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Tener a uno de los jugadores mejor pagados en la plantilla no supone ninguna garantía

Kevin Garnett cobra 21 millones de dólares por temporada. Es el mejor pagado. Pero su equipo, Minnesota, corre mucho peligro de quedarse sin play offs. Menos comprensible es que Allan Houston reciba 20.718.750 dólares de los Knicks. No está en activo, pero sigue cobrando.

Izkander FERNÁNDEZ

El dinero lo es todo. Cobrar más, tener un contrato mejor, el mejor presupuesto de la liga. En ocasiones el significado mismo de la palabra competición se ve alterado cuando el peso del dinero entra en juego. Y en un mundo tan pendiente del mercado como el de la NBA, no iba a ser menos.

Nueve de los diez jugadores mejor pagados de la NBA son negros. El otro es mulato. Hace unas temporadas, tras los graves incidentes ocurridos durante el partido de temporada regular que disputaban Detroit Pistons e Indiana Pacers, Rasheed Wallace dijo que «la NBA se aprovecha de los jugadores negros que salen de los barrios y que hacen de esta liga la mejor del planeta, ya es hora de que la NBA le devuelva a esos jugadores lo que es suyo».

La polémica decisión tomada por parte de la NBA de implantar un canon de vestimenta encendió aún más los humos de los jugadores afro americanos de la liga. Howard Stern, comisionado de la NBA, imponía el traje y la corbata como vestimenta adecuada. La de Stern no era más que una reacción ante el aparente desparrame visual que esgrimía parte de la nómina de jugadores de la competición.

Chándal, joyas y un reproductor de MP3, preferiblemente un Ipod maqueado. Ese era el uniforme del jugador negro medio. La influencia del hip-hop y del toma el dinero «fácil» y corre quedaba patente entre los estratos más jóvenes. Ni la ropa ni las palabras de Wallace sentaban bien en la NBA. Y todo, quizá sin quererlo, se convertía en un gran espejo que mostraba la enorme fractura social que existe y que se acentuará en el futuro en Estados Unidos.

Los blancos pagan, sólo hay una franquicia entre treinta controlada por un dueño negro. Los negros cobran: menos del 10% de los jugadores son blancos. Una cosa lleva a la otra. El talento baja, los músculos suben; el trabajo en equipo desaparece, el culto al yo mayúsculo crece. Todo en la NBA parece resumirse a una carrera por cazar el mejor contrato posible y luego, echar a correr en otra dirección. Salir del barrio físicamente. Pero con la cabeza en el barrio.

Irónico y sospechoso es el siguiente caso: Allan Houston, el segundo jugador que más cobra en la NBA, está retirado. Así es, debido a problemas físicos el fino ex escolta de los Knicks de Nueva York tuvo que retirarse hace dos temporadas. Esta será la última en la que cobre pero lo hará a lo grande: 20.718.750 dólares. Houston y los Knicks únicamente alcanzaron una final de la NBA. Ni un anillo. Ni rastro.

Otros como Finley, Webber...

El tercer jugador con mejor salario es Michael Finley. Tras toda una vida en Dallas, los Mavericks lo traspasaron a San Antonio Spurs. Finley está firmando los peores números de su carrera el año que recibe 17 millones de Dallas y tres de San Antonio. Veinte en total. Los mismos que recibe Shaquille O'neal en Miami. Pero O'neal es mucho O'neal y es seguro que en play offs volverá a ser un elemento clave para que los Heat vuelvan a optar al título.

Al anillo querrá optar Chris Webber, quinto mejor pagado, ahora que está en una franquicia con posibilidades. Webber llegó a los Pistons desde Philadephia. Cobrará setecientos mil dólares de los primeros y 17.600.000 de los segundos. Y todo en la que va camino de convertirse en la peor temporada de su carrera.

El primer jugador con peso específico en la competición y con posibilidades contrastadas de poder llevar a su franquicia muy lejos es Tim Duncan, el décimo con poco menos de 17 millones y medio. Entre medio quedan Allen Iverson, Jermaine O'neal, Jason Kidd y Kobe Bryant. Ni rastro de Dirk Nowitzki, Steve Nash o Yao Ming.

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