobre Arnaldo Otegi: «sus palabras delatan las intenciones de quien, lejos de condenar o desmarcarse de ETA fija los cambios de marco necesarios para el cese de las armas. Y en ese escenario resulta aún más inquietante la indefinición de Zapatero, que repite hasta la saciedad su respeto a lo que decidan los navarros sin aclarar qué pactos y qué opción propondrá y defenderá el PSN».

Ante tanta crítica, Román Felones, presidente del PSN y uno de los que cuando oye hablar de Euskal Herria corre a comprar pomadas contra la urticaria, se aprestaba a defender su buen nombre: «como presidente del PSN-PSOE, y desde una indignación serena que recorre el corazón y la mente de las mujeres y hombres socialistas navarros, me veo en la obligación de denunciar la manipulación que envuelve a la convocatoria de mañana sábado. Nadie nos va a dar lecciones de patriotismo constitucional y foral, nadie puede exhibir mayor compromiso que el nuestro en la defensa de esta tierra».

El contrapunto, y sentido común, lo ponía el historiador Aitor Pescador en «Deia»: «le ruego señor Sanz que me disculpe porque no pienso acudir a su `manifa'. Podría excusarme (...) pero prefiero decirle que no, que su `manifa' no me gusta, que me huele a rancio y, peor aún, a mentira. Porque ustedes nunca han creído en la libertad y porque siempre olvidan que Navarra ya fue invadida hace 500 años». Dicho queda.