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Jon Sobrino, teólogo de los pobres

La Congregación para la Doctrina de la Fe, en una reciente notificación, ha calificado de «erróneas o peligrosas" algunas de las afirmaciones recogidas en textos escritos por Jon Sobrino, y que forman parte de la Teología de la Liberación. Para Félix Placer, a pesar de estas censuras, la teología de Jon Sobrino, «radicalmente fiel a los pobres y a su fe en Jesucristo, sigue descubriendo el germen último de toda liberación, esperanza y salvación".

Cuando hace unos años entrevistaban en TV a Jon Sobrino, juntamente con Leonardo Boff, una de las preguntas fue: ¿Cuál sería su utopía, su ideal hoy?: «Que mañana los hombres y mujeres, los niños pobres de El Salvador puedan comer». Su respuesta espontánea nacía de su experiencia vivida en una situación de enorme injusticia social y política, de opresión de un pueblo, de todo el continente latinoamericano. Desde ahí ha ido elaborando este mundialmente reconocido teólogo de la liberación, profesor de la Universidad Centroamericana, su reflexión sobre Dios, sobre Jesucristo, sobre la Iglesia... en la realidad sufriente, crucificada de un pueblo, del mundo de los pobres bajo la «égida neoliberal, regida por el principio del egoísmo, que produce violencia y da muerte millones de seres humanos», como él mismo denuncia.

Este jesuita vasco, nacionalizado en El Salvador, ha hecho de su vida, de su trabajo intelectual, de su teología un compromiso vital por la liberación de los pobres, contra las estructuras injustas que los oprimen. Desde esta experiencia y lucha, en su vida dedicada íntegramente al servicio de los más marginados, ha experimentado Jon Sobrino su manera de ser creyente y de dar razón de su fe. Como él dice, citando a Feuerbach, «el sufrimiento precede al pensamiento». Desde su fidelidad compasiva con las mujeres y hombres salvadoreños, Jon Sobrino ha entendido su fe en Jesucristo y en el Reino de Dios, en Dios.

Siguiendo este método ha logrado una densa síntesis teológica entre lo que significa la liberación de los pobres y la fe en Jesucristo. Su teología extensa y profunda, escrita en numerosos libros y artículos, como profesor, conferenciante a lo largo y ancho del mundo, es una admirable y conmovedora reflexión sobre la fe cristiana en su intrínseca relación de misericordia con la realidad del mundo de los pobres, con su dramática historia de opresión y liberación. «Cristología desde América latina» (1977), «Jesús en América Latina» (1982), «Jesucristo liberador» (1991), «La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas» (1999) son su itinerario teológico desde los pobres.

Para el Vaticano era hace años un teólogo bajo sospecha. Había recibido advertencias. Sabía a qué se exponía si continuaba en su línea de fidelidad a los pobres. Pero Jon Sobrino es ante todo un teólogo que quiere ser honrado con la realidad. No podía menos que «mirar las cosas tal cual son». Y en Latinoamérica son muy evidentes. Por eso su fidelidad a ese mundo de los más marginados y a su liberación, para «cargar y encargarse» de esa realidad, como él repite, recordando a su inolvidable amigo I. Ellacuría asesinado (él también era objetivo de aquella masacre).

