Faltan programas de desarrollo en Congo tras la firma de la paz
Cuatro años después del acuerdo de paz alcanzado en Congo, sus habitantes se enfrentan a considerables desafíos huma- nitarios, según la Agencia de Información de Naciones Unidas, que estima que todavía quedan planes de desarrollo pendientes de impulso en el país, tras el conflicto que asoló la zona de Pool entre 1998 y 2002.
«Sin los acuerdos de paz de 2003, la ayuda humanitaria no habría sido capaz de conseguir lo que ha obtenido a día de hoy. Sin embargo, la verdadera paz significa abandonar las armas y seguir con un proceso de desarrollo para evitar que el pueblo caiga en un comportamiento antisocial», según el presidente de la Agencia de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Dieudonné Boumani.
El Gobierno de Congo y el Comité Nacional para la Resistencia de Frédéric Bintsangou, también conocido como el Pastor Ntoumi, firmaron un acuerdo de paz el 17 de marzo de 2003.
De los 13 distritos que conforman la región de Pool, sólo su centro administrativo, Kinkala, ha realizado «progresos tangibles hacia la normalidad», según el informe publicado por la Agencia de Información de Naciones Unidas (IRIN). A pesar de la ausencia de guerra, los gángsters todavía hacen uso de las armas para asaltar a unos ciudadanos ya de por sí arruinados.
«La relativa reducción en los niveles de violencia desde los acuerdos de paz ha llevado a una cierta libertad de movimiento en Pool, pero los problemas persisten en lo que se refiere a la provisión de servicios en infraestructuras», según afirmó Justine McConnery, de Médicos sin Fronteras-Países Bajos, una de las principales ONG que trabajan en la región. «Actualmente, sólo hay un doctor por cada 30.000 habitantes, que es seis veces menos que en el resto del país, y una enfermera por cada 12.754 habitantes, nueve veces menos que en cualquier otra parte de Congo», lamentó.
Uno de los casos más severos es el del hospital de Kinkala, que atiende a 90.000 personas y sólo cuenta con dos doctores, según el doctor al cargo, Etienne Mouanga. Por su parte, Fructueux Babela, al cargo del Centro de Salud Integrad de Kinkala, afirma que «tenemos a personas enfermas o arruinadas que cuando llegan a los centros de salud no pueden permitirse pagar las tarifas de las consultas o los medicamentos».
Además, hay que tener en cuenta que el personal médico cualificado tiene miedo de trabajar en una región donde no todos los ciudadanos han sido desarmados y en donde el 20,9% de sus centros de salud permanecen cerrados por daños materiales o falta de plantilla.
La población en la zona creció más del 100% entre 2000 y 2005, cuando los desplazados regresaron a sus casas tras el acuerdo de paz, pero la IRIN informó de que no se ha invertido apropiadamente en infraestructuras o refugios. De acuerdo con los últimos datos de la agencia, sólo un 8% de la población tiene acceso a agua potable, la malnutrición es un problema acuciante entre los niños y la tasa de asistencia escolar se sitúa en torno al 30%.
Pool sigue siendo una de las regiones más asoladas del continente africano: la mayoría de sus canales de comunicación permanecen sin reparar tras la guerra, pese a que Brazzaville, la capital, está en esta región.
Inseguridad y armas
A día de hoy, los ex combatientes siguen esperando que dé comienzo el programa de desarme nacional, de desmoviliza- ción y de reintegración, una primera fase de durará desde 2007 a 2009 y que ya ha recibido una ayuda de 13 millones de euros procedentes del Banco Mundial.
Según IRIN, la circulación ilegal de armas continúa sin que interrupción, lo que ha provocado una sensación de incertidumbre entre la población en general y los trabajadores humanitarios. Así, un estudio publicado a principios de 2006 por la ONG suiza Small Arms Survey reveló que entre 37.000 y 40.000 armas de fuego de distinto calibre siguen en libre circulación por todo el país.
Para el ministro de Administración y Descentralización, Francois Ibovi, la inseguridad de la región se resume en un ambiente de «pillaje generalizado», aunque matiza que «no significa que sea insostenible».
BRAZZAVILLE