Jon Sobrino ha hecho de su teología una reflexión de amor (intellectus amoris) liberador, un compromiso eficaz de lucha por los más desfavorecidos y olvidados en el cruel mundo de la globalización. En ese lugar Jon Sobrino elabora, entiende y vive su fe en Jesucristo. Porque no es lo mismo ni se dice lo mismo cuando se habla y se cree en el Hijo de Dios desde arriba, desde frías y lejanas afirmaciones, cristalizadas en dogmas, que cuando se le comprende tal como es, en todo su «misterio de liberación», desde la realidad de los pobres. ¿Qué quiere decir creer en Jesús como Dios desde esta experiencia? Para muchos la respuesta se resuelve en una fórmula aprendida en el catecismo y recitada en el credo: «Jesucristo, Hijo único de Dios... Dios verdadero de Dios verdadero...». Pero eso ¿qué significa en un mundo donde la mayoría es víctima de la injusticia y de la opresión? Para responder a esta cuestión inquietante Jon Sobrino se pregunta: ¿Cómo entender a Dios desde este Jesús que caminó, vivió, experimentó la opresión de su tiempo, liberó a los pobres, fue condenado por sus palabras y acciones a morir en la cruz? ¿Cómo era su conciencia personal para hacer lo que hizo y anunciar el Reino de Dios? Jon Sobrino afirma que en ese hombre, escándalo para muchos, aparece el verdadero rostro de Dios, su solidaridad definitiva con los pobres, su expresión total de amor a la humanidad sufriente. En lo más hondo de la opresión humana nace la liberación más radical de la humanidad. Entonces creer en Jesús resucitado como Dios no es evadirse de la vida de los más marginados sino vivirla hasta sus últimas consecuencias sabiendo que en nuestra actitud hacia ellos y ellas descubrimos nuestro grado de humanidad y de fe en Dios: «Tuve hambre y me disteis de... estaba en la cárcel y vinisteis a verme...».

La «notificación» de la Congregación para la Doctrina de la Fe no sanciona personalmente a Jon Sobrino, pero califica como «erróneas o peligrosas» diversas proposiciones que son centrales en su teología y en el conjunto de la Teología de la Liberación. Considera su cristología demasiado humana, en perjuicio de su divinidad. La relación de Jesús con el Reino de Dios, el valor salvífico de su muerte son equivocadas... A bastantes este asunto les parecerán sutilezas teológicas sin interés, asunto eclesiástico. Sin embargo el sentido de la «notificación» afecta de lleno a la manera de creer en Dios de mucha gente pobre que ve a Jesucristo como liberador y fuente de esperanza para otro mundo posible «como Dios lo quiere, en el que haya justicia y paz, respeto y dignidad, y en el que los pobres estén en el centro de interés de los creyentes y de las iglesias». Pero además la comprensión teológica de Jesucristo liberador es preocupante para ciertas instancias eclesiásticas porque es un germen de profunda reforma eclesial. Lleva a sus últimas consecuencias lo que el mismo concilio Vaticano II afirmó: «La Iglesia reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente...». La pregunta consecuente es: ¿Qué pobres reconocen en esta Iglesia a Jesús liberador? Jon Sobrino, jesuita, fiel a la Iglesia contribuye a la «resurrección de la verdadera Iglesia» desde los pobres. Difícilmente podrán aceptarlo en Roma y en sus dicasterios.

Jon Sobrino sabe que su «mala fama», como él dice en carta a su superior P. Kolvenbach, no es algo específicamente personal, sino parte de la campaña contra la teología de la liberación. «El modo de proceder del Vaticano en los últimos 20 ó 30 años ha hecho lo posible para que desaparezcan las comunidades de base, los pequeños, los privilegiados de Dios...». Por tanto, «adherirme a la notificación, que expresa en buena parte esa campaña y ese modo de proceder, muchas veces claramente injusto, contra tanta gente buena, siento que sería avalarlo. No quiero pecar de arrogancia, pero no creo que ayudaría a la causa de los pobres de Jesús y de la Iglesia de los pobres».

A pesar de censuras eclesiásticas la teología de Jon Sobrino, radicalmente fiel a los pobres y a su fe en Jesucristo, sigue descubriendo el germen último de toda liberación, esperanza y salvación. Su síntesis teológica, liberadora y revolucionaria recorre y recorrerá el mundo y con su sencilla presencia en foros muy diversos seguirá exponiendo el sentido de Jesucristo hoy como esperanza para los más pobres.

Como dijo Oscar Romero: «La gloria de Dios es que el pobre viva». La utopía de Jon Sobrino, de la teología de la liberación, es que los pobres vivan con dignidad. Ante la «notificación» vaticana, comentaba a uno de sus amigos: «Me creerás si te digo que más que Roma, o la historia, me preocupa y me anima lo que piense la cocinera: si han visto en nosotros gente de bien».

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